Paysandú, Domingo 04 de Septiembre de 2016

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 04 Sep LUIS: NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA…
Cuando empiezo a escribir, se me anuda la garganta y la angustia no me deja casi continuar. Es muy difícil reseñar en pocas palabras el hombre de bien, el compañero ideal y el ser humano honesto a carta cabal; el amigo que se llevó tantos secretos…
Te conocí cuando aún trabajabas en el cine Avenida, yo apenas era un estudiante. Amigo de la familia, recuerdo haber estado muchas veces en tu casita, allá por Leandro Gómez y Verocay, y después en una humilde piecita en barrio Residencial del Este, donde atendí tantas veces a tu querida madre, quien te adoraba.
Después fuimos compañeros en Climesa, Simed, siempre vos con tu Radio Felicidad, a la que amabas. Nunca una protesta, siempre puntal, compañero ideal, funcionario ideal, ingenioso, muy ingenioso y amigo excepcional. Fueron mucho años… Tantas veces que me acompañaste a Buenos Aires, horas y días enteros esperándome en mi periplo semanal por las empresas Ucar, Ucrem, Meprin (en las localidades de Morón, la Matanza, San Justo, etcétera). Compañero de horas lerdas… “Sentado junto al volante ni calculabas las leguas”. El tiempo contigo siempre se hacía corto. Siempre sobraban los temas… Después incursionaste en el diario La República. Yo hacía algunas opiniones y vos como corresponsal. Luchador, generoso, de absoluta confianza, siempre tratando de aprender y saber cosas nuevas.
Compañero incansable de las criollas (festival de jineteadas), manejando siempre las ambulancias a 100, 120 kilómetros de la ciudad de Paysandú. Tres Bocas de Cerro Chato, Cerro Chato, Buricayupí, donde te nutrías con los reportajes que les hacías a las maestras de las escuela rurales por las que se hacían beneficios. Porque las escuelitas rurales deben hacer beneficio para pagar la comida de los niños, los útiles y mantener la escuela; el gobierno no tiene dinero para ellas.
Notas que después plasmabas en tus premios, cuando te contaban, entre otras cosas, que los niños uruguayos de aquellas escuelas, los hijos de los uruguayos no tenían agua potable, esos niños tomaban agua de cachimbas. Porque, como comentábamos, las UPA (unidad potabilizadora) las regalamos para Haití o para la India, pero no había para esos pueblos que pocos políticos conocen, donde la tierra y el barro ensucian los autos de alta gama. Es más redituable e importante gastar en propaganda, la propaganda trae votos y esos niños no votan… Por eso poco importaba que no tuvieran agua potable: así lo decías en tu Felicidad, frontal, sin pelos, le guste a quien le guste.
De todas estas cosas y muchas más te nutrías para después plasmarlas en tus premios. Fuiste un periodista independiente, solo comprometido con la gente y fuiste el más laureado de Uruguay y tal vez de toda la región. Más de 53 estatuillas, entre ellas, varios premios Gaucho, varios Tabaré, premios de Río Uruguay, Entre Ríos, Concordia, Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, Zárate, Resistencia Chaco, etcétera.
No sé cuántos sanduceros sabrán lo que has dado por tu pueblo y que lo conocen gracias a ti, por eso, Luis, “nadie es profeta en su tierra”. Gracias, Luis, por todo esto, gracias por haberme dado la oportunidad de ser tu amigo. Por eso, como el cerebro no envejece --salvo que se enferme-- y como el amor nunca muere… por eso, Luis, siempre estarás en nuestro corazón y en nuestra mente, mientras el batallar lo permita…
Zapicán Mattiauda


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