Paysandú, Miércoles 18 de Mayo de 2016
Rurales | 17 May El Poder Ejecutivo envió al Parlamento, en marzo de 2016, un proyecto de ley referido al riego con destino agrario. En la exposición de motivos que acompaña el proyecto, se destaca la importancia del tema en el desarrollo productivo, para generar una política nacional de expansión del riego y de la intensificación sostenible de la producción nacional.
De acuerdo con el documento enviado a EL TELEGRAFO por la Cámara Mercantil de Productos del País (CMPP), el clima templado húmedo de Uruguay permite la producción agropecuaria de todos los rubros --salvo el arroz--, con base en el aporte natural del agua de las lluvias. Sin embargo, estas se caracterizan por su extrema irregularidad y variabilidad interanual, tanto en cantidad como en frecuencia. La producción en los sistemas agrícolas y forrajeros depende fuertemente de las precipitaciones, por ello es tan importante el desarrollo del riego.
El riego en cultivos diferentes al arroz ha crecido de forma sostenida en el país en los últimos 40 años. A modo de ejemplo, el área total bajo riego en 1970 era de 52.000 hectáreas y en 2015 se estima en 327.500 hectáreas. Es decir, aumentó más de seis veces la superficie. Hasta el año 2000, el motor del crecimiento del riego fue el arroz, que representó entre el 70 y el 80% del área regada, con un consumo del 90% del total del agua destinada a esa finalidad.
Después del 2000, el cultivo de arroz no ha crecido sustancialmente, pero a partir del año agrícola 2001-2002 se ha incrementado la agricultura extensiva de secano, que pasó de 400.000 a 1.600.000 hectáreas de cultivos entre 2000 y 2015. El aumento se debió principalmente a la expansión de los cultivos de verano; por lo tanto, el país pasó de una agricultura de invierno a una de verano. El aumento en el precio internacional de los granos y las innovaciones tecnológicas en los sistemas productivos provocaron un gran incremento en el área de siembra. En consecuencia, hubo un aumento en el precio de la tierra, que ha generado importantes cambios estructurales.
El dinamismo del riego en los últimos años se debe a la expansión del área irrigada en agricultura extensiva de secano (granos y forrajeros), y luego en pasturas. El aumento en el número de sistemas de riego (por ejemplo, pívots centrales) da cuenta de ello, ya que pasó de 51 en el 2000 a 422 en 2015.
En este escenario, el riego --cuyo costo creció menos que el valor de la tierra y que la producción obtenible-- aparece como un factor determinante para alcanzar nuevos niveles de producción y de productividad. También es clave para disminuir la vulnerabilidad de los sistemas productivos a los eventos climáticos extremos, que en la actualidad implican una pérdida de la producción, es decir, un impacto económico muy importante.
En virtud de ello, el proyecto a estudio del Parlamento pretende el estímulo y fomento de la inversión en el riego, y establecer un régimen jurídico para la creación de estos sistemas mediante sociedades de particulares. Así, los sistemas no serían individuales --como resulta habitual actualmente--, sino que abarcarían varios predios. También se incentiva la participación de sujetos ajenos al negocio agropecuario, que estén interesados en invertir exclusivamente en servicios de riego para productores.
En la actualidad, en Uruguay, el área agrícola bajo riego no supera el 4% del total. Se considera que el crecimiento potencial del área regada será importante, en la medida en que se base en la construcción de nuevas reservas de agua. Las posibilidades de uso con fines de riego de las fuentes subterráneas son escasas. Por ello, se dispone de las siguientes fuentes de agua para riego: pozos, tomas directas de ríos, arroyos o lagunas (para estas tres alternativas, en varias cuencas ya se han agotado los caudales autorizables), tanques excavados o embalses (represas).
Ante lo expuesto, para fomentar el desarrollo del riego con destino productivo y a los efectos de aumentar las posibilidades de intensificación en forma sustentable, el proyecto propone ciertas modificaciones a la Ley de Riego N° 16.858 de 3/9/1997 y se agregan nuevas disposiciones.
Entre los objetivos, se pretende garantizar el caudal ecológico y que la autoridad de Aguas tenga la posibilidad de reservar una porción del volumen de agua disponible para futuros usuarios. Se intenta así impedir la vulneración de usos futuros para el agua que hoy no se encuentren previstos.
Además, no se requiere ser productor rural para integrar la Sociedad Agraria de Riego (SAR), tal como está establecido actualmente en la Ley N° 16.858. De esta manera, se permitirá que los inversores de otros rubros se puedan asociar. También, de acuerdo con la actual Ley de Riego, se debe tener en cuenta el drenaje y la conducción del agua.
Habrá previsión del control sobre la operación de las obras hidráulicas para que no se afecte la calidad del agua, y un plazo de concesión adecuado a la amortización. Se prevé un marco normativo que ampare la permanencia del vínculo entre las obras de irrigación y las zonas o los titulares de las zonas regadas que dieron viabilidad al proyecto.
El proyecto de ley además tiene en cuenta la creación de la figura del operador de sistema de riego, a fin de contribuir a la profesionalización de los servicios. Estos operadores serían aquellas personas privadas, a quienes les interesa cofinanciar, construir y operar el sistema durante el tiempo de la concesión y obtendrían como contrapartida una remuneración.
La operación de obras hidráulicas de uso múltiple requiere el impulso del Estado, por ser de interés nacional. El desarrollo del riego en Uruguay necesitará apoyarse en un aumento del almacenamiento de agua, lo que implica la construcción de más represas. Los principales factores limitantes para la implementación de proyectos de este tipo están relacionados con las modalidades de financiamiento y los arreglos institucionales durante la preparación, promoción y gestión del proyecto.
Para la CMPP, disponer de sistemas de riego permitirá triplicar las áreas de cultivos, tales como la del maíz. También contribuirá a una estabilización en los niveles de producción de cultivos, que actualmente se desarrollan en secano. Finalmente, propenderá hacia una diversificación en la producción agrícola, especialmente en los cultivos no tradicionales.
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