Paysandú, Viernes 01 de Julio de 2016
Opinion | 29 Jun En la última década las relaciones comerciales y diplomáticas entre nuestro país y Argentina tuvieron momentos álgidos, a partir de actitudes proteccionistas y la soberbia intrínseca de los gobiernos K, pese a que supuestamente se trataba de gobiernos con afinidades ideológicas y posturas comunes de izquierda con el Frente Amplio.
Pero a partir del advenimiento de Mauricio Macri a la presidencia en la vecina orilla ha quedado aún más de manifiesto que en las relaciones entre estados hay intereses comunes y líneas de acción que nada tienen que ver con la ideología, como debe ser, y pese a que el expresidente José Mujica cometió el innecesario error histórico de respaldar al excandidato kirchnerista Daniel Scioli en la campaña electoral Argentina, ha sido el nuevo presidente quien se encargó de recomponer las deterioradas relaciones signadas por los desplantes sucesivos de Néstor Kirchner y de su sucesora, Cristina Fernández.
Tampoco debe asumirse que los expresidentes veían en Uruguay a un enemigo o adversario a combatir ni mucho menos, sino que aunque expresaran simpatía hacia la exprovincia díscola, ese ha sido su modo de actuar en las relaciones internacionales e incluso hacia lo interno, aplicando siempre la imposición por sobre la negociación y la razón, donde la rispidez en las relaciones ha sido la constante y no la excepción.
En las últimas horas, la disposición del gobierno de Macri a normalizar y profundizar relaciones con Uruguay quedó confirmada a través de la presencia de su canciller Susana Malcorra, quien se reunió en Montevideo con su par uruguayo, Rodolfo Nin Novoa, y se avanzó en acuerdos en áreas que habían quedado prácticamente congeladas durante años por la actitud de los gobiernos K.
“Uruguay y Argentina han levantado casi todas las restricciones que tenían en el comercio”, destacó precisamente Nin Novoa al compartir una disertación con su par argentina con motivo del Día de la Exportación. La canciller Malcorra coincidió en destacar el buen momento de las relaciones bilaterales y acentuó la importancia de concretar nuevos acuerdos comerciales.
“Frente a la baja de las importaciones, las dificultades del comercio mundial y la pérdida de credibilidad del sistema multilateral de comercio, los países buscan alternativas para dinamizar el comercio asociándose para mejorar las condiciones de colocación de sus exportaciones”, explicó Nin en su disertación, acompañado por Malcorra, este lunes 27 en un almuerzo organizado por la Unión de Exportadores del Uruguay en conmemoración del Día de la Exportación.
Aseguró que “Uruguay y Argentina han levantado casi todas las restricciones que tenían en el comercio entre ambos países y el Gobierno está muy satisfecho con el logro de afinidades que se ha alcanzado”.
En cuanto a los desafíos de Uruguay, los situó en “insertarse en acuerdos comerciales, mejorar los niveles de productividad, y propender a la diversificación y mejora de los mercados. Uruguay debe abrirse al mundo y firmar acuerdos donde sea para mejorar las condiciones de trabajo de los uruguayos", y agregó que "es una responsabilidad de la Cancillería".
En cuanto a las relaciones bilaterales, recordó que Argentina y Uruguay tienen capacidad para alimentar a 400 millones de personas con productos que ofrecen inocuidad, calidad y seguridad alimentaria. Afirmó que Uruguay tiene 178 mercados, pero acotó que lo importante es “ver cómo accede ellos”, por ejemplo con relación a los aranceles. En este sentido, precisó que para ingresar con sus productos a la Unión Europea, Uruguay paga en aranceles 125 millones de dólares y 660 millones de dólares al resto del mundo. “Este es uno de los motivos por los que nuestro país apoya un acuerdo Unión Europea – Mercosur”, señaló.
Su colega Malcorra aspira “a que las fronteras vayan desapareciendo para integrarnos cada vez más”, y recordó que, a partir del encuentro entre los presidentes Vázquez y Macri en enero de 2016, se han destrabado problemas que existían en el relacionamiento entre ambos países.
Señaló que los problemas del Mercosur se “resuelven con más Mercosur y no con menos” y dijo que se “necesita un Mercosur flexible según a las necesidades de los países. La mayoría de los reclamos de Uruguay se referían a la eliminación de las barreras que nos habíamos autoimpuesto los argentinos de manera trivial e inapropiada”, aseveró.
Precisamente estas reflexiones se sitúan en la línea de lo que señalábamos respecto a una postura de los gobiernos anteriores que estaba a contramano del mundo, al aplicar medidas ultraproteccionistas y de subsidios que irremediablemente, con el paso del tiempo, estaban llevando a la inviabilidad de la economía argentina y poniéndola en el camino de la desquiciada economía venezolana.
Y más allá del enfoque particular inherente al conflicto por la instalación de la planta de celulosa de UPM-Botnia, que llevó al apoyo gubernamental a los bloqueos de los puentes sobre el río Uruguay por los activistas de Gualeguaychú, y la decisión del gobierno de la vecina orilla de llevar la dilucidación a la Corte Internacional de La Haya, los problemas en las relaciones comerciales por medidas proteccionistas de los gobiernos K no se centraron solo en el intercambio con Uruguay, sino que fue la matriz en que se pretendió apoyar su política económica de encierro por la falta de crédito internacional que padeció Argentina al no pagar los compromisos de deuda.
Surge sin dudas ahora una expectativa muy favorable en la reversión de este escenario bilateral, que comenzó con la decisión de Macri de dejar sin efecto el decreto de prohibir el transbordo de mercadería en puertos uruguayos, y que por ejemplo en el caso de nuestra zona ha permitido que se iniciara la complementariedad de cargas de contenedores entre Paysandú y Concepción del Uruguay, a cuenta de otros avances. Y esto, por poco que parezca, puede ser determinante para hacer viable la línea del buque portacontenedores Provincias Unidas hasta Paysandú y, por extensión, del propio puerto sanducero.
Precisamente se han abierto expectativas de que pueda concretarse por fin la construcción de la regasificadora de Sayago, que solo es viable si Argentina se compromete a la compra de buena parte de ese gas, y una especie de relanzamiento del Mercosur, dejando atrás el corsé de medidas proteccionistas para abrirse a la celebración de acuerdos flexibles con otros bloques, dejando abierta la puerta para establecer relaciones bilaterales con otros países.
Es decir que con una apertura política y económica liberal en contraste con la utopía del encierro, desde Argentina soplan vientos favorables para la integración y complementariedad con Uruguay y la región, con lo que se generan oportunidades y no certezas, que ya de por sí es mucho más de lo que prometían los fracasados gobiernos con anteriores afinidades ideológicas anteriores.
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