Opinion | 25 Jul Hoy es el día Internacional de la mujer afrolatinoamericana y afrocaribeña y se recuerda desde 1992, tras un encuentro efectuado en República Dominicana, con el objetivo de promocionar sus derechos y visibilizar la discriminación aún existente en un sector de la población que padece el ensanche de las brechas sociales, a pesar de la dialéctica y transformaciones en el idioma.
Los datos oficiales reconocen anualmente que a pesar de una mejora en los indicadores de pobreza, desempleo y nivel educativo, las diferencias entre una población y otra se sostienen con el paso de las generaciones, al igual que las situaciones de discriminación racial en Uruguay.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) demuestra que el 21,1% de las mujeres afro viven en hogares pobres, al tiempo que las no afro en esas circunstancias representan al 8,5%. La tasa de desempleo entre las mujeres afro es del 14% y en las no afro del 6,6%. Un 11,7% de las mujeres afro recibió educación terciaria y ese porcentaje sube al 23,3% entre las no afro. Las mujeres afrodescendientes jefas de hogar son el 13,5%, al tiempo que entre las mujeres no afro el porcentaje desciende al 10,3%.
Una de cada cinco mujeres afro que trabajan, lo hacen en el servicio doméstico, que permanece como la ocupación histórica dentro de ese colectivo. Es decir que su situación social persiste bajo el estigma del proceso colonizador, en tanto es el grupo humano con mayor vulnerabilidad y experimenta múltiples formas de discriminación por su condición de género y herencia étnica.
Sin embargo, esta población –además de someterse al sexismo-- se encuentra bajo las presiones de sus congéneres blancas, que en ocasiones se presentan como sojuzgadoras en diferentes ámbitos y así perjudican las posibilidades de ascenso familiar, económico y personal, en tanto son quienes definen la condición de feminidad que implican roles estéticos o socioculturales en cada país.
Los movimientos afrodescendientes han podido hacer muy poco al respecto en América Latina y orientaron su lucha en las condiciones de opresión de la población masculina. Es así que las generaciones actuales han sido herederas de aquellos perjuicios y estereotipos que se constituyen en los elementos de base para su exclusión del plano económico, intelectual, artístico y cultural moderno.
En general, en América Latina y el Caribe siguen invisibles en las estadísticas regionales y, por lo tanto, se desconoce la incidencia real de esta problemática. El alcance de las políticas de género a nivel continental para esta población se acota a determinados márgenes y no se ensancha hacia los aspectos netamente educativos a través de la publicidad, donde los modelos blancos y de estilos de vida europeizados ganan una mayor visibilidad en esta América interracial y más rica de lo que presenta en sus pantallas o aplicaciones.
El viernes pasado se retomó el Diálogo Sociedad Civil - Estado sobre Mujeres Afrodescendientes, en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, para que arroje luz sobre los diversos compromisos asumidos por el Estado a nivel nacional e internacional.
Los ejes del trabajo se aplican en torno al derecho a una vida libre de violencia de género, al acceso a una educación y cultura sin estereotipos culturales de género, a una vida saludable, a mejores oportunidades de desarrollo en el mundo del trabajo productivo y empresarial, al empleo de calidad y desarrollo de capacidades laborales.
Así se comenzará el diseño de una estrategia nacional o denominada Estrategia de Montevideo, que surgirá de la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe de la Cepal, que se desarrollará en la capital del país del 25 al 28 de octubre.
El pasado 3 de julio, el colectivo Mujeres Afro del Uruguay convocó a mujeres afrodescendientes residentes en Uruguay a una foto grupal, con las cuales se elaboró una gigantografía que se presentará hoy en la escalinata del Palacio Legislativo, en apoyo a la iniciativa presentada por la bancada bicameral femenina. El mural permanecerá allí durante algún tiempo y se exhibirá en organismos y lugares públicos que lo soliciten, además conformará una exposición ambulatoria en instituciones, fundamentalmente centros educativos para divulgar la causa social, centrada en la lucha contra el racismo, el sexismo estructural y la discriminación con énfasis en las mujeres.
Es así que se observan mujeres provenientes de distintos países, afincadas en Uruguay, con variados atuendos que preconizan y visibilizan su sentir afrodescendiente. Durante su lanzamiento participará el presidente de la Asamblea General, Raúl Sendic, y el presidente de la Cámara de Representantes, Gerardo Amarilla, así como parlamentarias de todos los partidos y representantes de la sociedad civil.
Los analistas estiman que estas poblaciones se encuentran frente a una racialidad masculinizada y una feminidad racista, y reclaman una deconstrucción de estos movimientos para el aporte de una consolidación democrática, incluyente y visible de la diversidad como tal.
Un feminismo negro o afrodescendiente, que no tema a las palabras y sea capaz de romper con viejas estructuras europeizadas y heteronormativas aclarará la situación y reportará a los gobiernos las necesidades no resueltas a pesar del cambio de los gobiernos.
Probablemente, si preguntáramos a las nuevas generaciones cómo se imaginan una foto para este evento, responderían que ven a una mujer negra con el brazo en alto y su mirada fija. Sin embargo, la sonrisa esperanzadora y paz de sus rostros demuestra la madurez de una casta que no calcula las metas ni a corto ni a largo plazo, sino que fluye a través de los objetivos cumplidos por unos pocos en las generaciones siguientes y van logrando que la utopía avance, mientras marchan hacia el horizonte.