Paysandú, Miércoles 27 de Julio de 2016
Opinion | 23 Jul El gobierno uruguayo asegura que Venezuela se está portando bien y que debería asumir la Presidencia del Mercosur el próximo sábado 30 de julio. En cambio, Brasil boicotearía la cumbre que se realizará ese día en Montevideo y echaría por tierra la posibilidad venezolana de tomar la posta que le pasa Uruguay. Ya de por sí esta controversia es un eslabón más de la cadena de desencuentros entre los países de la región, que demuestra una manía casi perenne de mostrarse desunidos y con graves problemas para alcanzar acuerdos.
Según informó ayer El País, el gobierno uruguayo tiene información de que Brasil no vendría a Montevideo a la reunión del Consejo de Mercado Común del próximo fin de semana, donde se decidirá si se convoca a una posterior cumbre presidencial para transferir la presidencia pro témpore del Mercosur a Venezuela. El canciller Rodolfo Nin Novoa confirmó esos rumores pero sostuvo que la cancillería brasileña no se ha manifestado oficialmente al respecto. El ministro de Relaciones Exteriores, en una comparecencia en la Comisión de Asuntos Internacionales del Senado --a solicitud del senador del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou--, añadió que negocian con discreción para asegurar la presencia de los ministros el sábado venidero.
Para la administración de Tabaré Vázquez, Venezuela está haciendo los deberes que le exigen Brasil y Paraguay, los dos países que se oponen a la asunción de la nación bolivariana en la presidencia del Mercosur. Alegan que en territorio venezolano no hay garantías democráticas y que flaquean las libertades. El argumento del gobierno de Uruguay para respaldar a Venezuela, es que Caracas el jueves adoptó el arancel común del bloque, que estaba pendiente desde 2012.
Venezuela internalizó además las reglas de origen de las mercaderías, dos normas “importantes” para Uruguay. Una de las causas que Brasil alegó para pedir la postergación de la entrega a Venezuela de la presidencia del bloque fue el incumplimiento de diversas normas como las que acaba de regularizar, según explicó a principios de mes el canciller brasileño José Serra en una visita a Montevideo. El pasado lunes 18, el gobierno de Maduro estableció que los niveles del arancel sean superiores a los consolidados por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Nin Novoa le reafirmó a los senadores de la oposición y el oficialismo que Uruguay no se quedará con la presidencia del Mercosur y que se la pasará a Nicolás Maduro, salvo que Venezuela decida renunciar al mando del bloque por su propia cuenta. En ese caso hipotético --que no parece ser una posibilidad real--, Argentina recibirá el mandato del Mercosur por seis meses.
En esa misma reunión en el Senado, el subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores, José Luis Cancela, manifestó la preocupación por la situación que atraviesa el bloque a la que tildó de “muy seria”. Habló de la necesidad de traspasar la presidencia para no generar una parálisis en el Mercosur. Agregó que la única salida es apegarse al derecho internacional. “Es nuestra única arma, está en nuestro ADN”, aseveró. También dijo que más allá de los incumplimientos que existen dentro de este mercado, algo que Uruguay tiene mucho para decir de sus vecinos, no hay motivos para apartarse del cumplimiento de las normas.
En concreto, la cancillería uruguaya considera que en Venezuela no existe una ruptura que justifique que a este país se aplique la cláusula democrática establecida en el protocolo de Ushuaia. “No deberíamos focalizarnos en el estado de democracia, que es opinable, siempre hay matices. El foco debe estar en el estado de derecho”, indicó Cancela.
La posición de Uruguay parece ser un quiero y no quiero. Tiempo atrás Nin Novoa mencionó que en Venezuela existe una “democracia autoritaria”. Una contradicción que no resiste argumentos a favor. Se sabe que en suelo venezolano pasan cosas, algunas bastante graves. Que el Mercosur lo dirija un gobierno a la deriva genera preocupación y, por lo menos, merece ser revisado por el bloque y sus presidentes. El propio secretario general de la OEA, el excanciller uruguayo Luis Almagro, ha pedido que se aplicara la Carta Democrática a Venezuela, que podría implicar la suspensión de ese país del organismo regional.
El Partido Nacional mantiene una visión opuesta a la del oficialismo al afirmar que en Venezuela “no hay garantías” para que asuma la presidencia pro témpore en el próximo semestre. En la reunión de la comisión de Asuntos Internacionales del Senado, Lacalle Pou recordó que ya ha habido casos de cambios en la presidencia del Mercosur: en 2014, justamente Venezuela estuvo un año al frente del Mercosur, entre otras razones por la enfermedad de la expresidenta argentina Cristina Fernández, a quien correspondía asumir la presidencia pro témpore, y la suspensión de Paraguay del bloque.
En esa instancia, el canciller no adelantó a los senadores otros detalles de lo que propondrá Uruguay a sus socios de la región. Lo cierto es que el gobierno de Caracas genera divisiones en todos lados. En su país, en el nuestro, en los que conforman el Mercosur. Una perla más de indefiniciones de un mercado que no termina de arrancar y cada vez se ve más envuelto en idas y vueltas, sin resolver los asuntos de fondo y alejándose cada vez más del mundo.
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