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Paysandú, Domingo 07 de Agosto de 2016

Un problema que no se puede embolsar y tirar

Opinion | 04 Ago No hay que ir muy lejos de nuestra propia casa para darse cuenta que las bolsas de plástico resultan útiles para algunas cuestiones del día a día pero son un grave problema a mediano y largo plazo. Una mirada por muchos de nuestros espacios baldíos y cercanías de arroyos sufren a menudo la inapropiada acción de ciudadanos irresponsables que eliminan sus desechos en esos espacios sin ningún tipo de conciencia de impacto que generan, siendo además un problema para los sistemas de clasificación de residuos en aquellos lugares que existen.
Desde hace varias décadas las bolsas plásticas --comúnmente llamadas 'de nylon'—han sido una solución barata, práctica y resistente para múltiples usos. En este sentido, la facilidad con que son entregadas al consumidor con la compra de diferentes mercaderías y la falta de estímulo en cuanto a la utilización de alternativas sustentables o la ausencia generalizada del hábito de utilizar otros medios de traslado para las mismas –como la clásica “chismosa”, de la que también han surgido diversas versiones modernizadas--, no facilitan la disminución de su uso.
A modo de ejemplo, cabe señalar que en Uruguay se utilizan aproximadamente mil millones de bolsas plásticas en el año —de las cuales un 80% son importadas--, lo que equivale a unas 350 por persona. Según datos aportados tiempo atrás por el Ministerio, los grandes supermercados utilizan el 90%, las farmacias un 4 %, al igual que el Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu), y las estaciones de servicio un 2 %.
No obstante, desde hace ya algunos años y debido a la contaminación que producen, son varios los países del mundo que están analizando cómo hacer para dejar se usarlas. Los problemas que provocan son múltiples, ya que debido a su bajo peso las bolsas mal dispuestas tienen alta y fácil dispersión tanto en el medio urbano como rural y provocando la contaminación de cursos de agua o convirtiéndose en elementos obstructores en cañerías y desagües, así como del aparato digestivo de algunos animales que las confunden con alimentos y generalmente mueren el ingerirlas. Un dato no menor es que demoran un promedio de 150 años en degradarse.
Tiempo atrás, algunos supermercados uruguayos pasaron a utilizar bolsas oxo-degradables (fabricadas con aditivos químicos para iniciar y acelerar su degradación por efecto de la luz ultravioleta de la radiación solar, calor o tensión mecánica) y en los últimos años ha habido diferentes proyectos que se proponían “sacar la bolsa del medio”. Por ejemplo, hace nueve años se aprobó un decreto que establecía las normas reglamentarias para la gestión de residuos de envases primarios, con el objetivo de lograr la efectiva disminución de los efectos ambientales de la disposición incontrolada de estos residuos. Esta norma estaba enfocada al grupo de residuos de envases post-consumo e incluía la obligación de las grandes superficies comerciales de contar con planes de acción para disminuir la cantidad de residuos de bolsas plásticas, a través de un proceso de reciclado o destrucción final. A pesar que el Decreto que lo reglamenta es de 2007, no hubo gran cumplimiento de esa norma.
Ahora, el Poder Ejecutivo remitió al Parlamento el proyecto de uso sustentable de bolsas plásticas para afrontar el problema ambiental que generan cuando son desechadas. Este proyecto de ley surge como resultado de un proceso de intercambio realizado desde la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) del MVOTMA con distintos actores públicos y privados, considerando especialmente a los gobiernos departamentales, encargados de la gestión de residuos.
La iniciativa propone, entre otras acciones, prohibir la entrega gratuita de bolsas plásticas y que quienes las suministren ante un pago de contraparte participen de campañas de concientización que apunten a la comprensión y adhesión de la ciudadanía a esta propuesta.
Asimismo, deberán contar con identificar las bolsas que suministren, contar con un sistema de recolección y ofrecer a la venta bolsas reutilizables. Por su parte, el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) establecerán los mecanismos necesarios para el cumplimiento y control de lo dispuesto, con la fijación de un precio mínimo y condiciones para su facturación.
De acuerdo a lo informado por el Ejecutivo, para su elaboración se tuvieron en cuenta experiencias internacionales y se revisó normativa extranjera. En el ámbito nacional se consideró el Plan de Acción Estratégico para la Gestión Sustentable de Bolsas Plásticas elaborado por la Dinama en setiembre de 2009 y otros antecedentes como la Ley de Envases y Residuos de Envases, así como la reglamentación antes mencionada, que data del 23 de julio de 2007.
La propuesta ahora presentada prohíbe la fabricación, importación, distribución, venta o entrega a cualquier título de bolsas plásticas que no cumplan con las características establecidas en la reglamentación, razón por la cual sólo se entregarán al consumidor bolsas plásticas cuyo fabricante o importador haya obtenido el correspondiente certificado de tales características. Se incluyen las bolsas plásticas que sean vendidas al por mayor o menor en cualquier rubro o actividad, pero se excluyen por razones de inocuidad o higiene alimenticia, cuando se necesite transportar o contener ciertos productos como pescado, carnes, aves y derivados cuando se encuentren crudos.
Como en otros planes similares que se han instrumentado en diferentes países, la iniciativa tiene como bases la reducción del consumo promedio de bolsas plásticas por habitante, la promoción del reúso y reciclado, la sustitución de materiales tradicionales por otros de más fácil degradación y la mejora de la gestión de residuos sólidos urbanos. Más allá de la normativa vigente y la que pueda establecerse –y de su contralor de cumplimiento por parte de las autoridades—será muy difícil avanzar en la reducción del impacto ambiental de las bolsas plásticas si no se logra un cambio cultural en la población hacia el uso responsable de este objeto sin el cual el mundo vivió tanto tiempo y ahora causa complejos problemas en el hábitat de muchas especies, la calidad de vida de las personas y el medioambiente en general. Problemas que no se pueden embolsar y tirar.


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