Paysandú, Sábado 22 de Octubre de 2016
Opinion | 20 Oct El tema de la inserción laboral de las personas con discapacidad ha estado en primer plano al aprobarse esta semana en la Cámara de Diputados un proyecto de ley, que pasó para su aprobación en el Senado, y que establece que cada 25 empleados las empresas del ámbito privado deben contratar una persona con discapacidad.
La iniciativa pretende favorecer al medio millón de uruguayos con algún tipo de discapacidad, de los cuales el 80% se encuentra desempleado. Cabe recordar que el país ya cuenta con una ley que reserva el 4% de los puestos de trabajos en empresas públicas para este sector de la población, aunque la instrumentación de esta norma es lenta y su cumplimiento relativo.
Ahora bien, un aspecto que tiene mucho menos visibilidad e involucra a todas esas personas es el derecho al ocio y la recreación, tan importante como el derecho al trabajo.
En este sentido, la Organización Mundial de Turismo promueve la accesibilidad a todas las instalaciones, productos y servicios turísticos como un componente esencial de cualquier política de turismo responsable y sostenible, en el entendido de que –según datos de la OMS— el 15% de la población mundial vive con algún tipo de discapacidad.
Dicha organización mundial ha adoptado diversas resoluciones, declaraciones y recomendaciones sobre accesibilidad y justamente, con la finalidad de generar conciencia el pasado Día Mundial del Turismo se realizó bajo el slogan de “Turismo para todos: promover la accesibilidad universal”.
En este contexto, la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad reconoce que la discapacidad entra en el ámbito de los derechos humanos y la define como un constructo social, más que como una cualidad inherente al individuo. Hace hincapié en la eliminación de las barreras sociales, tanto si son arquitectónicas, jurídicas u organizativas, como si se trata de simples prejuicios y hostilidad.
Además, hay que tener en cuenta que el incremento proporcional de la población de mayor edad en muchísimos países del mundo está empezando a diluir la distinción entre personas con o sin discapacidad ya que las personas de mayor edad requieren que se tengan en cuenta las cuestiones vinculadas a la accesibilidad.
Actualmente, las denominadas “Recomendaciones de la OMT por un turismo accesible para todos” se tienen en cuenta como marco general básico y transversal para garantizar que las personas con discapacidad tengan acceso al entorno físico, el sistema de transporte y los canales de información y comunicación, así como a una amplia gama de instalaciones y servicios públicos.
Hoy en día el sector turístico mundial reconoce que las personas con discapacidad tienen los mismos derechos a las oportunidades y servicios turísticos: viajes independientes, instalaciones accesibles, personal con formación adecuada, información fiable y un marketing inclusivo.
En este contexto, el turismo accesible para todos no consiste solamente en permitir el acceso de las personas con discapacidad, sino que tiene en cuenta también la creación de entornos de diseño universal que puedan ayudar a las personas que sufren una discapacidad.
Pero aún más: la accesibilidad no comprende sólo a los entornos físicos, sino también a la información. Los actores del sector turístico necesitan proporcionar información precisa, pertinente y puntual a sus clientes, antes, durante e incluso después de viaje. En este sentido, garantizar que la información sea accesible es, sin duda alguna, una de las claves para que la comunicación con los turistas en todas las etapas del viaje pueda establecerse con éxito, en particular con respecto a las personas con discapacidad y las necesidades especiales.
Por otra parte, teniendo en cuenta que la demanda de turismo accesible para todos va en aumento, hoy el turismo ha comenzado a ver a este sector de la población como una oportunidad, comenzando a instrumentar condiciones de acceso universal.
Desde el Ministerio de Turismo, Uruguay está impulsando una estrategia de accesibilidad para todos que fomenta las condiciones de accesibilidad física y ha introducido instrumentos novedosos como viajes de turismo social para personas con discapacidad visual y baja visión, el primero de los cuales se realizó a Piriápolis en setiembre, en una excursión compartida con adultos mayores.
Asimismo, el Ministerio acaba de entregar a 11 intendencias (entre ellas a la de Paysandú, que los destinó a Termas) más de 150 artículos de ayuda a personas con discapacidad –sillas duchas, sillas anfibias y de ruedas, triciclos, andadores muletas y bastones, entre otros--, donados por una fundación noruega, que han sido distribuidos con la finalidad de mejorar la accesibilidad en los destinos turísticos.
Estudios realizados en Australia, Estados Unidos y la Unión Europea, difundidos por la OMS, han demostrado que los turistas con discapacidad se están convirtiendo en una parte importante del mercado turístico. Por ejemplo, el porcentaje de turistas australianos con discapacidad se ha estimado en alrededor del 11% del número total de turistas. En Reino Unido registró en su encuesta de turismo de 2009 que el 12% del conjunto de personas que realizaron turismo interno (pernoctando al menos una noche fuera) tenía una discapacidad o problemas de salud crónicos, quienes se quedaron más tiempo y gastaron más que la media. En Estados Unidos, donde adultos con discapacidad o movilidad reducida gastan un promedio de 13.600 millones de dólares al año en viajes, sucede algo similar.
Evidentemente, si el sector turístico uruguayo quiere mantener y desarrollar la calidad, la sustentabilidad y la competitividad, debería apoyar y desarrollar el turismo de acceso universal, ya que ofrece ventajas para todos: si son más las personas que tienen la posibilidad de viajar, habrá más visitantes, temporadas más largas y nuevos ingresos. Con una mirada y acciones concretas inclusivas, la sociedad toda se verá beneficiada con nuevas oportunidades de empleo, de los mayores ingresos fiscales y de un entorno accesible tanto para la población como para los visitantes. Pensemos que la accesibilidad e inclusión es mucho más que una rampa, pero al menos comencemos por eso.
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