Paysandú, Viernes 18 de Noviembre de 2016
Opinion | 12 Nov Recientemente dábamos cuenta sobre la inminente firma de un convenio que apunta a extender y mejorar sensiblemente la cobertura en red de saneamiento a localidades del Interior en las que hay notorias falencias en este servicio, que es sin dudas costoso en lo que refiere a las obras a desarrollar y que responde además a condiciones geográficas y topográficas imposibles de soslayar.
En este sentido, la Secretaría de Agua, Ambiente y Cambio Climático anunció que firmará un convenio de cooperación técnica con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el objetivo de ejecutar proyectos de saneamiento en zonas sin acceso a redes colectivas, que son aspectos críticos a superar en el marco de las políticas de extensión del servicio.
El propio presidente de la secretaría, Alejandro Colacce, indicó que “actualmente en poblaciones con menos de dos mil habitantes la solución al problema del sistema de saneamiento es un sistema barométrico centralmente gestionado”, y evaluó que para abordar con mejor perfil esta problemática, se trabajará en coordinación entre el Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma), las intendencias departamentales y la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República.
Asimismo, entre las metas definidas en la propuesta del Plan Nacional de Aguas para los próximos dos años, se encuentra el saneamiento y sus prioridades, la fuente de financiamiento y las articulaciones necesarias para implementarlo en todo el país.
Es decir, una meta cuyo cumplimiento es una materia pendiente endémica en Uruguay, pese a que se han registrado notorios avances en todo el territorio nacional, sobre todo en las grandes urbes, en lo que refiere a la extensión del servicio. Aunque el panorama no es el mismo en lo que refiere al tratamiento final de las aguas residuales, como es notorio.
La construcción de barrios Mevir en numerosas localidades ha sido un factor positivo en cuanto a mejorar las condiciones de la disposición de efluentes cloacales en pequeñas localidades y poblados, así como en viviendas dispersas, por cuanto se dispone en estos complejos de una red que incluye piletas de decantación y elementos complementarios para que no se generen focos de contaminación como consecuencia de pozos negros y pérdidas filtradas a cursos de agua de la zona.
Asimismo, donde no existen este tipo de obras, se cuenta con barométricas --no las suficientes-- que deberían ser proporcionadas por OSE, sin duda, desde que es el organismo responsable y con competencia en materia de saneamiento en el Interior. Este anuncio del titular de la Secretaría de Agua, Ambiente y Cambio Climático en cuanto a promover un sistema barométrico gestionado centralmente es un paso adelante en este objetivo, teniendo en cuenta la realidad de estas localidades y la imposibilidad de generar inversiones que ameriten una respuesta técnica cabal, por lo menos dentro de determinado plazo.
Pero sería ignorar la realidad el asumir que estos problemas se dan solo en pequeñas localidades del interior departamental. Aunque se sigue encarando inversiones en redes de saneamiento en emplazamientos urbanos a lo largo y ancho del país, por ejemplo en Paysandú, como así también en otras ciudades, villas y pueblos, hay miles de familias que no tienen acceso a la red de saneamiento.
Aquí mismo en Paysandú, saliendo hacia zonas de la periferia de la ciudad --y no tanto, apenas unos metros al norte de avenida Wilson Ferreira Aldunate, a modo de ejemplo-- hay numerosas familias que no están conectadas a la red cloacal. Primero, porque las obras que se han realizado atendiendo naturalmente la topografía de la ciudad, han llegado solo parcialmente hasta lugares en donde la pendiente permite la conexión, y han quedado afuera de las redes viviendas que no tienen la posibilidad de hacerlo por caída natural, y por lo tanto se requieren obras de infraestructura significativas, cuando no instalaciones de bombeo, llegado el caso.
Asimismo, la extensión de los complejos habitacionales a lugares de la periferia ha sido un factor que ha exigido respuestas a tono con esta problemática, y también demandado esfuerzos adicionales en cuanto a proyectos y trabajo de los propios vecinos y la Intendencia para generar las obras requeridas.
Está en marcha asimismo desde hace años el proyecto integral de incorporación de barrios a la red de saneamiento de la ciudad, el que se ha venido abordando en etapas, lo que no quita que siempre estemos afrontando el síndrome de la frazada corta. Esto porque cuando se está en vías de culminación de proyectos, la realidad indica que la extensión de las zonas residenciales demanda una actualización que ha quedado fuera de los planes previstos inicialmente.
Paralelamente, cuando las afectaciones presupuestales condicionadas por la desaceleración económica han determinado un reordenamiento de prioridades en las obras de OSE, sigue dilatándose, pese a los anuncios, la concreción de la planta de tratamiento de aguas cloacales en Paysandú, una iniciativa que data ya de muchos años, y que lamentablemente sigue en la lista de espera.
Es positivo que se haya abordado un proyecto que ha incorporado zonas que se encuentran en la periferia y que carecían de saneamiento, que permite, entre otras mejoras de calidad de vida para los vecinos, también eliminar vertidos clandestinos a cursos de agua como el arroyo La Curtiembre y sangradores que terminan contaminando el río Uruguay con su carga de aguas negras.
Pero de todas formas, el organismo sigue vertiendo las aguas cloacales crudas al paterno, como lo ha hecho desde hace décadas, y pese al alto poder depurador por el caudal del río Uruguay, hay una carga contaminante que no debe ser admitida nada menos que en un río compartido, además, en su administración, a través de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), y donde asimismo tiene injerencia la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), por lo que es de esperar que en la lista de prioridades impostergables se incluya de una buena vez esta planta y se deje de apelar a las infaltables excusas para seguir pateando la pelota hacia adelante.
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