Paysandú, Sábado 29 de Octubre de 2016
Opinion | 23 Oct A todos nos gusta considerarnos liberales, esos que aceptan todas las opiniones y parecen estar abiertos a todo tipo de expresión y modo de vida. Hasta que nos tocan muy de cerca el ego y nos retratan de una manera no satisfactoria desde nuestro punto de vista. Ahí nos volvemos intolerantes. Esto le sucedió la semana pasada al expresidente José Mujica y a su señora, la senadora Lucía Topolansky. Ellos, tan abiertos a ideas como la legalización de la marihuana y a la expansión del aborto --y, en el caso del Pepe, a discursos amplios y filosóficos, donde es aplaudido en las arenas internacionales cual rock star--, se molestaron por un lienzo de un metro de altura donde se los pinta desnudos representando la imagen bíblica de Adán y Eva. La obra, denominada “Génesis Uruguay” es del pintor Julio de Sosa y estaba en exhibición en el local de la artista y galerista Diana Saravia, en Carlos Quijano y San José, en el centro de Montevideo.
El cuadro fue retirado tras una denuncia policial y no judicial, como debería haber correspondido. El martes, una persona que vio la pintura la consideró agraviante y avisó a la Policía. La jueza penal de turno, Blanca Rieiro, instruyó a los efectivos que concurrieran a la galería de arte para obtener información sobre el cuadro y en qué condición se encontraba allí. “En virtud de la denuncia policial, la responsable del local retiró la obra voluntariamente. No existió una actuación judicial”, dijo a El Observador el vocero de la Suprema Corte de Justicia, Raúl Oxandabarat, que indicó que en función de ello “si quiere podría colgar nuevamente el cuadro”.
En contraposición a lo que suele representar, o decir --el exmandatario suele comentar lo que se le cante, de los temas más variados y ajenos a su expertise (después de todo es libre, ¿verdad?)--, Mujica subrayó que “las cosas tienen un límite”, en referencia al cuadro que lo ubica en el paraíso terrenal junto a Topolansky y a su perra Manuela, que también tiene su lugarcito en el lienzo. Mujica ha evitado profundizar en el tema porque el caso está en manos de “un abogado”.
Su esposa y senadora, en otra de sus frases en la que parece querer dejar bien claro que ya no es una persona de alcurnia, resultó más grosera en su comentario: “Es una pajería todo eso. Un tipo que pintó un cuadro nos pintó en bolas, por exhibicionismo. Nosotros pusimos la cosa en manos de un abogado para que vea qué se puede hacer. Si a vos te pintan con tu pareja en bolas, sin consultarte y te ponen en una vidriera, ¿qué hacés? ¿Por qué no lo pintaron a (el expresidente Luis Alberto) Lacalle con (su esposa) Julia Pou? Cuando se meten con ese nivel no quiero ni hacer declaraciones”.
A la senadora habría que avisarle que sí hubo un dibujo del estilo con otros elementos de la política uruguaya, con menos elegancia. Una tapa de la revista Guambia (Año III, Número 40) retrató desnudos al entonces presidente Julio María Sanguinetti, Jorge Batlle y Enrique Tarigo, tres figuras del Partido Colorado. El dibujo caricaturesco recalca siluetas más bien femeninas en los tres y las partes íntimas de Sanguinetti se tapan con un cartelito que dice “veto”. No hubo censura y Guambia siguió publicándose. Eran trazos, si se quiere, más ofensivos que el cuadro de De Sosa, que pintó a Mujica y Topolansky --digamos la verdad-- mucho más agraciados de lo que realmente son.
Saravia, dueña de la galería de arte que lleva su nombre, escribió en Facebook que el episodio implicó “un panorama negro para un día negro” y señaló que decidió retirar la obra que retrata a las dos principales líderes del MPP por “delicadeza”. “Es necesario apoyo a la expresión artística, es necesario ser libre para expresarlo, el arte es libre y creo que no está bien condenarlo”, alertó Saravia. “Nadie mediante una disciplina artística piensa en herir o molestar a alguien, lo que hacemos es por amor al arte y amamos hacerlo”, agregó la galerista y afirmó que cuando vio la pintura consideró que tiene una “cuota de humor”. De acuerdo a Saravia, en Jefatura les informaron “que la orden era de arriba, que no había una denuncia y que la orden era de una jueza de noveno turno”.
De Sosa también fue citado a declarar y, según Saravia, quedó “en shock” por lo sucedido, dado que “si bien pensó que podía generar algún tipo de reacción negativa nunca se imaginó eso”. Saravia afirmó a Montevideo Portal que nunca había vivido una situación similar con otra obra, a pesar de que “las obras que exhiben no son clásicas y muchas veces tienen figuras que no son tan agradables”.
Lo cierto es que lo ocurrido con este cuadro confronta derechos de una parte y otra: por el lado del artista la libertad de expresión y la libertad de creación, y de la vereda de las personas retratadas, el derecho al honor el uso de su imagen. El abogado y profesor de derecho penal Diego Camaño aseguró que “las manifestaciones artísticas o humorísticas nunca pueden constituir el delito de difamación”. Y eso “está clarísimo” en el artículo 4º de la ley 18.515 (aprobada en junio de 2009) que modificó el artículo 336 del Código Penal, indicó. “No hay ninguna razón para establecer un mecanismo de censura de parte de la autoridad policial. Y yo creo que ni un juez podría decidir retirar el cuadro, dado que además se puede interpretar que son figuras públicas”, destacó el abogado.
De cualquier modo, el pintor De Sosa puede descansar tranquilo. Su obra tuvo divulgación mundial. Quizá como nunca sucedió con sus otras producciones. Hasta la cadena británica BBC se interesó por el episodio. Y para Mujica y Topolansky, si querían evitar la propagación del dibujo, consiguieron el efecto contrario. La expareja presidencial estuvo en todos los medios, en las redes sociales, en las bromas de WhatsApp. Es imposible ponerle puertas al campo.
EDICIONES ANTERIORES
A partir del 01/07/2008
Oct / 2016
Lu
Ma
Mi
Ju
Vi
Sa
Do
12
12
12
12
12
12
12
12
12
12
12
Diario El Telégrafo
18 de Julio 1027 | Paysandú | Uruguay
Teléfono: (598) 47223141 | correo@eltelegrafo.com