Policiales | 15 Oct Nervios y desazón sufrieron los propietarios y empleados de un minimercado ubicado en la zona de bulevar Artigas y Canelones, tras haber sido víctimas de un asalto a mano armada.
Próximo a las 20 de la víspera, a través del 911, el Centro de Comando Unificado Departamental (CCUD) tomó conocimiento de que un asalto se había perpetrado en el minimercado “Latina”, ubicado en la zona de la antigua cárcel departamental. El llamado fue realizado por Joanna Ferrari, quien junto a su esposo Mauro Buriano, comunicadores sanduceros, están al frente --desde hace unos años-- del mencionado emprendimiento.
La despensa se encuentra lindera a la finca del matrimonio, donde se hallaban más de diez personas al momento del hecho. “Estaba mi casa abierta porque estábamos haciendo una reunión con amigos, había cantidad de autos estacionados afuera, mi hijo estaba afuera con la novia e igual, el asaltante se bajó de la moto y entró al comercio”, relató Joanna Ferrari a EL TELEGRAFO. Mientras cometió el asalto, su secuaz lo aguardaba a bordo de una motocicicleta. El malviviente ingresó a la despensa usando casco protector y con el rostro semicubierto. Una vez adentro, se acercó al mostrador y “le apuntó con un arma de fuego a la cabeza a uno de los chiquilines”.
“Venía con todo preparado porque traía además una bolsa de nylon para que le pusieran la plata. Pedía más y más plata”, agregó. En ese momento, la otra empleada quiso salir hacia la calle del susto “y (el malviviente) le gatilló en la cabeza, pero por suerte no pasó a mayores”.
“Nos han robado varias veces, ya estamos re cansados, pero nunca con esta agresividad”, mencionó Ferrari. En tanto, la denunciante dijo que la Policía llegó rápidamente pero no fue posible --al cierre de nuestra edición--, localizar a los responsables del ilícito. Asimismo, indicó que el malviviente “debe haber venido antes a mirar cómo era el panorama. Tenemos cámaras y hay un visor en una pero ni eso lo frenó”.
“Hace quince días vinieron dos veces de madrugada. Nos rompieron las rejas de la entrada del frente y entraron. Nos rompemos al alma trabajando y los gurises que trabajan con nosotros también”, sostuvo.
“Hasta que no hagamos la caja no sabemos cuánto dinero fue el hurtado pero quedó seca, nos dejaron hasta sin monedas. Podríamos haber cerrado después de esto pero el problema es que quedamos secos y mañana (por hoy) tenemos que recuperar algo de plata. Además los sábados llegan los pedidos y hay que pagarlos. Justo a los minutos del asalto llegó PILI a traernos un pedido y el muchacho no podía creer lo que nos había pasado”, dijo Ferrari.