Paysandú, Domingo 22 de Mayo de 2016

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 22 May PANCHY, UNA ESPINA
Y “UN ZAPATO”
Si. Un zapato hizo que tu gesto me inspirara y te dedicara este momento. Te cuento. Y pon mucho cuidado ya que la velocidad en la que estás viviendo está limitando tu visión. No pretendo frenar tu velocidad ni mucho menos aclarar tu visión. Para eso están los oftalmólogos y oculistas, como quiera llamarlos. Sí pretendo decirte que hay una realidad. Que tal vez no sea tu realidad ni mi realidad. Pero yo estoy seguro que vivo en esa realidad. En tu realidad comprar un zapato sería tomar ese cuadradito de plástico --tarjeta-- e ir y comprarlo. En mi realidad comprar un zapato, requeriría pensar. Que del fruto del trabajo de mi señora, mi hija y yo después de pagar luz, agua, teléfono, contribución, Impuesto a Primaria, la patente de la moto, los víveres, etcétera, si queda algo buscaría un zapato. Requiere que nos juntemos tú y yo y la ayudemos. Tu debes bajar tu velocidad hasta que yo te alcance y entre los dos sería más fácil conseguir que ella encuentre su zapato. Pero déjame que te cuente. Esta cenicienta llamada Panchy perdió su zapato. Ella trabajaba como todos nosotros. A veces mucho y a veces poco, pero un día, en su rato de ocio sintió un fuerte dolor en su pata trasera izquierda y ya no la pudo apoyar. Su dueño preocupado consultó al zapatero que para eso estudió (veterinario). Pero Uds. saben cómo es eso de consultas, medicamentos e inyecciones ¿verdad? Por ahí apareció alguien y dijo “dámela” que yo te la cuido y te la sano y él accedió, pero pasaron los meses y su silueta comenzó a cambiar rápidamente perdiendo la mitad de su masa corporal, ya que no podía caminar mucho y tenía a una hija amamantando y los antibióticos en su estado causaban un efecto contrario. Su dueño, al cual conozco bien, sufría tanto como ella. Y con mucho dolor llega a la decisión de hacer lo inevitable. Pero con el amor que le tiene no se anima: y ahí aparezco yo. Le digo: “No sé si podré salvarla. Pero quiero intentarlo”. La traje a casa de a pie muy lentamente dejando a su hija criada y en muy buen estado (es una madraza). En casa le puse una capa, ya que no era mi intención herir la sensibilidad de nadie. Puse en conocimiento a la Protectora de Animales y ellos a los Amigos de los Animales, y así entre ellos y mis vecinos comenzamos a pelearla desde hace un mes y medio. Hoy está mejorando. Ha cambiado el pelaje, ha aumentado de peso. Porque recordé la historia de un elefante y un ratón cuando éste le quita una espina de su pata.
Con mi vecino Pablo limpiamos su pata herida, encontrándonos con una espina de palo incrustado en su pata. Por eso hoy yo dormía a las 16 horas cuando me interrumpen (los agentes del orden) diciéndome que recibieron tu denuncia por cómo se encontraba mi cenicienta y ni me molesté porque no gasto mi tiempo en eso. Pero ahora que estoy sereneando en Cerrito y Nº 2 me puse a contarte cómo es la historia de Panchy. Me hubiese gustado contarte esto personalmente. En Vizconde de Mauá y Nº 2 (Industrias) me encontrarás siempre dispuesto a compartir una charla, un consejo y así te evitas de ir hasta la comisaría y errar el camino hacia la realidad. Pero gracias por actuar. Yo no creo que haya gente mala como dicen. Yo creo que la gente actúa como siente. Malo sería que no actuaran por miedo a equivocarse.
Un amigo


EDICIONES ANTERIORES

A partir del 01/07/2008

May / 2016

Lu

Ma

Mi

Ju

Vi

Sa

Do

12

12

12

12

12

12

12

12

12

12

12

Diario El Telégrafo

18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com