Paysandú, Lunes 06 de Junio de 2016
Opinion | 04 Jun Esta semana, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, fue amenazado de muerte por el líder del cártel mexicano Los Cuinis, Gerardo González Valencia. A priori, no debería preocupar su diatriba --“colgar del puente más alto” al ministro, dijo el capo narcotraficante--, al encontrarse procesado con prisión en Uruguay. Bajo custodia. Encerrado. Bien vigilado. Preso. Pero si se toma en cuenta lo que sucede en México y como los narcos llevan a cabo sus amenazas --todas muy concretas, certeras y espeluznantes--, cabe la preocupación en torno a esta. Hay que tomársela en serio.
González Valencia profirió las amenazas el pasado 26 de mayo, cuando le tomaron declaración para conocer el origen de unos condimentos (pimienta y adobo) que fueron descubiertos en su celda la noche anterior. Cuando el policía que lo interrogó le preguntó si tenía algo más para agregar, respondió que sí. “Me torturaron. Me tuvieron desnudo con temperaturas bajo cero. Si el ministro del Interior, Bonomi, sigue mandando sus guardias a torturarme, que busque el puente más alto del Uruguay donde lo voy a colgar”, espetó. Luego, firmó la declaración. A raíz de esta amenaza, el Ministerio del Interior presentó una denuncia penal ante la Justicia especializada en Crimen Organizado. Desde entonces, Bonomi cuenta con seguridad permanente.
El capo narco vivió entre 2011 y abril pasado en una mansión en Punta del Este, hasta que fue procesado con prisión por el delito de lavado de activos y embargado por 10 millones de dólares, luego de que el caso de los Panama Papers divulgara información sobre sociedades offshore que mantenía junto con su esposa. González Valencia era el encargado financiero del cártel Jalisco Nueva Generación (Los Cuinis). Se convirtió en líder de la organización criminal tras la detención en México de su hermano, Abigael González, en febrero de 2015.
Tras las rejas, este hombre es igual de peligroso. Las redes de los narcos mexicanos se han extendido por el mundo y han llegado hasta Uruguay. Bien lo prueba este caso de González Valencia. Y las amenazas, en México, se cumplen. Cada grupo narcotraficante, además, tiene su sello, su marca, a la hora de eliminar a sus enemigos. Colgados de un puente, despedazados, acribillados a tiros a la vera de una carretera, despellejados, ahorcados con las ropas de las víctimas, decapitados y descuartizados con machete, etcétera. La guerra es entre las fuerzas de seguridad y los narcos, y los narcotraficantes entre ellos. Que no se dan tregua. Desde 2006, cuando el gobierno decidió hacerle frente a los cárteles, la violencia se ha ido incrementando en México.
El blog del narco (elblogdelnarco.com) detalla día a día las actividades de los narcotraficantes, de las muertes vinculadas con ellas y de las acciones de la policía y el ejército contra estos grupos. Se actualiza todos los días. Los últimos posts afirman: “El cártel Jalisco Nueva Generación (el de González Valencia) le arrebata violentamente Baja California sur al cártel de Sinaloa”; “Ejecutan a mujer en Mazatlán”; “Ejecutan a embarazada en fraccionamiento habitado por policías”; “Ejecutan a cuatro en bar de Chilpancingo, mientras veían el fútbol”; “Encuentran a dos ejecutados; uno de ellos decapitado”; “Encuentran a un ejecutado con impactos de bala en una casa en Altares”; “Tiran ejecutado en el rancho de Goyo Murillo, candidato panista por el distrito de Cosamaloapan”. La violencia en México ha provocado más muertos que las guerras de Afganistán e Irak juntas. Según cifras oficiales, en los últimos 10 años murieron alrededor de 180.000 personas, frente a unos 110.000 que suman los dos conflictos en Medio Oriente. México se presenta en la actualidad como uno de los países con un mayor índice de criminalidad, con un altísimo número de asesinatos, vinculados sobre todo con el narcotráfico. Entre las víctimas, se contabilizan también numerosos periodistas.
Este es el México que amenaza al ministro del Interior uruguayo. De repente, conviene deshacerse de González Valencia, especialmente, porque existe tal posibilidad ante el requisito de extradición por Estados Unidos. En ese sentido, Uruguay analiza apoyarse en la Convención Interamericana para el cumplimiento de las condenas penales en el extranjero, firmada por los países que integran la Organización de Estados Americanos (OEA), para que pueda cumplir la condena que dictamine la Justicia uruguaya en ese país, lo que aceleraría su traslado. Para ello, se requiere el consentimiento de González Valencia. Las razones por las que el Ministerio del Interior pretende que el líder de Los Cuinis sea extraditado son, justamente, la peligrosidad del cártel que integra y el temor a que le transmita conocimientos a criminales uruguayos. De acuerdo con el semanario Búsqueda, el exdirector de Policía Julio Guarteche dijo, en 2013, que las organizaciones de narcotráfico en Uruguay crecieron debido a tres motivos: el ascenso de criminales locales en las organizaciones internacionales, los contactos y experiencias de uruguayos en cárceles extranjeras y la presencia de narcos foráneos en prisiones uruguayas. “Cuando nuestros compatriotas que están en las cárceles quisieron amenazar a los narcos extranjeros para marcar la cancha, estos respondieron con preguntas tales como: ‘¿cuántos policías mataste?’, ‘¿cuántos jueces?’”, contó Guarteche en ese momento. Esta semana estuvo en Montevideo una delegación de fiscales mexicanos, que arribó para intercambiar información acerca de las operaciones del cártel Jalisco Nueva Generación en el país. Uruguay está en la mira de los narcos; no hacen falta más pruebas.
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