Paysandú, Miércoles 22 de Junio de 2016
Opinion | 19 Jun En ediciones pasadas informábamos: “El Jardín Botánico, actualmente en construcción en el mismo lugar donde estuvo el Zoológico Municipal, en el Parque Municipal, podría cumplir una primera etapa de presentación el 19 de Junio, día en que junto al Natalicio de Artigas y al Día del Abuelo se celebra también el Día del Árbol”.
“La directora de Paseos Públicos, Adriana Bozzo, dijo que ‘se sigue trabajando a gran ritmo por los funcionarios municipales en la readecuación y resignificación del lugar, de las viejas jaulas. A las antiguas estructuras se les ha dado un (nuevo) objetivo y función’”.
“‘Estamos sumando técnicos para realizar más intervenciones en el lugar y avanzamos en la planificación de sub espacios considerando las dimensiones del predio’, agregó. En tanto, el Departamento de Servicios procede a la compra de árboles, arbustos y plantas perennes con destino al futuro Jardín Botánico”.
Más allá de que el plazo establecido obviamente no se pudo cumplir --hoy es 19 de Junio y no habrá tal presentación-- la noticia nos congratula plenamente en la medida que es el comienzo de lo que planteábamos tiempo atrás a través de esta misma columna. Es así que en noviembre de 2015, expresábamos: “Crear un jardín botánico, un arboreto y ¿por qué no? un jardín japonés, sería un valiosísimo aporte a la ciudad, un atractivo indudable para visitantes y un valioso aporte para la enseñanza en todas sus etapas. La Intendencia Departamental de Paysandú tiene en su planilla funcionarios con vastos conocimientos y experiencia en la materia y fundamentalmente el imprescindible amor por esas maravillosas flores, plantas, árboles que alegran y hacen más agradable el cotidiano trajinar”.
Y ahora, cuando estamos en etapas de concreción tenemos la obligación de exponer que el Jardín Botánico de Paysandú sería un lugar más que adecuado para recordar y homenajear a Carlos Legar, fundador de la icónica Botica que llevaba su nombre a la vez que protagonista fundamental de un hecho que muestra por un lado la preocupación y el conocimiento de este ciudadano francés por la salud de los sanduceros y por otra lado el respeto y la responsabilidad de toda la comunidad local de ese momento.
Para explicarnos mejor transcribimos una síntesis preparada por uno de nuestros historiadores sobre el hecho: “Si bien no fue la primera, puede considerarse sin dudas que la Botica de Legar fue, junto a la de Rafael Gómez, las que iniciaron una tradición en la especialidad en Paysandú”.
“Carlos Luis José Legar fue un poeta, químico y naturalista francés nacido en Arrás, Paso de Calais, Francia en 1784. Obtuvo el título de farmacéutico en 1807. Durante seis años sirvió en los ejércitos de Napoleón habiendo participado en la campaña de Rusia de la que conservó su uniforme. En 1821, como consecuencia de la persecución de la policía borbónica, al haberse publicado algunas poesías suyas que le valieron varios meses de prisión, Legar partió de Francia para Brasil; tras 18 meses en Rio de Janeiro, se radicó en Montevideo donde en 1830 estableció una farmacia en la Plaza Matriz. Tras un fuerte debate público con la Comisión de Higiene Pública, resolvió radicarse en Paysandú”.
“Fue así que el 1º de agosto de 1835 firmó un contrato con el sanducero Bernardo Bajac, pero días más tarde decidieron anularlo por rescisión de éste último previa entrega de dos mil pesos en medicamentos”. “Ese mismo año se abrió la Botica de Legar que se constituiría en una institución clásica sanducera por más de 120 años, siempre en poder de la familia”.
“Don Carlos Legar, quien en 1835 estableciera en Paysandú la que fuera más que centenaria Botica Legar, tenía sin dudas una personalidad muy fuerte”.
“Durante la Guerra Grande, las boticas fueron los únicos establecimientos proveedores de la Comandancia y del público local, viéndose obligados los boticarios a ejercer simultáneamente la medicina en ausencia de los médicos o por las calamidades causadas por la guerra”.
“Se relata que al reducirse la importación de medicamentos extranjeros por el bloqueo anglo-francés, Legar se vio en la necesidad de cultivar especies farmacológicas en un esfuerzo que fue premiado con creces ya que obtuvo cosechas tan fructíferas que pudo exportar los excedentes de su producción durante varios años a los puertos vecinos del Litoral”.
“En sus famosas sementeras sembró entre otras especies lino, borraja, mostaza, cardamomo, belladona, amapola y cicuta”.
“Sus canteros estaban en su finca particular y, sin que ninguna autoridad de dijera nada, en la Plaza Libertad, hoy Plaza Constitución”.
“En efecto, pese a que Legar mantenía sus canteros en la plaza principal de Paysandú, nadie osó tocar los cultivos por el respeto que se profesaba al botánico”.
Sin ninguna duda corresponde que los sanduceros brindemos un homenaje permanente al hombre y su obra y es de pensar que no habrá mejor lugar para hacerlo que un Jardín Botánico.
Sería sumamente interesante e instructivo ofrecer una réplica natural de sus famosas sementeras donde Legar sembró plantas que beneficiarían la salud de los sanduceros y bien podría hacerse, aunque no pretendemos posar de paisajistas ni artistas plásticos, una composición que incluyera la puerta de la histórica Botica Legar que, esperemos, en algún depósito de recuerdos desechados debe estar.
Es enteramente deseable que en una próxima etapa del proceso de habilitación del Jardín Botánico de Paysandú se concretara este recuerdo de Carlos Legar en presencia de todos los sanduceros.
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