Paysandú, Viernes 25 de Noviembre de 2016
Opinion | 19 Nov A finales de mayo, el gobierno que preside Tabaré Vázquez anunció el proyecto de ley de rendición de cuentas, donde se incluyeron medidas como la suba de algunas franjas del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y postergar a 2018 algunas partidas de gasto público previstas para 2017. El gobierno calcula que de los 460 millones de dólares del desequilibrio fiscal que busca recortar para el final de esta administración, 125 millones vendrán de una reducción de gastos y 335 millones de dólares del aumento de ingresos. Del actual 4,5% de déficit que tiene el Estado, se pretende que, para 2019, baje a 2,5%.
Pese a los halagos que surgieron en algunos sectores --como en el propio Fondo Monetario Internacional (FMI), que dijo que era el camino a seguir-- el asunto es que ya surgen voces y análisis que ponen en duda la posibilidad de cumplir esa meta. Ya con el ajuste se echó por tierra una promesa de campaña en la que se decía que no habría un aumento de impuestos.
Esta semana, analistas de BBVA Research indicaron que el ajuste fiscal no resultará suficiente para que el gobierno alcance la meta presupuestaria de un déficit de 2,5% del Producto Bruto Interno (PBI) en 2019. Uno de los principales problemas es la persistencia de un gasto primario inflexible a la baja.
“Creemos que el gobierno está haciendo un esfuerzo para poder mejorar las cuentas públicas. Estas medidas fiscales van a ayudar, pero no van a ser suficientes para alcanzar la meta presupuestaria de 2,5% en 2019. Va a estar ligeramente por encima de eso”, dijo la economista Adriana Haring al referirse al ajuste fiscal aprobado para 2017 en la última Rendición de Cuentas y al presentar el “Informe de situación Uruguay 2º semestre”.
La necesidad de mantener el grado inversor ha sido una de las causas por las que el gobierno lleva adelante esta corrección fiscal, donde juegan un papel clave la modifiación para el cálculo del IRAE y el aumento del IRPF para las franjas más elevadas, medidas que regirán a partir del año que viene.
“Sin embargo, estos ajustes no son los principales. El principal ajuste se da vía tarifas de las empresas del sector público”, continuó Haring. La estimación de BBVA Research es de un déficit fiscal de 3,4% para el año próximo, de 2,9% para 2018 y de 2,7% en 2019. En tanto, las previsiones del gobierno son de 3,3%, 2,9% y 2,5%, respectivamente.
El aumento del aporte para los que ganan más devendrá en una mayor recaudación, reconocen los economistas del BBVA. Sin embargo, como es lógico, desalentará el consumo debido a que habrá una menor cantidad de ingresos. Al compensarse estas dos variables, no se generará “una mejora muy importante” en términos de recaudación, añadió el reporte. “Por ese motivo, no se observará una reducción en el resultado fiscal y el déficit de 3,4% para el año que viene sigue siendo demasiado elevado para Uruguay”, recalcó Haring. También dijo que para frenar el déficit fiscal y disparar la recaudación, es clave fomentar el crecimiento.
“El problema central de Uruguay es el gasto primario bastante inflexible a la baja; salarios y pasividades es lo que más cuesta bajar. Por eso se debe hacer una política de reducción gradual de ese tipo de gasto. Lo que requiere Uruguay es generar un superávit primario atacando la alta proporción de gasto inflexible que tiene. Hay que trabajar básicamente sobre eso”, continuó la economista.
El BBVA continuó delineando las dificultades que tiene el Estado para acomodar sus números. Por un lado, señaló, el país está prefinanciado y “eso es bueno”, porque le resta vulnerabilidad fiscal. Pero por otro, resulta “costoso”, según Haring, con relación al prefinanciamiento por 18 meses que tiene el gobierno, las líneas de crédito contingente con diversos organismos multilaterales y el proceso de desdolarización de la deuda. “Tenemos un resguardo de vulnerabilidad, porque si estuviéramos endeudados en dólares y ante un shock de tipo de cambio, sería terrible. Pero endeudarse en pesos tiene un costo más alto”, alertó.
BBVA prevé que, este año, la economía uruguaya crezca 0,5% y se acelere a 0,8% en 2017. Según espera el banco español, la aceleración del próximo año obedecerá principalmente a la reactivación de la región y a un contexto internacional que, en general, será más favorable. De ahí en más, espera que el motor del crecimiento pase a ser los capitales extranjeros. “Esperamos que la inversión comience a dinamizarse recién a fines de 2017 y principios de 2018, cuando se concrete --y lo damos como bastante probable, casi como un hecho-- la localización de la tercera planta de celulosa” que montará la finlandesa UPM, afirmó.
Lo de UPM es una de las últimas opciones de inversión extranjera directa que se le ha planteado a Uruguay. Para que se concrete el acuerdo, que supondría una inversión de la firma de unos 4.000 millones de dólares, el Estado uruguayo tendrá que invertir unos 1.000 millones de dólares para efectuar mejoras en su infraestructura logística, principalmente en su red vial y ferroviaria.
Es algo que no se debería dejar escapar y que mejoraría los ingresos, y otras variables como el empleo.
Después de los despilfarros de la era de José Mujica, todo lo que pueda sumar sirve y más si viene en grandes inversiones. Pero esa mala gestión de la administración de Mujica ha dejado tela para cortar. Es así que los análisis de los expertos dan un panorama poco alentador para revertir ese gastar más de lo que se tiene. Una pena.
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