Paysandú, Lunes 13 de Junio de 2016
Opinion | 12 Jun Hasta el 8 de julio el Fondo de Desarrollo (Fondes), a través del Instituto Nacional de Cooperativismo (Inacoop) recibe expresiones de interés en el proyecto de explotación del predio e instalaciones del padrón urbano 5083 de nuestra ciudad. En buen romance, el predio de la ex Paylana. Una manzana de 42,436 metros cuadrados con construcciones en 21,000 metros cuadrados, en el corazón de la zona industrial.
El Fondes indica que los proponentes pueden mostrar interés en emprendimientos a realizarse en el espacio construido, en el sin construcciones o combinando ambos espacios. También agrega que admitirá propuestas de compra del conjunto del bien, de alquiler de todo el inmueble, de compra parcial del terreno y la maquinaria existente o alquiler parcial de terreno y la maquinaria.
El fracaso de la propuesta de Tessamérica, más allá del empeño y la lucha de los trabajadores de la Cooperativa de Trabajadores de Paylana, que la autogestionaron, lleva ahora a que el Fondes intente reutilizar la planta industrial y su terreno (que le pertenecen) con uno o varios otros emprendimientos industriales.
Muy atrás quedaron los momentos de éxito desde que Paylana SA fuera fundada en el año 1946 --con el impulso de la economía de posguerra mundial-- por un grupo de accionistas sanduceros. La fecha de fundación de la empresa coincidió con el impulso industrial del segundo batllismo, que llevó a Paysandú a consolidarse como polo industrial, dedicándose a la fabricación de tejidos planos utilizando lana producida en el país.
A fines de la década del sesenta, Paylana era la principal textil uruguaya en el ramo, representando sus exportaciones de hilados y tejidos un 70% del saldo exportable del país en esa área. Pero los buenos tiempos fueron quedando en el olvido tras la transformación de los mercados internacionales, precisamente adonde la empresa colocaba la mayor parte de de su producción. El 31 de diciembre de 2011, con 650 operarios, se produjo el cierre de la planta industrial, en un fin de año negro.
Ahora el Fondes, una institución que no tiene por qué pensar en el desarrollo de la ciudad, se propone continuar usando con fines industriales la manzana de la ex Paylana. No obstante, sí corresponde a la ciudad y los poderes de gobierno que la administran y representan tratar de responder una pregunta en apariencia simple: ¿Qué clase de ciudad queremos para dentro de 20 años?
Porque, en verdad, tras años de expresar con fuerza la necesidad de impedir el crecimiento de la antigua zona industrial, porque ha quedado ya en medio de la ciudad, y tras la instalación en un predio al sur de la ciudad del Parque Tecnológico Industrial de Paysandú, no se ha escuchado aun que el gobierno departamental piense aprovechar la gran oportunidad que aparece a la vista.
Paylana, y la zona industrial en sí misma, está enclavada en un área de convivencia a veces conflictiva desde un punto de vista urbano. Se mezclan las áreas de uso industrial con la de uso residencial, sin un adecuado ordenamiento territorial, situación que --de hecho-- caracterizó el crecimiento urbano durante la mayor parte del siglo XX.
En la zona coexisten casas residenciales, plantas industriales, plantas de tratamiento de efluentes industriales, e institutos educativos. Sin dudas, una situación que no es representativa de un desarrollo urbano ordenado.
Pero es evidente que no se puede siquiera imaginar que las empresas que se mantienen en actividad, como Paycueros, Azucarlito y AmBev, vayan a trasladar sus plantas industriales. No tendría sentido pedir algo así.
Pero el caso de la ex Paylana es diametralmente opuesto. Porque es una planta industrial vacía. Y desde el punto de vista del desarrollo urbano es evidente que se le puede dar un mejor destino, sin desconocer los objetivos del Fondes (que llevaron a su fundación) ni a la necesidad de crecimiento industrial en la ciudad.
La oportunidad para inmejorable para destinar esa manzana a fines más urbanos, procediendo a la venta o remate de la maquinaria e introduciendo el bien al mercado inmobiliario para su venta determinando un fin específico. El más claro y necesario es sin dudas derruir las actuales construcciones y levantar allí viviendas.
Con el dinero obtenido en esas operaciones económicas, el Fondes podrá sin dudas cumplir sus objetivos de impulso industrial, pero en un espacio más acorde, que puede ser el Parque Tecnológico Industrial u otro, también alejado del área urbana.
Necesariamente las ciudades deben transformarse en forma permanente, porque sus poblaciones están en constante movimiento y según las épocas, oportunidades y necesidades dedican determinados espacios para fines concretos.
Paysandú sigue dándole enorme importancia al desarrollo industrial, quizás con un formato diferente al de fines de la década del 40 y la del 50, pero igualmente sólido y profundo. Hay mano de obra especializada, hay talleres con buen desarrollo tecnológico y materia prima en abundancia para sostener muchos emprendimientos industriales.
Pero eso no significa que no se tenga la capacidad de apreciar que esta es la gran oportunidad para construir viviendas en un área que ya no puede seguir siendo industrial, porque ha quedado incrustada en la ciudad. Los bienes inmobiliarios y de propiedad que contiene la manzana de la ex Paylana ciertamente deben ser vendidos por el Fondes.
Pero la Intendencia Departamental de Paysandú, que es la institución que debe gestionar la ciudad y su ordenamiento, actual y futuro, debe actuar para en coordinación con aquella institución, instrumentar una política que aterrice objetivos de ciudad en un predio que ya no alberga a una industria.
Claramente, la oportunidad está. Debe determinarse de antemano --eso si-- que quien compre esa gran extensión de terreno, deberá dedicarlo a la construcción de viviendas. Podría ser el espacio para un barrio modelo, con decenas de viviendas, quizás algún edificio, viviendas sociales o cooperativas; o hasta un centro comercial.
Al mismo tiempo la intendencia puede en convenio con el Fondes destinar algunas hectáreas del Parque Tecnológico Industrial para construir allí, con el dinero que el Fondo recibirá de la venta del predio de la ex Paylana, instalaciones industriales para destinar a los interesados en proyectos de explotación.
Paysandú necesita seguir “construyendo, con su paz y progreso”, como expresa el himno del departamento, y dando “vida al trabajo de tus fábricas”, como agrega. Pero es necesario hacer de esta una ciudad de cada día mejor desarrollo urbano. El predio de la ex Paylana no debería seguir siendo ofrecido como sede para industrias, sino como un espacio donde establecer un área residencial de primer nivel, con las comodidades que brinda el espacio y acorde a las necesidades y la demanda.
La gestión está en manos del gobierno departamental y de las negociaciones que pueda establecer con el Fondes. El tiempo es hoy, para que Paysandú siga siendo “Sol de esperanza”.
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