Paysandú, Lunes 30 de Mayo de 2016
Opinion | 27 May Con jornadas de puertas abiertas, charlas, talleres y otras actividades de divulgación en diversas instituciones, escuelas, liceos y centros culturales se desarrolla la Semana de la Ciencia y la Tecnología, el mayor evento de divulgación de la ciencia uruguaya.
Se trata de una propuesta que crece año a año y que, en esta oportunidad, involucra a más de 2.100 actividades en más de 250 instituciones a lo largo y ancho del país, algunas de Paysandú.
El objetivo de estas actividades es acercar el conocimiento científico y tecnológico a la sociedad, informar qué y cómo se hace ciencia en Uruguay, promover el disfrute por el conocimiento a nivel general y la vocación de futuras generaciones de investigadores uruguayos. En términos más amplios, podría decirse que es una semana dedicada a favorecer una mayor comprensión social de la ciencia y una mejor apreciación del impacto que tiene sobre la actividad cotidiana y la calidad de vida de los ciudadanos.
Reiteradas veces hemos escuchado que Uruguay tiene muy buenas condiciones de ser un país de conocimiento, en el que las riquezas principales sean el talento de su gente. En este sentido, en los últimos años se han registrado importantes avances en materia de producción científica así como un mayor acercamiento a las demandas de la sociedad.
Como señalan los últimos informes sobre Ciencia, Tecnología e Innovación en Uruguay, la consolidación de los grupos de investigación "también permite a los emprendedores que buscan innovar, contar con interlocutores cercanos que les permitan resolver muchos de los problemas que surgen en la implementación de procesos o elaboración de productos novedosos", por lo que "esa capacidad de analizar localmente muchos de los temas que se plantean en el sector productivo, conjugado con un instrumento de promoción de inversiones cada vez más focalizado y una serie de herramientas de promoción de la innovación, está colaborando para que los emprendedores sean más dinámicos".
Esto ha sido posible luego de que, con el acuerdo de su sistema político, el país asumiera el desafío de crear nuevas instituciones y fortalecer las existentes, facilitando el regreso y radicación de científicos uruguayos que estaban en el exterior, creando nuevos instrumentos para fomentar iniciativas empresariales en innovación y desarrollo de ciencia y tecnología, además de comenzar a brindar nuevos instrumentos y oportunidades para jóvenes.
Uruguay cuenta con una guía de ruta: el Plan Estratégico Nacional en Ciencia, Tecnología e Innovación (PENCTI), que fija líneas estratégicas para el sector. La creación, en 2002, del Gabinete Ministerial de la Innovación así como de la Dirección de Innovación, Ciencia y Tecnología, y la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), han sido elementos impulsores del proceso antes señalado.
La ANII, entidad gubernamental que promueve la investigación y la aplicación de nuevos conocimientos a la realidad productiva y social del país y pone a disposición fondos para proyectos de investigación, becas de posgrados nacionales e internacionales y programas de incentivo a la cultura innovadora y del emprendedurismo, tanto en el sector privado como público, también desarrolló el Sistema Nacional de Investigadores, un programa de incentivos económicos a investigadores nacionales categorizados en base a un estricto sistema de evaluación, que actualmente involucra a unos 1.700 científicos uruguayos.
Como un dato ilustrativo, cabe señalar que el año pasado constituyó un récord para la ANII en términos de demanda y proyectos aprobados: fueron presentadas 10.866 propuestas (excluyendo al Sistema Nacional de Investigadores), aprobándose 4.943.
La inversión fue de 30 millones de dólares, a los que se sumaron casi 4 millones de aportes de otras instituciones a través de convenios y una cifra cercana a los 5,5 millones de aportes de empresas, lo que implicó una inyección económica al Sistema Nacional de Innovación de 38 millones de dólares.
A todo lo expresado hay que agregar el rol central de la Universidad de la República, que realiza la mayor parte de la producción de nuevo conocimiento en el país. En este sentido, la producción científica uruguaya ha estado en crecimiento en la última década, habiéndose duplicado desde 2014.
Por otra parte, y de acuerdo a la III Encuesta de Percepción Pública sobre Ciencia, Tecnología e Innovación (2014), también ha habido avances en relación a la visualización del trabajo de los científicos uruguayos y la utilidad del mismo para la sociedad.
Un dato relevante es que el 87% de la población está de acuerdo que la investigación científica y el desarrollo tecnológico deben ser apoyados por el gobierno, aún cuando los beneficios no sean inmediatos, mientras que un 82% opina que Uruguay puede hacer investigación científica propia y vale la pena que lo haga.
Un porcentaje también alto, el 75%, opina que el desarrollo económico y social del país depende en buena medida de la innovación y el 58% valora que lo que se investiga en Uruguay es muy o bastante útil para las necesidades del país.
En definitiva, aunque los recursos nacionales que se destinan a la inversión en ciencia y tecnología estén aún lejos de lo que otorgan otros países de la región, lo cierto es que han ido en aumento y permitido iniciar a desarrollar y fortalecer políticas públicas y generar capacidades nacionales en ciencia, tecnología e innovación. Esto ha permitido que los científicos uruguayos hayan podido tener significativos avances en materia de producción científica en todas las áreas del conocimiento, así como en un mayor acercamiento a las demandas de la sociedad, volviéndose interlocutores cercanos para emprendedores que buscan innovar o empresas que necesitan resolver problemas en sus procesos o el desarrollo de productos novedosos.
En este contexto, la formación de recursos humanos y la posibilidad de contar con ámbitos laborales para profesionales altamente formados, se vuelve fundamental para generar capacidades que sostengan el desarrollo de la ciencia y tecnología en el país evitando la emigración.
Si descuidamos eso, será mucho más difícil acercarse al ansiado objetivo de un desarrollo económico y social sustentable en el contexto de la globalización y la economía basada en el conocimiento.
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