Paysandú, Jueves 04 de Agosto de 2016
Opinion | 02 Ago El anuncio de que en un mes será inaugurado en Fray Bentos el Instituto Tecnológico Regional de UTEC constituye un acontecimiento muy significativo para quienes desde siempre hemos señalado la necesidad de que, en el marco de una actualización del esquema educativo y de formación técnica del país --mucho menos ambiciosa en su proyección que la reforma que se necesita en educación--, logremos preparar a los jóvenes para los desafíos de estos tiempos.
En este caso, se incorporarán en la UTEC unos 2.500 metros cuadrados en predio del exfrigorífico Anglo de Fray Bentos. De acuerdo con lo manifestado por el director del instituto, Rodolfo Silveira, “su construcción se logra gracias al aporte de capital propio incluido en el Presupuesto Nacional, una donación de 4.000.000 de dólares realizada por la empresa UPM y un aporte de equipamiento de China con valor de 3,5 millones de dólares”.
Con el fin de dar este paso, se encuentran ya en Uruguay los técnicos chinos que comenzarán el montaje del equipamiento de última generación por un valor de 3,5 millones de dólares. La UTEC, que fue creada durante el gobierno de José Mujica, no contará con una sede única, sino que se incorporan sedes regionales para funcionar en distintas localidades. Se abre así el espectro de matrícula a estudiantes de una amplia región en cursos que deberían apuntar al sentido práctico de la capacitación. Es decir, deberían superar el carácter genérico --y muchas veces desacompasado de la realidad-- con el que se han dictado durante décadas en nuestros institutos estatales.
El equipamiento a incorporar por los técnicos chinos apoyará el desarrollo de la carrera de Mecatrónica, pero también se incluirá informática y los cursos con modalidad virtual o a distancia. En el predio del exfrigorífico Anglo se ofrece Mecatrónica, que conjuga electrónica, informática y robotización. En tanto, el próximo año se habilitarán otras dos carreras: Tecnicatura en Informática --presente en Durazno y para la que hay gran demanda en Fray Bentos-- y Tecnólogo en Jazz y Música Creativa, a la que Silveira calificó como “bastante peculiar, pero que la UTEC considera importante”. Al ser consultado sobre la razón de incluir esta carrera en una universidad tecnológica, consideró que es “porque queremos romper con eso de que arte y tecnología no tienen nada que ver; es todo lo contrario, tienen mucho que ver y más en este momento, cuando la tecnología impera”.
Más allá de que puede ser chocante para una evaluación tradicional en los perfiles de enseñanza esta carrera, no debemos hacer hincapié en los detalles, sino en la visión general. Surge una evaluación positiva sobre que se instale una universidad tecnológica en el Interior para el desarrollo de cursos a tono con la demanda de las empresas, más allá de las áreas tradicionales.
Debe evaluarse que la ocupación de mano de obra que antes se centraba en sectores primarios con algún valor agregado, en la industria y en la producción en general ahora se ha diversificado hacia el área de los servicios, la tecnología, la robotización de los procesos en muchas posibilidades, y la informática como venta de servicios del conocimiento, nada menos.
Es tal vez un exceso de optimismo pretender que con este paso estaremos ante un acontecimiento revulsivo, pero sí por lo menos es un avance en la dirección correcta, a cuenta de mayor cantidad y calidad, sobre todo con las dificultades de la enseñanza tradicional y superar carencias que se manifiestan con serias consecuencias en varios órdenes.
Debe traerse a colación --para ubicarnos donde estamos parados y de dónde venimos-- que, como bien señala Silveira, la UTEC comenzó en 2014 “desde cero” y hoy ya cuenta con casi 400 estudiantes en seis carreras, con dos centros en Colonia, uno en Fray Bentos, uno en Paysandú y dos en Durazno, para lo que hasta el momento se han edificado o remozado unos 4.000 metros cuadrados de construcción.
El hecho de habilitar regionales de la UTEC específicamente para el Interior es un paso efectivo en la descentralización de la enseñanza. Conlleva retos adicionales con respecto al esquema de instalarlos en la capital, como era habitual, cuando desde el Interior todos los potenciales estudiantes se deben arreglar para inscribirse, alojarse y estudiar.
Al tratarse de una universidad ubicada en el Interior y cuyos estudiantes viven en la región --incluso no necesariamente en los centros urbanos--, los programas de estudio incluyen componentes virtuales para no hacer viajar a los alumnos, ya que no es tan fácil moverse de una ciudad a otra.
Además, en lo que respecta a la contratación de docentes, deben romperse los esquemas habituales que hacen que resulte más atractivo para los profesores concentrarse en centros de estudios capitalinos, donde están mejor remunerados y, por regla general, cuentan con una serie de beneficios que no tienen en el Interior.
Y sobre todo, en la capacitación de los estudiantes, nos encontramos con que en lugar de dictarse cursos en áreas tradicionales, se apunta a atender las realidades territoriales, contemplando las necesidades laborales en cada región.
No basta con el qué, sino que hay que tener en cuenta el para qué. No es lo mismo el esquema de trabajo que se da en emprendimientos productivos de departamentos del norte del río Negro que en el sur y cercanías del área metropolitana, o en otras regiones que requieren otras áreas de actividad.
Como bien señala el director de la UTEC, además “no son los mismos requerimientos de base tecnológica en Fray Bentos, donde hay un uso intensivo de agricultura para la soja, por ejemplo, a lo que puede ocurrir en Rivera, donde hay un fuerte componente de logística, una carrera que el año que viene comenzará allí”.
Es decir que a una oferta educativa rígida y homogénea propia de otros tiempos, por lo menos se alcanza con este paso, como también se ha hecho a través de la descentralización en diversos esquemas educativos por la Universidad de la República e institutos privados, un aggiornamiento gradual hacia la complementación entre la oferta y la demanda de la fuerza laboral, que no es poco decir en un país con sus esquemas educativos anquilosados.
Sin olvidar que lamentablemente en Uruguay tenemos todavía pendiente un aspecto central, como lo es la falta de preparación y la deserción de los egresados de Secundaria, uno de los principales problemas a los que no se ha dado solución y que necesita respuestas integrales desde la propia sociedad, desde el núcleo familiar y desde el sistema educativo.
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