Opinion | 30 Jul Los sanduceros no nos hemos terminado de conmover por el cruel asesinato de David Fremd, que sucedió en pleno centro a plena luz del día, que el tema nos vuelve a dar dolores de estómago y de cabeza. El caso ha dado una vuelta de tuerca que genera preocupación y, sobre todo, indignación. El solo hecho de saber que el asesino podría no recibir la pena merecida por ser declarado “inimputable” genera escozor. Más allá de una pericia psiquiátrica, debería prevalecer la variable de la alarma pública ante la posibilidad de que este tipo, al no encerrarlo en una cárcel, vuelva a cometer el mismo crimen o uno peor. Se trata de un homicidio que marcó un precedente en Paysandú y en el país por las características y el móvil utilizado.
El informe psiquiátrico elaborado por médicos del hospital Vilardebó de Montevideo concluyó que Carlos Omar Peralta, el hombre que el 8 de marzo asesinó a puñaladas al comerciante David Fremd, por su condición de judío, padece una enfermedad mental aguda y recomienda que sea recluido en una dependencia donde se le pueda brindar asistencia psiquiátrica y no en una cárcel común.
El juez penal de Paysandú, Fabricio Cidade, había concluido que actuó por razones religiosas y lo imputó por el homicidio y por el delito de odio y lesiones, al herir también a un hijo de la víctima. Ahora este reporte del Vilardebó puede determinar un cambio importante respecto a la situación procesal de Peralta, a quien un perito forense del Poder Judicial ya había declarado imputable y, por tanto, responsable de sus actos.
Tras ser procesado, Peralta --un maestro de 35 años que años atrás se había convertido al Islam y por eso adoptó el nombre de Abdullah Omar-- fue derivado al hospital Vilardebó, donde permaneció alojado durante algo más de un mes, pero luego fue trasladado al Centro de Diagnóstico y Derivación del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) que funciona en la antigua Cárcel Central.
Este giro en torno al caso también afectará la reconstrucción del crimen previsto en estos días. “Justo apareció el informe y eso hizo cambiar un poco. En el informe médico dice que es un sujeto peligroso y que requiere internación urgente. Además de que no estaría en condiciones de traerlo y exponerlo a una diligencia probatoria con público, con víctimas y testigos. A eso (la reconstrucción) lo tenemos pendiente. Voy a disponer el informe antes de realizar esa diligencia probatoria”, afirmó Cidade a EL TELEGRAFO.
La pericia presentada por los profesionales del hospital mental habla de que es portador de una enfermedad psiquiátrica importante y se recomienda una internación en un centro acorde con la enfermedad que él tendría, según este diagnóstico. “El diagnóstico elevado confronta con el primero que se le realizó en que, si bien se le detectó alguna posible enfermedad, había resuelto que era imputable. Sobre esa base voy a disponer a la brevedad que se realice una nueva pericia psiquiátrica, pero por peritos forenses, porque el informe médico tiene valor como tal, pero no vincula con la resolución judicial”, insistió Cidade.
El hospital Vilardebó es el mayor hospital psiquiátrico público para pacientes agudos en Uruguay. La institución psiquiátrica tiene un fin terapéutico y de reinserción social; lo cual a primera vista se asemejaría a alguno de los fines del sistema penitenciario. Dentro de su población, aproximadamente el 50% de los internos son judiciales. Estos pacientes inimputables se encuentran distribuidos en salas abiertas (de internación común) y salas de seguridad.
Se declara inimputable a una persona cuando el psiquiatra determina que no tuvo consciencia en el momento en que cometió el delito y no era capaz de medir las consecuencias de sus actos. Para los individuos que delinquen y son inimputables (especialmente para los homicidas) se indica la internación en el Vilardebó, aunque también se puede solicitar la internación domiciliaria con tratamiento ambulatorio.
Los más peligrosos permanecen internados en la sala de seguridad intermedia número 10, o en las salas de máxima seguridad 11 y 16. Todos los movimientos dentro del hospital y hacia fuera son de disposición del juez, quedando el hospital solo a cargo del cuidado y del tratamiento psiquiátrico. Los pacientes judiciales no tienen una condena que cumplir, sino un tratamiento por completar. El fin de la estadía también lo determina el juez a cargo del caso.
El asesino de Fremd nunca admitió el hecho, pero fue consciente del acto, lo hizo con total premeditación y lo llevó adelante. Acuchilló en el medio de la calle a un hombre indefenso, que no le había hecho nada. Por otra parte, hasta ese momento estaba tan cuerdo como para dar clases en una escuela, sin que en Primaria nadie notara nada especial en él.
El juez Cidade dijo que el diagnóstico médico le brinda otro carácter al asunto, por el tema de inimputabilidad, pero no es determinante. La conclusión final saldrá del perito forense, así sea el local o a través de una junta de psiquiatras del Instituto Técnico Forense de Montevideo, debido “a la complejidad” del caso. “Las conclusiones hablan de un sujeto peligroso. Para encaminar las cosas, dispondré la realización de una nueva pericia”, añadió. Pero en los hechos no importa qué tan loco pueda ser: es un asesino motivado por terrorismo religioso. En cualquier parte del mundo sería catalogado como un terrorista más, como cualquiera de esos “locos” que salen a matar en nombre de grupos extremistas ya sea con un cuchillo, un arma de fuego o inmolándose entre una multitud. Y si sobreviviese al ataque, solo le espera una condena de por vida en cárceles de máxima seguridad en el mejor de los casos, o hasta la pena de muerte.
La sociedad sanducera espera expectante esa determinación, en especial, la familia del hombre asesinado con saña. Son varios los casos ya que se declaran inimputables pese a la gravedad de los hechos, como el hombre que asesinó a su hija en 2012 y fue a parar al Vilardebó. Esperemos que con el asunto de Fremd la cordura predomine y esto no vuelva a suceder.