Paysandú, Miércoles 23 de Noviembre de 2016
Opinion | 20 Nov “Sólo mediante la libre expresión y circulación de ideas, la búsqueda y difusión de informaciones, la posibilidad de indagar y cuestionar, de exponer y reaccionar, de coincidir y discrepar, de dialogar y confrontar, de publicar y transmitir, es posible mantener una sociedad libre”, expresa el Preámbulo del Tratado de Chapultepec de 1994. Entonces se realizó, en México DF, una asamblea hemisférica sobre la libertad de expresión.
Es lo primero que viene a la mente después de saber que el Ministerio del Interior denunció penalmente a una cuenta de Facebook y Twitter por “infundir temor en la ciudadanía respecto de la población carcelaria y exponer al menosprecio público a la autoridad policial”. La cuenta Chorros.uy subió dos videos que muestran peleas con cortes carcelarios en el complejo penitenciario Santiago Vázquez, al parecer con fines de “entretenimiento”.
Los videos, activos en la red, han sido vistos por muchas personas. Uno de los dos, tiene más de 360.000 vistas. Eso, para el Ministerio del Interior --de acuerdo a la denuncia divulgada por Búsqueda-- podría ser utilizados “con fines espurios, atacando la institucionalidad democrática”.
Agregó la Secretaría de Estado que las opiniones de los usuarios de Facebook “dejan de manifiesto un desprecio exacerbado hacia las personas privadas de libertad”, consecuencias que “son perjudiciales para la convivencia en una sociedad democrática y la paz social”.
Y la denuncia fue más adelante aun pues destacó que “se evidencia la intervención de personas no pertenecientes al Instituto Nacional de Rehabilitación, que con la anuencia de las personas privadas de libertad son provistos de ese material, no lográndose determinar aún, si la entrega se realiza o no con fines de lucro”.
La situación podría ser tomada a la ligera. Después de todo solamente es Facebook, una red social que se nutre en la mayor parte de los casos de comentarios espontáneos, a veces no debidamente meditados. De hecho, en esta cuenta --como en muchas otras que reciben videos y colaboraciones de usuarios-- son quienes la visitan los que comentan, no los administradores.
Pero en verdad aquí hay un hecho verdaderamente grave. No es precisamente la filmación de peleas “por deporte” dentro de los penales. No es tampoco los besuqueos de funcionarios municipales en funciones con mujeres desconocidas (como se aprecia en otro video). Ni es cómo infantojuveniles levantan una barricada para robar automovilistas a unas decenas de metros de un comisario hablando por teléfono sin notarlo (otro video más).
Aquí lo grave es que un ministerio, representante del Estado, va contra el mensajero. Parece que lo grave no es lo que ocurre, lo intolerable es lo que se difunde. Para el ministerio, la ciudadanía no tiene temor por la inseguridad en la que vive, por los constantes hurtos, rapiñas y más. Oh, no, teme cuando ve estos videos.
La convivencia y paz social no están en peligro porque el Ministerio del Interior se ha mostrado incapaz de ponerle freno a la creciente delincuencia. Oh no, solamente si se exponen, si hay quien lo grabe en video y quien lo suba a una página de Internet, por caso Chorros.uy.
Todo parece indicar que en el Ministerio del Interior no se está de acuerdo con que en todo sistema democrático se presume que la gente tiene que juzgar por sí misma, o el sistema mismo se desnaturaliza y deja de ser tal. La información es, en el sistema constitucional imperante, la base sobre la que se construyen las decisiones ciudadanas. A la inversa, sin información veraz y completa, el régimen político pierde sus virtudes y se convierte en el peor enemigo de las mismas. La información veraz es, pues, un bien público y uno de los derechos cívicos que debe ser protegido contra el embate deformante de los intereses sectoriales.
Ahora bien, si el Ministerio del Interior, pese a esto, quiere seguir adelante persiguiendo a los que mostrando lo que ocurre “atacan la institucionalidad democrática”, debería afinar la puntería y poner la mira en otro lado. Porque probablemente los presos siempre se enfrentaron entre las paredes carcelarias, o las rapiñas se llevaron a cabo a plena luz del día. Pero ahora hay smartphones, en manos de todos y todos nos sentimos Michael Moore.
Es decir, no se trata de dónde se publica sino de la facilidad de grabación que todos tenemos, incluso sin ser advertidos, y luego compartir lo captado.
Precisamente ahora, en este mundo de imágenes, el ministerio dirigido por Eduardo Bonomi se lanza a la caza de brujas en defensa de la “imagen” de presos, policías e ainda mais.
Si no se publica no se conoce; si no se conoce la sociedad no podrá saber la verdad. Esto que aparece en la página de Internet es claramente una visión parcial, trozos de realidad captados por caza noticias espontáneos (en la mayoría de los casos). Aportan trozos de realidad, pero son solamente parte de ella.
A los policías que buscan lugares apartados para verse con novias se contraponen los que se ponen en primera línea en la lucha contra el delito. Los presos que sin futuro a la vista juegan al “espadeo” contrastan con los que buscan genuinamente retornar a la sociedad para recomponer su vida.
Por eso mismo es que causa casi estupor que el Ministerio del Interior --que el Estado-- quiera acallar las voces de quienes smartphones en mano captan lo que ven y lo comparten. La realidad no se oculta, solamente se la pone en valor, se la relativiza con otras realidades.
Pero nadie atenta contra la democracia por hacer uso de ella. Este ministro del Interior pasó largos años encarcelado por la defensa de su visión de democracia y libertad. Hoy, cuando ha pasado al otro lado del mostrador no puede cambiar de opinión ni de actitud.
Puede parecer un hecho secundario porque después de todo la ira del ministerio no fue contra un medio de prensa tradicional sino contra una página en redes sociales sobre cuyos administradores se sabe poco y nada. Aunque la mayoría de los usuarios --que son quienes suben videos y escriben comentarios-- si usan identidades reales.
Pero no es algo secundario. Como el poema de Martín Niemoller, no es cuestión de mirar para otro lado solamente porque no somos los directamente perjudicados (Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista...).
A los intentos de coartar la libertad de expresión hay que “matarlos de chiquitos”. Ya hemos tenido demasiados períodos oscuros y dolorosos. Probablemente alguna vez volverán, porque la historia del ser humano da vueltas y vueltas. Pero hay que unir esfuerzos para mantener viva la posibilidad de que todos nos expresemos según nuestro leal entender.
De paso, la mejor publicidad de Chorros.uy se la dio el Ministerio del Interior, que en estos días le sumó más de 9.000 seguidores.
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