Paysandú, Sábado 29 de Octubre de 2016
Opinion | 26 Oct El cuarto y último de los Batlle murió un día antes de cumplir los 89 años y, con este deceso, comenzó a cerrarse un ciclo en Uruguay. Jorge Batlle Ibáñez fue un político de raza, de esos que apenas se ven en la actualidad, y terminó sus días en plena actividad, bregando por el país (estaba en Tacuarembó cuando se desvaneció) y por el Partido Colorado. Enfrentó la peor crisis económica de la historia nacional durante la presidencia que comandó entre 2000 y 2005. De ella logró salir y entregar el gobierno a Tabaré Vázquez viendo la luz al final del túnel. Con un carácter singular, de decir las cosas que pensaba, sin filtro, con una inteligencia aguda, muy culto, tuvo un largo recorrido en la arena política. También enfrentó a la dictadura y luchó para el restablecimiento de la democracia. De ideas liberales en el país más estatista de América Latina.
Nació el 25 de octubre de 1927, hijo de Matilde Ibáñez y Luis Batlle Berres, quien fue presidente entre 1947 y 1951, integró el Consejo Nacional de Gobierno (Poder Ejecutivo colegiado) entre 1956 y 1959 y lo presidió en 1955. También era sobrino nieto de José Batlle y Ordóñez, presidente de Uruguay en dos ocasiones (1903-1907 y 1911-1915), el creador del “Uruguay batllista”. A su vez, éste fue hijo de Lorenzo Batlle, mandatario entre 1868 y 1872.
La actividad política de Jorge Batlle comenzó desde muy joven (se recibió de abogado, pero nunca ejerció como tal). Fue electo diputado con 31 años en momentos que el Partido Nacional ganaba las elecciones de 1958. Resultó ser reelecto para la Cámara de Representantes en 1962, cuando otra vez triunfaron los blancos, para el período 1963-1965. En esa época comenzó a trabajar el diario Acción y la radio Ariel, dos medios de comunicación propiedad de su padre. Cabe consignar aquí que, según muchos cronistas, el periodismo durante el gobierno de Jorge Batlle no se vio “apretado” por el poder estatal.
En 1965 se convirtió en líder de la Lista 15 tras ganar unas elecciones internas pero no consiguió el respaldo de algunos que terminaron por sostener a la fórmula conformada por Óscar Gestido y Jorge Pacheco Areco en los comicios nacionales de 1966. Triunfó el Partido Colorado pero Batlle fue derrotado por Gestido, quien asumió la Presidencia de la República el 1º de marzo de 1967, pero falleció en diciembre de ese año. El gobierno pachequista se caracterizó una grave crisis económica y de agitación política y social. En 1968 a Batlle, que era senador, lo acusaron de haberse beneficiado de información confidencial sobre una venidera devaluación del peso uruguayo. Nunca se llegó a probar este caso, pero resultó ser un dardo que sus detractores han utilizado para golpearlo.
Con la guerrilla del MLN-Tupamaros ya derrotada, el Partido Colorado se impuso a los blancos en las elecciones nacionales de 1971. Juan María Bordaberry, delfín del presidente Pacheco Areco, derrotó en la interna colorada a la fórmula Batlle-Renán Rodríguez. Más tarde, Batlle denunció el golpe de Estado que se terminó de gestar en junio de 1973 y pasó a la clandestinidad luego de que su figura fuera prohibida y privada de documentos por parte de los militares.
Con el régimen dictatorial ingresando a la fase de decadencia, Batlle recorrió el país para hacer campaña contra el proyecto constitucional de los militares, cuyo referéndum tuvo lugar en noviembre de 1980. Batlle recuperó los derechos políticos tres años más tarde, respaldó el acuerdo del Club Naval en 1984, y fue electo senador en los comicios de ese año, que ganó Julio María Sanguinetti.
Batlle se sintió muy afectado cuando éste no lo eligió como candidato para sucederlo en las elecciones de 1989. De cualquier modo, se la jugó y ganó una interna partidaria que él forzó. Durante esta campaña electoral, se hizo muy popular cuando propuso vender las reservas de oro para pagar la deuda externa uruguaya. Finalmente, Batlle perdió ante el nacionalista Luis Alberto Lacalle y en los siguientes comicios fue un candidato nominal ante el nuevo triunfo de su correligionario Sanguinetti. Batlle debió conformarse con un puesto como senador.
Durante la segunda presidencia de Sanguinetti apoyó la reforma constitucional que introdujo la candidatura única por partido y el balotaje. Su tenacidad lo puso nuevamente en la pelea por el Ejecutivo. Primero, barrió a Luis Hierro López en las internas, el favorito de Sanguinetti, y luego venció en segunda vuelta al frenteamplista Tabaré Vázquez. Era su quinto intento para alcanzar la Presidencia de la República.
Como mandatario, convocó a la Comisión para la Paz, que investigó lo sucedido con unas 30 personas desaparecidas durante la dictadura cívico-militar, propuso una mayor apertura comercial, una reforma del Estado, mejoras en el puerto de Montevideo y en el aeropuerto de Carrasco, el ingreso de la planta de celulosa finlandesa Botnia, y una asociación con privados de la petrolera Ancap, algo que la resistencia de izquierda le hizo desechar.
Lo que debía ser su momento de gloria como presidente, Batlle debió padecer las de Caín mientras ocupó ese cargo. La devaluación de la moneda brasileña en un 60% (1999), la aftosa (2001), el colapso de Argentina (2001) y la caída de la economía uruguaya como consecuencia de todo esto (2002). El PBI cayó más de 16% en cuatro años consecutivos, entre 1999 y 2002.
La plaza financiera local colapsó, los clientes argentinos de la banca uruguaya vinieron por sus depósitos y el desempleo en promedio alcanzó el 17% de la población activa. En algunos lugares, como en Paysandú, sobrepasaba el 20%. Era la peor crisis económica que padecía el país.
La asunción de Alejandro Atchugarry como ministro de Economía le brindó al gobierno un carácter más conciliador y técnico, que logró un canje voluntario de deuda pública con los acreedores. Además, Batlle consiguió un préstamo de 1.500 millones de dólares del presidente estadounidense, George W. Bush, lo que también llevó a ablandar al Fondo Monetario Internacional para que ayudara a la débil economía uruguaya, enfrentando a líderes de la oposición que pedían una salida similar a lo que hizo Argentina: que entrara en default. Así, se acabó la “corrida” bancaria. Desde 2003, la economía comenzó a crecer nuevamente. En buena medida, por las determinaciones tomadas por la administración Batlle.
En las elecciones de 2004, que marcaron la debacle del Partido Colorado, consiguió una banca como senador, que ocupó Isaac Alfie. Los últimos años de su vida los pasó ocupado en asuntos personales, en paseos por Uruguay y el mundo, visitando hipódromos (era gran “burrero”) y compartiendo tertulias con todo tipo de personas. Nunca abandonó la lectura y se interesaba siempre por los jóvenes. Batlle era un intelectual, un tipo frontal, un político que posicionó a Uruguay más allá de la chacrita del Mercosur. Se va a extrañar.
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