Paysandú, Lunes 19 de Septiembre de 2016
Opinion | 15 Sep La intensificación del uso agrícola de la tierra así como la aplicación de nutrientes y agroquímicos en los procesos productivos representan nuevos desafíos ambientales y para la sostenibilidad de las actividades agrícolas o ganaderas. Se trata de un problema mundial --si consideramos que para formarse un centímetro de suelo se necesitan hasta 1.000 años-- y, a menos que se adopten nuevos enfoques, la superficie global de tierra cultivable para el año 2050, corre el riesgo de ser solo la cuarta parte de la que había en 1960.
En Uruguay, la meta de una agricultura sostenible está presente y desde 2013 existe la obligación de presentar planes de manejo de suelos. Este año el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) habilitó en el pasado nuevamente el período de recepción de Planes de Uso y Manejo de Suelos, el cual acaba de ser extendido hasta el 29 de setiembre para el caso de cultivos de secano.
Los planes deben detallar la rotación de cultivos, prácticas favorables para cada predio y manejo de fertilizantes y efluentes por parte de los agricultores que posean más de 100 hectáreas propias o más de 50, en casos en que trabajen en forma tercerizada.
En tanto, a fines de abril de 2017 vencerá el plazo para presentar obligatoriamente los planes de uso y manejo del suelo para los productores lecheros ubicados en la cuenca de Aguas Corrientes. Para el resto de los productores lecheros de la cuenca del Santa Lucía, el plazo vencerá el 29 de setiembre de 2017, en el marco de las medidas dispuestas por el gobierno para la mejora de la gestión de los recursos hídricos de esta zona (que son fundamentales para el aprovisionamiento de agua potable a Montevideo) tras los episodios de contaminación por cianobacterias ocurridos en años recientes.
En particular estas últimas convocatorias tienen por objetivo contribuir para preservar la calidad del agua mediante la ejecución de subproyectos presentados por productores lecheros familiares o medianos para construir infraestructuras e implementar medidas de manejo de efluentes en forma directa —piletas, captación y distribución— o indirectas, tales como agua para abrevadero, delimitación de zonas buffer, de protección ambiental.
A partir de la incorporación de la resolución del MGAP de enero de 2013 a la normativa vigente, la agricultura uruguaya --que involucra 1,6 millones de hectáreas-- trabaja con planes de manejo de suelos, como una herramienta de planificación en función de parámetros ambientales como la erosión.
En dichos planes, según se establece en la resolución ministerial de 2013, los productores deben exponer “un sistema de producción proyectado que determine una erosión tolerable, teniendo en cuenta los suelos del predio, la secuencia de cultivos y las prácticas de manejos”.
Los planes protegen el suelo y mitigan la erosión pero también tienen la ventaja de cuidar la calidad de agua, ya que el proceso de degradación hace que las partículas salgan con fósforo o moléculas de algún contaminante y se transporten hasta terminar en los cursos de agua. Según el Informe sobre la calidad del agua de la cuenca del río Santa Lucía, presentado en 2013 por los decanos de las facultades de Ciencias, Agronomía, Química e Ingeniería, “se estima que el 80% de la contaminación con nutrientes (eutrofización) y de demanda biológica de oxígeno se debe a fuentes difusas; estas son las provenientes de actividades agropecuarias”.
El uso de planes de manejo se considera una práctica exitosa, lo que se ha visto favorecido por un trabajo sostenido con productores y profesionales del sector privado para el desarrollo de este instrumento, en el que el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca invirtió tres años de trabajo previo.
El esfuerzo está dando sus primeros frutos y ha puesto a Uruguay en la mira de los organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO por su sigla en inglés) cuyo representante en Uruguay, Vicente Plata dijo el año pasado que ese organismo "ha puesto especial atención al proceso uruguayo porque es virtuoso y pionero en el manejo de suelos y en los procedimientos empleados".
A su vez, en diciembre de 2015, en París, la implementación de los planes en Uruguay recibió elogios en el panel “Iniciativa 4/1000, suelos para la seguridad alimentaria y el clima”, abierto por el ministro Tabaré Aguerre. Allí, el secretario de Estado afirmó que una característica que favoreció al proyecto fue la adhesión de los agricultores uruguayos, quienes se comprometieron con la política de conservación de suelos.
No obstante lo anteriormente expresado, según lo informado por La Diaria, el 6% de los planes de manejo presentados al Ministerio no se cumplió. Sin embargo, a tres años de que comenzara a regir la obligatoriedad de los planes de uso, manejo y conservación de suelos, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) no ha sancionado económicamente a ningún productor o empresa que haya incumplido. Desde el Ministerio se informó que se han realizado apercibimientos, que es una sanción que no lleva multa económica, ya que se transita por un proceso gradual en el que al identificar incumplimiento se avisa y si al siguiente período hay otro incumplimiento, se aplica la sanción económica.
El desafío es importante ya que las pérdidas tienen un límite de 7,5 toneladas de suelos y por lo tanto todos los productores que hacen agricultura tienen la obligación de presentar un plan que demuestre que se respetan esas condiciones. No obstante, los estudios indican que el promedio de las hectáreas agrícolas que no se manejan bien y donde se hacen monocultivos tienen una pérdida de suelos de unas 25 toneladas por hectárea y por año, en lugar de las 7,5, tolerables.
Queda claro que la importante área ocupada por cultivos poco protectores del suelo exige un manejo responsable y que de no existir herramientas como los planes de uso y manejo de suelos las pérdidas serían importantes. Sólo por el área de soja plantada, Uruguay tendría una pérdida de suelo por año considerable, que se estima en 11.500 hectáreas. Es necesario mitigar los procesos de degradación y erosión del suelo y promover sistemas de producción sustentable. Las herramientas existen y están dando buenos resultados, por lo que es necesario avanzar en el afianzamiento de la práctica cultural de presentación de planes como forma de asegurar la sostenibilidad del uso y manejo del suelo en las cadenas productivas.
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