OPINIÓN

Locales | 03 Jul Al doctor Washington Acuña:
Ser médico es ser admirado, esperanza, soporte, calor, capaz de recuperar la salud. Es ser un instrumento de Dios para mantener la vida, un apostolado.
Es la profesión más noble, ilustre, generosa. Tomar una mano, dar una palabra de aliento, comprender, sufrir en su carne. Ser unión y guía, hermano, amigo, calmante de angustia y de dolores, amor, entrega, vida, vocación, servicio de dedicación.
Llegaste tras un llamado como tantos… Era doña Elida, con 95 años. Una señora que fue atendida y su dolor seguía. Sus 7 hijos, nietos, bisnietos y 5 tataranietos a su alrededor presentían que se apagaba una vida muy sufrida, pero siempre adelante. Aquí surge tu figura del médico sentado al borde de la cama, dando aliento, dando fuerza, trasladando a su paciente al Hospital y cuando quedo instalada desapareces como un ángel que cumplió con su tarea, como lo haces todos los días. Gracias, muchas gracias, doctor Washington Acuña.
En el Hospital también la atendieron las doctoras Verónica Aliandre y Alejandra Schawarkoft con el mismo espíritu. A ellas, muchas gracias.
Así extendemos a todos los que estuvieron o atendieron a doña Elida, acompañándonos con muestras de apoyo en momentos tan difíciles.
Hijos de Elida Biglieri