Paysandú, Domingo 17 de Julio de 2016
Locales | 17 Jul Agraviada
El mes anterior mi padre sufrió un ACV el cual le dejó secuelas en la parte motriz. Ante esto toda la familia decidió contratar a una persona para colaborar con mi madre en su cuidado. Por este motivo concurrí a una oficina, agendé hora y me informé sobre los requisitos necesarios para realizar el trámite correspondiente.
En la fecha indicada asistí junto a mi madre. Constaté que las personas eran llamadas por número. Por esto me dirigí a uno de los funcionarios que estaba charlando con una compañera sin atender a nadie y pregunté: disculpe, ¿tengo que sacar número?, yo tengo hora reservada, acoté. Me volvió a preguntar: ¿Cuál es su hora? 14, respondí. -A esa hora será llamada, me respondió (a esto eran las 13:57). Hizo tiempo y esperó con una sonrisa irónica mirándose las uñas y a las 14:02 pronunció mi apellido. Nos dirigimos al escritorio con mi madre. Pidió la documentación, preguntó la fecha en que había comenzado a trabajar la empleada y dijo que nos habíamos excedido por un día y que se debía pagar una multa y que además tenía que pagar un timbre de $145, lo cual no se me había informado cuando agendé.
Pregunto: ¿En qué país vivimos? ¿Cuáles son los criterios para seleccionar gente que trabaja en atención al público? Lo que más me duele es en el estado de angustia que quedó mi madre, que tiene 71 años. ¡Vergonzoso! Para mí eso se llama de una sola manera: ineptitud y falta de compromiso con el trabajo, ¡lamentable!
Gracias
Un giro de 360 grados: mi padre necesitó la ayuda de un fisioterapeuta. Gracias a Dios fue asignada una persona “especial” para realizar las sesiones. Lo expreso de esa manera porque cada vez que concurre a la casa de mis padres está garantizada la diversión y el disfrute. Sin duda esto ha contribuido a su recuperación. Toda la familia está plenamente “encantada” con su entrega. Esta persona es muy conocida en nuestra ciudad. Un lujo y realmente: ¡Felicitaciones!
La cereza del postre
Hace 8 meses fui operada de un problema ginecológico. Según los resultados de los análisis tenía un tumor benigno cerca del ovario izquierdo. En principio el profesional que me atendió me sugirió que lo mejor sería operar con laparascopia, en primera etapa y posteriormente ir a la anestesia general para terminar.
Al despertar en el CTI intermedio, rodeada de cables, un dolor insoportable, una sed agobiante y la mente perturbada, no entendía nada. Sin embargo ese ser de “luz”, ese profesional de vocación eligió las mejores palabras para decirme que había tenido que extirpar todos mis órganos y con un tratamiento iba a mejorar.
Pregunté: ¿esos tratamientos que se te cae el pelo? No necesariamente tienen que ser así tan agresivos, respondió con rapidez, con esa intuición que solo los seres “elegidos” tienen.
Hoy estoy segura que él tenía la certeza que debía someterme a un tratamiento de quimioterapia, él no necesitaba los resultados de la anatomía patológica. A eso le llamo yo cuidar al paciente en el momento crítico.
Sin embargo mi mente aturdida, embarullada, procesó a pesar de sus palabras de aliento “...ah, tengo cáncer”, esa enfermedad tan temida, hasta la palabra da miedo.
Pasó el tiempo, luché con 6 sesiones de quimio pesada y estoy viva.
A ese ser de “luz”: honesto, responsable, estudioso, comprometido, padre ejemplar, quiero decirle que estoy profundamente agradecida y considero que sin su intervención hoy no estaría aquí.
A estas personas que “honran la vida”, merecen lo mejor de ella.
Ojalá hubiese más uruguayos, como él y como el dicho dice: “a quien le quepa el saco que se lo ponga“.
Intensamente Uruguaya
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