Paysandú, Lunes 27 de Junio de 2016
Opinion | 21 Jun Mientras soplan --por ahora tímidamente-- vientos de renovación en el Mercosur, a partir de la pérdida del poder por gobiernos “progresistas” en Argentina y Brasil, que permite dejar de lado la complicidad autocomplaciente del “club de presidentes amigos” que priorizaba la amistad y la ideología por sobre los intereses comerciales, los serios problemas que atraviesa la región por el cese del viento favorable en el concierto internacional han obligado a buscar alternativas al parate que afecta desde hace prácticamente dos décadas al acuerdo regional.
Es que quince años de infructuosas negociaciones con la Unión Europea --hay responsabilidades de ambos lados-- permiten señalar que el Mercosur no tiene en su horizonte cercano ningún efecto de reversión inmediato para este escenario.
Y como en este mundo dinámico la inacción significa que los demás te pasen por arriba, este es precisamente el punto más negativo de este estancamiento: los competidores que se insertan en el mundo y buscan mejoras comparativas de bloque a bloque o entre países-continente como China y bloques, nos están relegando en los mercados.
En este escenario el gobierno de Tabaré Vázquez, con su canciller Rodolfo Nin Novoa al frente, ha puesto de relieve una postura que difiere con la de su antecesor en cuanto a las prioridades ideológicas, y está abocado a plantear alternativas dentro del bloque, que apuntan a una mayor flexibilidad para negociar por fuera del acuerdo.
Así, Nin Novoa señaló a El País que uno de los objetivos fundamentales de su gestión es dejar “los canales abiertos” con China para que quienes lo sucedan puedan cerrar un tratado, y se ha abocado ya a los detalles de cambio de embajada en el país asiático. Recientemente Nin visitó esa nación y se indicó que Vázquez tiene previsto un viaje a China para octubre próximo.
“Ahora las familias chinas están habilitadas a tener dos hijos. ¿Se imagina lo que eso implicará en materia de consumo dentro de diez años? Tienen un ingreso per cápita de 8.000 dólares, han occidentalizado su dieta. China ofrece muchas oportunidades que debemos aprovechar”, afirmó Nin, quien no ocultó que se abren oportunidades para países como Uruguay si se actúa con diligencia, apertura de mente y con objetivos claros.
Por supuesto, no estamos solos en la carrera, sino que los competidores hacen rato que están jugando este partido. Al gobierno le preocupa que los principales competidores --Australia y Nueva Zelanda-- ya firmaron un TLC con China y el año próximo ingresarán sus productos con arancel 0%, mientras que Uruguay, que además está mucho más lejos, paga 16%. Según datos de un informe sobre China que realizó Uruguay XXI en mayo de este año, desde 2001 la economía del país ha venido creciendo y entre 2007 y 2008 --con la crisis en Estados Unidos-- pasó a ser uno de los mercados con más preponderancia y se convirtió en la segunda economía del mundo. Desde 2009 es el principal exportador de bienes del mundo y el segundo importador.
Pero hay piedras en el camino, y estas ya están asomando de punta en el acuerdo regional. Precisamente la Resolución 32/00 del Mercosur impide a los países miembros la firma de acuerdos bilaterales con países que estén fuera del bloque. Nin dijo que el planteo elevado por Uruguay al Mercosur implica que se deje en libertad a los países para negociar a “distintas velocidades”.
“Habiendo consenso entre los países, pedimos que ante determinados tratados de libre comercio pueda haber velocidades diferentes. Si todos estamos de acuerdo y algunos necesitan más tiempo para liberalizar determinados productos, pedimos que no les impidan a los otros avanzar. Uruguay tiene una economía más abierta que el resto de los países del Mercosur y está en mejores condiciones para cerrar un tratado antes que el resto”, explicó el canciller.
Es cierto, el mercado uruguayo es prácticamente una gota en el mar para China, pero igualmente debe tenerse presente el valor estratégico que podría representar para nuestro país que se lo perciba como cabecera de playa para entrar al mercado del Mercosur.
Las relaciones bilaterales con China indican que hoy Uruguay negocia con este país 28 protocolos, algunos de ellos culturales y de cooperación. En materia comercial se abrieron los mercados para arándanos y citrus, y se procura mejorar en materia de cebada, sorgo, cereales, arroz. “También tenemos que entrar con más lácteos, celulosa, carne ovina”, acotó el secretario de Estado. Pero no todos son rosas en cuanto a perspectivas, si tenemos en cuenta que la posibilidad de apertura hacia China a través de un acuerdo conjunto del Mercosur es algo que, según varios expertos, aparece como prácticamente imposible. “A China no le interesa negociar en conjunto, lo ha demostrado en más de una oportunidad. Sabe que Paraguay no está en posición de negociar (porque reconoce a Taiwán y no a China) y sabe que Argentina y Brasil no están preparados para la apertura que pretende”, indicó Ignacio Bartesaghi, director del Departamento de Negocios Internacionales e Integración de la Universidad Católica del Uruguay. Aunque el cambio político en Argentina y Brasil implica una oportunidad para que Uruguay ponga el tema sobre la mesa en un momento clave, una negociación colectiva es, para Bartesaghi, inviable.
Igualmente, un informe del banco BBVA sitúa a Uruguay como el tercer país de América Latina con mayor dependencia de sus exportaciones a China (por detrás de Costa Rica y Colombia). Si bien hoy en día los principales productos que China le compra a Uruguay son soja, carne bovina y lana, algunos de los expertos consultados entienden que las oportunidades trascienden ese horizonte.
Uno de los sectores en que más ha crecido la importación en China es el de los alimentos, que entre 2001 y 2014 creció a una tasa promedio anual de 18,6%. En este sentido, para Uruguay un TLC no solo sería una ventaja en términos arancelarios, sino además en la negociación de protocolos sanitarios y fitosanitario.
En la línea estratégica para fortalecer el vínculo bilateral con China, Nin confirmó que la cumbre Empresarial China-América Latina y el Caribe, que se celebrará el año próximo, tendrá como sede a Uruguay.
Pero, como se sabe, un TLC, como toda negociación implica un camino de ida vuelta, obtener ventajas y dar concesiones, y es así que aunque los expertos consultados están de acuerdo en que un TLC sería provechoso para el país, también entienden que habría rubros del mercado local que se podrían ver afectados.
Indican que hay riesgos para el sector de la vestimenta o la química e incluso en plásticos, pero mal que pese, este fenómeno ya está instalado y es irreversible porque hay áreas en las que es imposible competir con el gigante chino, y no solo en el plano internacional, sino competir para sustituir productos de importación.
Y como bien sentencia el refrán, si no puedes con el enemigo es mejor unirse a él, y en esta línea establecer mecanismos que permitan vender aquello para lo que tenemos ventajas comparativas, con aranceles preferenciales, y a la vez promover acuerdos para subirnos al tren –chino--, en lo posible mediante acuerdos de complementación que permitan por lo menos ser parte de su empuje en manufacturas, participando en cadenas de producción y armado que nos reditúen beneficios, antes que seguir lamentándonos por una realidad que no podemos torcer.
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