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Paysandú, Martes 13 de Septiembre de 2016

Del mejor estacionamiento también depende la buena salud del centro

Opinion | 11 Sep En los Estados Unidos, cada mil habitantes hay 965 automóviles. En Uruguay, 174. Pero en nuestro país, uno de cada tres habitantes tiene una moto. Y el número crece sin pausa, porque muchos que no pueden llegar al presupuesto necesario para la compra de un automóvil chino, y no quieren terminar en el sobrevalorado mercado de automóviles usados. Terminan en la moto, con un costo de unos 1.000 dólares para las más comunes.
En Paysandú hay empadronados unos 85.000 vehículos, al menos 50.000 de ellos motos. Esto significa que hay un vehículo (de cualquier tipo) cada 1,3 habitantes del departamento. Esto genera una creciente demanda de combustible, talleres mecánicos, gomerías, casas de repuesto y lugares de estacionamiento. Y en referencia a estos, la ciudad ve como --para vehículos de todo tipo-- los problemas crecen sin pausa. Hay menos lugares donde estacionar y los estacionamientos exclusivos para motos establecidos en las postrimerías de la anterior Administración ya colapsan. No dan abasto.
En tanto, los automovilistas desperdician valiosos minutos buscando en la zona céntrica un lugar donde estacionar no demasiado lejos del lugar adonde concurren.
En consecuencia es evidente que en el núcleo de la ciudad, faltan lugares para estacionar y la tendencia aparece lejos de revertirse. Dentro de la planificación de acciones a llevar a cabo mediante el fideicomiso financiero “Paysandú I” están previstas algunas para mejorar el estacionamiento en el centro de la ciudad.
Esto resulta clave y esencial, especialmente teniendo en cuenta que en aproximadamente un mes, quedará inaugurada --y bienvenida será-- la nueva terminal y mall, que tendrá dos bandejas para estacionamiento. Indudablemente, si los problemas en el centro no son resueltos y si los servicios o productos que se buscan se ofrecen también en el mall, resultará más sencillo trasladarse allí, con la certeza de estacionar cerca y rápidamente en un lugar seguro y además sin “peaje”.
Es claro y así ha sido anunciado por las autoridades competentes, que se está trabajando en mejorar las condiciones de estacionamiento y aprovechar al máximo las posibilidades en el centro de la ciudad, durante las horas de mayor uso.
No es un desafío menor. Por algo hace muchos años que el tema está en debate sin que aparezca un modelo de acción que satisfaga a todos. Por un lado está la gestión del estacionamiento en la calle, y por otro en lugares cerrados, generalmente privados. Un tercer tipo lo establecen los comercios --aun muy pocos-- que ofrecen facilidades de estacionamiento a clientes.
Quizás el primer escollo importante sea que generalmente se piensa que el estacionamiento es un bien público y por lo tanto debe ser gratuito. Pues no, no lo es. Un verdadero bien público es aquel cuyo uso por una persona no impide el uso de otra persona. Aunque el estacionamiento en la calle utiliza la vía pública, es claro que no se trata de un bien público; cada automovilista/motociclista que se estaciona quita en potencia el espacio a otro vehículo.
En el centro de la ciudad y en horario “comercial” hay una demanda excesiva de lugares de estacionamiento en la vía pública, especialmente en las paralelas o transversales cercanas a 18 de Julio, donde el estacionamiento es gratuito.
Es una buena idea la que propone ampliar la Zona Azul o de estacionamiento pago, porque aumentará la oferta de estacionamiento para quienes llegan al área por trámites o compras y estarán más dispuestos a pagar por media hora, quizás una para dejar cerca su vehículo.
A su vez, establecerá un segundo anillo que rodee al núcleo central de la ciudad donde se podrán estacionar los vehículos de quienes trabajen en el área o de quienes van a permanecer en ella un espacio de tiempo mayor. No hay dudas, la experiencia internacional así lo indica, que la exigencia de una oferta suficiente de estacionamiento dispuesta para poder satisfacer la demanda --en el lugar donde se pide--, sin aplicar restricciones, no debe ser un objetivo.
En cambio, estrategias para una mejor gestión de la oferta y la demanda, o, en algunos casos, para reducir la demanda, son deseables. En realidad, las bases para el estacionamiento en la calle son simples. La oferta de estacionamiento es esencialmente fija y no tendrá cambios sustanciales. Puede verse afectada por el número cuadras, por las restricciones; pero sin importar la demanda presente o futura, la oferta no tendrá cambios.
Paysandú está lejos de tener una oferta importante de espacios para estacionamiento privado. Y la gran mayoría de comercios, establecidos en locales edificados mucho antes de la explosión de vehículos en la ciudad, no tienen --probablemente en el mediano plazo tampoco lo tengan-- estacionamiento para clientes.
Por otra parte, el tamaño de la ciudad hace que sean de difícil aplicación sistemas para reducir el uso de vehículos particulares en beneficio del uso del transporte público. En un dilema propio del huevo o la gallina, no hay un transporte público con la asiduidad y la cobertura que pueda suplantar al transporte particular, porque no hay suficiente demanda. Y ni automovilistas ni motociclistas quieren dejar sus vehículos para no perder tiempo en esperas. Además, para las distancias medias por las que se traslada un trabajador una moto de mediana cilindrada gasta menos nafta de lo que cuesta un boleto de ómnibus, y esa es una variable contra la que es difícil competir con el transporte público, que necesariamente está ajustado a horarios y frecuencias de las líneas.
Todo parece indicar que la cantidad de vehículos particulares en uso, por algunos años más por lo menos, mantendrá la diferencia a favor del número de motos. La enorme diferencia de valor entre ambos no permite pronosticar otra cosa. Probablemente en algún punto el costo de los vehículos usados deberá descender drásticamente pasando de ser un bien de capital a lo que efectivamente es, un bien de consumo.
Esos cambios probablemente vayan reduciendo paulatinamente la cantidad de motos y aumentando la de automóviles. Con esto, habrá mayor demanda de espacios para estacionar, porque --cuestiones de vivir en sociedad-- muchos queremos estar en el mismo lugar al mismo tiempo.
Por tanto, se trata de pensar hoy soluciones al estacionamiento en el centro de la ciudad para hoy y para el mañana. Decirlo es sencillo, hacerlo ciertamente no. Porque hay muchos elementos que participan, incluido ese sector relativamente nuevo de personas que se dedican al “cuidado” de vehículos estacionados en la vía pública.
Deberá encontrarse un punto de equilibrio, porque no menor resulta la contaminación del aire y las amenazas constantes y crecientes a los peatones.
Encontrar soluciones no es solamente responsabilidad de la actual Administración, sino un esfuerzo conjunto de toda la sociedad. De los planificadores urbanos, de quienes pueden incorporar oferta privada de estacionamientos, de quienes pueden incorporar en sus comercios lugares para vehículos de clientes, y de todos quienes actuamos en el tránsito.
Si debe guiarnos el principio rector que el centro de la ciudad necesita mejorar las condiciones de estacionamiento para mantener su empuje y vida actual. Y eso, eso también nos involucra a todos.


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