Paysandú, Sábado 05 de Noviembre de 2016
Opinion | 05 Nov “La democracia corre riesgo en la región”. Frase de la expresidenta brasileña Dilma Rousseff pronunciada ayer en Montevideo, donde participó de un acto del Pit Cnt convocado por un paro parcial en rechazo al estancamiento de las negociaciones salariales. La destituida mandataria aplicó su situación personal a una supuesta realidad regional, en la que los gobiernos se desmoronan por culpa del empuje de la derecha. Cabe decir, por supuesto, que en Uruguay --donde gobierna la izquierda desde 2005-- la democracia no corre riesgo alguno. Por suerte. Por tanto, tampoco ha tenido mucho sentido la actividad que organizó el Frente Amplio, luego del mitin de la central sindical, en “defensa de la democracia” junto a Rousseff.
Cuando la exjefa de Estado brasileña se refiere a los peligros que acechan a los valores democráticos, ¿lo hace, por ejemplo, pensando en Venezuela? Rousseff ha defendido al presidente Nicolás Maduro --al igual que el Pit Cnt y el Frente Amplio, en su gran mayoría--, olvidándose que es el propio delfín del extinto Hugo Chávez quien ha atentado contra la democracia, quien ha combatido a la Asamblea Nacional, ha minado de chavistas el Poder Judicial y la Corte Nacional Electoral, y que ahora ha rechazado convocar un referéndum revocatorio en su contra. Y que además, ha gritado a los cuatro vientos que la oposición no llegará al gobierno “ni por las buenas ni por las malas”.
¿También hará referencia a Cristina Fernández que fue legítimamente derrotada en las urnas? A veces da la impresión que, cuando no ganan los amigos, todo es negro y nada se respeta. Viene a cuento también afirmar, como señaló el analista y economista Aldo Lema en Twitter, que el Frente Amplio “necesita urgente un estratega electoral: cuánto más se acerca a Dilma, Cristina o Maduro, más se aleja del centro político uruguayo”. Por el resto de los gobiernos amigos, como el de Ecuador, de Bolivia o de Chile, no sucede nada que haga pensar que la democracia esté en peligro.
Arropada por los simpatizantes uruguayos, Rousseff participó de las actividades que organizó el Pit Cnt con motivo del paro parcial convocado por la central sindical y tomó parte del acto llevado a cabo en la plaza Libertad de Montevideo. Además, la exmandataria visitó la sede de la gremial para dar una conferencia de prensa.
“Estamos aquí para afirmar la importancia de la democracia y la democracia está corriendo riesgo en nuestra región”, resaltó Rousseff en el encuentro correligionario. Sostuvo que “en Brasil, por ejemplo, fue concretado un golpe sacando a una presidenta que fue electa por 55 millones de votos”. “Si bien actualmente las instituciones están funcionando y no hay restricción de libertad de expresión, de todas maneras no es verdad que no hubo un golpe”, insistió.
La exmandataria prosiguió pintando un panorama negro, de futuro incierto, de colapso regional a todo nivel. “En el hemisferio sur vemos, como en el caso de Brasil, una tentativa de retroceso, de volver a una situación pasada. Me preocupa mucho que esto sea un proceso que tenga una característica continental. Debemos colocar a la democracia en el centro de nuestras luchas. Sin democracia no tenemos cómo luchar contra las desigualdades, cómo ser solidarios y construir cooperación entre nuestros pueblos”, aseveró Rousseff. “Nosotros hemos visto cómo los gobiernos populares fueron atacados frontalmente de sur a norte de nuestro hemisferio”, añadió. Continuó diciendo que los derechos laborales conquistados en casi un siglo de “lucha” se encuentran “profundamente” amenazados y que observa inseguridad en las personas que no consiguen trabajo. Para rematar, elogió la figura del expresidente José Mujica, su amigo, “un líder”.
En el acto en plaza Libertad, también se encontraban el presidente del Pit Cnt, Fernando Pereira, y el secretario general, Marcelo Abdala. Pereira, quien pidió que no se mezclen sus reivindicaciones con la presencia de Rousseff en el país --una cosa no tiene nada que ver con la otra, aunque hayan “coincidido”, dijo--, también hizo un llamado a defender la democracia uruguaya como si esta estuviera amenazada.
“Muchos se han sorprendido de la presencia de Dilma”, pero “nosotros defendemos la democracia en Uruguay y defendemos las instituciones democráticas gobierne quien gobierne”, aseguró el dirigente sindical. “De la misma manera, con la misma dureza y la misma firmeza defendemos la democracia en Brasil y si un gobierno fue votado por 55 millones de brasileros no concebimos que por un artilugio inconstitucional se quite a una presidenta”, dijo.
Podemos entender que Rousseff esté profundamente afectada por lo sucedido. Se le nota de cabo a rabo. Su destitución tuvo un gran componente político, de querer cobrársela, de envidia, de lucha de poder. Tampoco la expresidenta hizo mucho para desmantelar la rampante corrupción del gobierno, donde muchos integrantes de su Partido de los Trabajadores se encuentran involucrado. Así como muchos de la oposición. De cualquier modo, el impeachment, o juicio político contra un presidente, está previsto dentro de la Constitución brasileña. Y así como ella llegó a la presidencia con los votos de millones de brasieños, también los parlamentarios que la destituyeron tienen el respaldo democrático de millones de votos. Que no haya tenido éxito en salir airosa no le debería hacer pensar que eso podría pasar en otro país de la región. ¿Qué pruebas tiene? Además, insistimos señora Rousseff. En Uruguay, y en casi todos los países de la región, la democracia no está en riesgo.
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