Paysandú, Jueves 16 de Junio de 2016
Policiales | 14 Jun Fueron unos minutos, pero a Silvia Escobar y sus hijas haber sufrido una violenta rapiña por un sujeto que portaba un arma gatillada les parecieron horas. Con la frente en alto --porque inevitablemente hay que volver a la rutina-- y apostada tras el mostrador, Silvia (35) narró a EL TELEGRAFO cómo se sucedieron los hechos que culminaron con dos malvivientes arrestados, uno de ellos por particulares cuando pretendió fugarse del minimercado ubicado en la zona de Joaquín Suárez e Industrias, hecho ocurrido próximo a las 21 del domingo.
“Yo estaba sentada con mi hija de tres años detrás de la heladera y mi otra hija de 17 estaba parada atrás del mostrador; un compañero de mi hija también estaba con nosotros. El tipo (por el malviviente) vino, se mandó para atrás del mostrador con una escopeta recortada que tenía, le apuntó directamente en la cabeza a mi hija y dijo ‘dame todo, dame la plata, esto no es joda, los quemo, quédense quietas’. Estaba con casco puesto”, dijo.
De inmediato, el malhechor tomó dinero que había en la caja –más de 4.000 pesos--, ocasión en que Escobar se trabó en lucha con él.
“Le manoteé el arma y como que lo subí y le empecé a pegar patadas. Forcejeamos hasta cerca de la puerta (una distancia de menos de diez metros) y ahí cuando mi hija vio que yo no lo iba a soltar me ayudó. Gritó ‘papá’ y en el forcejeo se escapó un tiro”, relató la víctima.
“Una compañera que estaba afuera en el auto le fue a avisar a mi marido que nos iban a robar y cuando el tipo salió, lo agarraron afuera y lo redujeron”.
“El ladrón tiró la plata en la vereda pero ya me había rapiñado, ya se había llevado las cosas”. Sobre su decisión de enfrentarlo, Silvia explicó que fue puro instinto. “Me dio como coraje ver que le estuviera apuntando a la cabeza a mi hija; fue horrible”. Ya en la vereda, cuando pretendía fugarse, el malviviente fue aprehendido por el esposo de la víctima y otros vecinos que colaboraron. “Lo sostuvieron y lo ataron hasta que llegó la Policía”, agregó.
Asimismo, aún con la sangre caliente por el momento vivido, Escobar sostuvo entre sus manos la escopeta hasta que arribó personal de la Seccional Tercera. “Después que se disparó en el forcejeo, él la soltó y yo la agarré más fuerte y se le entregué a la Policía”.
En tanto, el otro sujeto, quien le aguardaba en una motocicleta por calle Joaquín Suárez, se bajó de la moto (que luego se comprobó era hurtada) y huyó en dirección al norte, pero fue luego detenido y permanece, al igual que el rapiñero, a disposición de la Justicia de Cuarto Turno.
“YO ESTOY TRABAJANDO...”
Después del episodio, Silvia reconoció que pensó qué habría pasado si el tiro se hubiera escapado en dirección a su hija. “Tenía el arma gatillada y podría haberle disparado a mi hija”, dijo con la voz entrecortada.
“El hecho fue grave porque él entró decidido a todo; si la intención era asustar y robar no trae un arma cargada y apunta directo a la cabeza. Todavía, cuando lo tenían agarrado lloraba que lo soltaran, que tiene una hija de tres años”.
“Hoy me duele todo el cuerpo. Si hubiera estado sola capaz que me corro y dejo que se lleve todo. Pero cuando ves que le está apuntando en la cabeza a tu hija, reaccionás”.
“Tengo los brazos agarrotados de la fuerza que hice y el policía me dijo que (el ladrón) es más alto, o sea que no sé ni cómo saqué fuerzas para forcejear con él. Nunca esperó que le hicieran frente”, sostuvo.
Por su parte, Escobar dijo que los que andan en estas cosas “vigilan todo”. “Entra uno a comprar un cigarro y ya mira quién está, cuántos son y qué hay para decirle a los otros. Yo no puedo cambiar mi vida por un tipo así, yo estoy trabajando. No puedo limitarme, cambiar horarios por ejemplo, por si es tarde y alguien viene con esas intenciones”, expresó la comerciante.
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