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Paysandú, Lunes 27 de Junio de 2016

Extensionista y docente brasileño participó del curso “Extensión Rural y Asesoramiento Técnico” en Eemac

Rurales | 26 Jun Cláudio Marques Ribeiro, quien ejerce la docencia en la Universidade Federal do Pampa (Unipampa) --Campus de Dom Pedrito, del estado Río Grande del Sur en Brasil--, participó como profesor invitado del curso “Extensión Rural y Asesoramiento Técnico”, que se dicta en la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) y en el Centro Universitario de Paysandú (CUP). Conocido como “Tocha”, se desempeñó por más de tres décadas como extensionista en la empresa estatal de Asistencia Técnica y Extensión Rural (Emater).
En la primera y segunda jornada de este curso, que comenzó el pasado jueves 16 y se extendió hasta este sábado, Marques Ribeiro abordó la ganadería familiar en Uruguay y en Brasil, así como la modernización agraria, el papel de la extensión y la ganadería.
Mientras trabajó en el Área Ganadera Familiar dentro de la Emater, que funciona como el Instituto Plan Agropecuario de nuestro país, Marques Ribeiro cursó la maestría en desarrollo rural y administración y luego el doctorado en el área de desarrollo rural.
Concluida su especialización en 2009, dio concurso público para desempeñarse como docente de la universidad pública, donde trabaja desde 2013. Su ingreso en la Unipampa lo llevó a dimitir de la extensión en Emater, ya que los docentes de la universidad estatal deben tener dedicación exclusiva. Actualmente, colabora en la formación de nuevos profesionales y da clases de administración en el negocio agrario y cadenas productivas ganaderas. Pese a esa renuncia, luego de 32 años de labor como técnico, el brasileño proclama: “mi vida es la extensión”.
Su tesis de doctorado se basó en los ganaderos familiares de Río Grande del Sur. Durante su investigación indagó en la vida y el trabajo de 60 productores ganaderos de diferentes localidades con la finalidad de “comprender las decisiones que habían tomado, sus conductas, los sistemas de producción adoptados, las relaciones mercantiles”.
Ese análisis lo llevó a concluir que antes de adoptar una forma de producir, un sistema de producción, los ganaderos familiares poseen “algo que se llama modo de vida”, entendiendo este concepto como aquello que valoran y que hacen, sus capacidades, los recursos de los que disponen; un conjunto de elementos capaz de determinar el sistema de producción a emplear. “Tocha” expresó que muchos extensionistas tienen la idea de desembarcar e introducirse en los sistemas de producción, sin considerar el modo de vida preexistente.
Marques Ribeiro profundizó en este concepto al señalar que en ocasiones el productor pese a que sabe que puede producir más, no lo hace porque está sujeto a su modo de vida, ligado a una concepción dentro de la cual poseer animales implica tener seguridad. Esta idea de algunos productores los lleva a no comercializar sus animales porque en su modo de vida está implícita la idea de que para tener seguridad deben conservar el ganado. Comprender cuestiones como ésta “es muy importante para quien quiera ayudar a los productores a mejorar su vida y su sistema de producción”.
La idea del docente para este curso en particular era discutir este concepto y mostrar que existe una característica que diferencia a los ganaderos familiares de otros productores. Presentar un escenario sobre lo rural y dónde aquéllos están insertos, discutir acerca de las alternativas para trabajar dentro de un ámbito en donde existen varias características que tornan al productor más dependiente de los insumos externos y de las relaciones mercantiles.
“Tocha” aseguró que por su modo de vida, los ganaderos familiares aún mantienen una cierta autonomía en relación a los mercados y aseguró que este aspecto con frecuencia es visto como un atraso. “En verdad es una característica positiva que tienen, que los diferencia de aquellos otros que están sujetos fuertemente al mercado”, dijo.
Para comprender mejor este concepto, el docente puso como ejemplo la realidad de los productores familiares lecheros, quienes poseen un vínculo mercantil de dependencia muy fuerte con las industrias lácteas. A diferencia de éstos, insistió, los ganaderos familiares más tradicionales “tienen la posibilidad de vender o no su producto cuando ellos lo consideran necesario y no cuando el mercado quiere; eso se llama autonomía mercantil y les otorga otras posibilidades de enfrentar las crisis de mercado”.

LARGO ALIENTO
Para este experimentado técnico, la extensión rural es un proceso educativo de largo plazo que contempla una intervención externa que, a su juicio, debe ser participativa. Requiere de discusiones con las personas involucradas, acerca de cuáles son sus necesidades y voluntades y qué pueden hacer en conjunto para llegar a donde pretenden. También se refirió a la asistencia técnica, que “constituye una parte de la extensión”, y ejemplificó que entra en juego cuando un productor tiene dificultades para regular una máquina o cuando una de sus vacas tiene un problema de salud. Mediante la asistencia técnica, se resuelve ese problema puntual y la intervención se da por finalizada.
La extensión, en cambio, contempla “la vida de las personas, la propiedad como un todo, incluso el estado de salud de la vaca y el problema que ello representa. Se puede resolver un tema puntual utilizando la asistencia técnica que el proceso de extensión contempla pero además se analiza por qué se generó ese problema y cómo los productores pueden incorporar a su saber acciones preventivas, que minimicen problemas de esta naturaleza o en el mejor de los casos, los eviten”.
La primera experiencia de este docente dentro de la UdelaR fue en octubre pasado cuando en la Eemac presentó “Discusión de algunas estrategias de extensión rural para la ganadería familiar”, en el seminario técnico “Extensión rural y asesoramiento técnico para la producción familiar”, que se desarrolló en el marco de la celebración de los 100 años de la Comisión Nacional de Fomento Rural (CNFR).


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