INGENIERO AGRÓNOMO MARCELO PEREIRA

Rurales | 04 May Los campos de la zona del litoral del país presentan en general buena disponibilidad de pasto, pero especialmente, en donde el Plan Agropecuario monitorea, “hay altura de pasto inusitadamente alta, de 8 a 9 centímetros, que ronda cerca de los 3.000 kilos de materia seca por hectárea, lo cual le permitirá a los establecimientos entrar al invierno con pasto”, manifestó a EL TELEGRAFO el ingeniero agrónomo Marcelo Pereira Machín.
El profesional sanducero sostuvo que aquellos establecimientos que “no están con la carga acotada y con capacidad de carga de 0,8 y 1,2 tienen altura de pasto de 3,5 centímetros, lo que estamos monitoreando”, dijo.
Es que después de la “enormidad” de agua caída en abril, hay que hacer una diferenciación bien clara, dijo el técnico, refiriéndose a los más de 500 milímetros que llovió en el pasado mes –la media es de 103 para ese mes--, incluso con zonas en donde llovió 700, lo que afectó a todo el sector agropecuario en general.
“Las pasturas naturales que están en una posición topográfica alta, poseen un sinnúmero de especies que les dan características importantes, que son la capacidad de aguantar este tipo de disturbio y la posibilidad de recuperación ante la gran cantidad de lluvias, porque tienen especies a las que les gusta la humedad y otras que particularmente toleran y soportan la humedad, incluso la inundación”, precisó.
En el caso de aquellas zonas medias y altas que “no estuvieron inundadas, no hay demasiados problemas”, aclaró Pereira.
El técnico indicó que en el caso de los predios con situaciones bajas contra ríos y arroyos, “esas pasturas sienten mucho el haber estado un tiempo mayor a lo normal bajo agua y eso limita la capacidad de oxígeno y afecta notoriamente el crecimiento, pese a que esa vegetación en general está adaptada a sufrir esas inundaciones; quedan de otra coloración y con barro, y demoran un tiempo en recuperarse. Si esa proporción del predio es alta, afecta bastante el crecimiento de las pasturas”. Y acotó: “basta verlo en la colonia Juan Gutiérrez, en donde los bajos están en esa condición, fruto del crecimiento del río Queguay”.
En el caso de las pasturas mejoradas, “hemos encontrado que no se habían instalado bien o era dudosa la instalación de un número importante de plantas que se han recuperado debido a esta gran humedad”. Aclaró que en el otoño se produce “el reclutamiento de plantas –gran nacimiento de plantas-- y la humedad determina que germine todo”.
Pereira explicó que las pasturas mejoradas “no se pueden pastorear porque están blandas y se destroza el piso, pero se está dando un buen nacimiento y reclutamiento de plantas”.
Como estrategias de manejo ante estas circunstancias, se refirió al uso de suplementación proteica, que permitirá “hacer un uso más adecuado de la disponibilidad de pasto, con poca inversión”. Entiende que “es preferible entrar con pasto al invierno, que sin pasto”, aclaró, al tiempo que comentó que “ya tuvimos dos heladas y eso es un freno a las pasturas. Y de ahí en más vendrán entre 90 y 100 días de muy escaso crecimiento de pasto y con eso nos tenemos que revolver”.
Diferente es la situación de entrar sin pasto, “porque cuando hay 2 o 3 centímetros, eso significa que los animales perderán una enormidad de peso o necesariamente tenemos que comprar suplemento para poder salvar el ganado y ahí la cuenta cambia radicalmente”.

FERTILIZACIÓN
Al recorrer en la víspera predios de la zona de colonia Juan Gutiérrez, en donde en diciembre del año pasado se había realizado una jornada con productores para mostrar el inicio de los experimentos con fertilización en determinadas parcelas de bajos, Pereira explicó: “el ensayo de investigación mostraba en una comunidad de bajos cómo se fertilizó en octubre con fósforo y nitrógeno”.
Los resultados primarios de los datos procesados con los sensores para ver tanto materia seca como calidad, se efectuaron midiendo la altura del pasto. “Es notoria la diferencia de la altura de pasto, siendo manejadas las dos situaciones con una carga alta ganadera de 1,1 Unidad Ganadera (UG) en ambas situaciones, con 8 a 9 centímetros de altura de pasto”, sostiene el técnico.
Precisó que “la situación fertilizada tiene una altura de 8 a 9 centímetros, mientras que la sin fertilizar de 3,5 centímetros, lo cual muestra a las claras que en principio la fertilización anduvo muy bien. Después tendremos que hacer la cuentas finas, pero hay que destacar que haciendo el balance hídrico de todo el período, salvo unos días finales de enero y principio de febrero, lo que se dio durante todo la experiencia fue muy bueno”.
Explicó que la dinámica del nitrógeno está vinculada “directamente al agua, lo que permitió que hubiera una gran respuesta a la fertilización tanto nitrogenada como fosforada por la comunidad de bajo”.
A todo esto, Pereira está iniciando la fertilización de una comunidad de invierno que en estos días se está fertilizando “para cuantificar la respuesta de producción de pasto en un campo que tiene más especie invernal”.
La idea es evaluar lo que se está investigando y establecer un protocolo, “ya que no se puede fertilizar por muchos años seguidos porque en términos camperos 'se desordena' la vegetación y empiezan a aparecer especies a las que les gusta el nitrógeno, disminuye la biodiversidad y se puede llegar a dar un desequilibrio”, dijo.
“Estamos utilizando dosis comerciales bajas de fertilizantes. Son 100 kilos de urea y 100 kilos de superfosfato, que hacen un costo de 80 dólares por hectárea”, precisó.

JORNADA
En profesional indicó que en mayo se realizará una jornada, oportunidad en la que se observarán los datos enviados desde la Universidad de Buenos Aires respecto al monitoreo satelital que se realiza en la colonia Juan Gutiérrez.
Tras procesar los datos –que se hará en los próximos días--, en esa jornada se brindará toda la información de los resultados de la fertilización de la comunidad de verano y se exhibirá el inicio de la fertilización de la comunidad de invierno.