Paysandú, Viernes 25 de Noviembre de 2016
Policiales | 21 Nov Gran conmoción se vivió en la mañana en el barrio P-1, cercano al Cementerio Central, cuando un hombre de 65 años irrumpió en la finca de su expareja y la mató de tres balazos. La víctima, Dora Esther Couce Duarte, de 47 años, le había pedido que se retirara del hogar que compartían, luego de varios episodios de violencia, según informaron fuentes extraoficiales.
“MATÉ A DORITA”
Pasadas las 10 del domingo, cuando la mayoría de los vecinos de la cortada entre Colón y Río Negro, a la altura de Ciudad de Young, se aprestaban a realizar mandados y tomar mate bajo la sombra de algún árbol, el ruido de al menos tres detonaciones captó su atención. Desconocían de dónde provenían pero --como narró un grupo de señoras a EL TELEGRAFO-- “sabíamos que algo malo había pasado”. A los minutos se vio acercar un móvil de la Seccional Tercera, que acudió en respuesta a un llamado telefónico. “Los policías con armas en mano se colocaron contra la pared” de la casa 29 (lugar donde ocurrió la tragedia), ya que les habían advertido respecto a un posible homicidio, mencionó una vecina.
Efectivamente, próximo a las 10.40, un hombre dio cuenta al 911 que Eduardo Abel Silveira Nieves lo había llamado a su celular y le habría dicho: “Maté a Dorita (como le decían a la señora) y ahora me voy a matar yo”. Absorto por lo escuchado de boca de su primo, le respondió que no hiciera nada más y que lo esperara, que iba para el lugar. La comunicación se cortó abruptamente, ocasión en que el hombre notificó del hecho a la Policía, intuyendo --tal vez-- que lo dicho por Silveira, a quien conocían como “Cholo”, podía ser verdad.
Los efectivos actuaron con precaución, ya que se desconocía la gravedad del asunto y las derivaciones que podría tener, y aplicaron el protocolo requerido ante este tipo de casos. Al ingresar a la finca, hallaron sobre la cama matrimonial, en el dormitorio principal, el cuerpo sin vida de una mujer, con profuso sangrado y tres impactos de bala: dos en el pecho y el restante en la sien. En tanto, sentado en una silla, en la misma habitación, Silveira yacía muerto, con un revólver calibre .38 largo a su lado.
De inmediato, se puso al tanto de lo ocurrido al Comando de Jefatura de Policía, los que hacía menos de una hora habían participado en el acto por el Día del Policía Caído. El jefe de Policía, comisario general (R ) Luis Mendoza fue uno de los primeros en arribar y dio la orden que se preservara la escena. Lo hizo acompañado por el director de Coordinación Ejecutiva, comisario mayor William Pereira; el director de Seguridad, comisario mayor John Franco; el jefe de la división 1, comisario inspector Gonzalo Lanterna, y el encargado de la Seccional Tercera, comisario Ricardo Coelho. Asimismo, integrantes del departamento de Policía Científica efectuaron el relevamiento fotográfico y planimétrico, en compañía de la jueza penal de Cuarto Turno, Elsa Montín, la fiscal adjunta y la forense Rosa López, que certificó ambos decesos.
Dentro de la finca, en las paredes, se encontraron algunas frases que Silveira habría escrito poco después de asesinar a la mujer. Por su parte, una vez retirados los cuerpos para ser trasladados a la morgue departamental, la Policía entregó la finca a familiares de la señora.
“LE DECÍAMOS QUE SE CUIDARA”
En el tendido de casi dos cuadras podían apreciarse grupos de vecinos de todas las edades que observaban con asombro hacia la finca de la tragedia. “No se puede creer lo que pasó, hasta dónde hemos llegado”, expresó una vecina que casi diariamente charlaba con Dorita. “Una mujer muy buena, muy trabajadora. Había llegado antes de las 8 a la casa porque ella trabajaba en un geriátrico durante la noche”, agregó.
“No se como habrá hecho él (por Silveira) para entrar, porque ella nos había contado que no tenía llave. Se habían separado en buenos términos, por lo menos eso nos contó Dorita, hace unos veinte días. La debe de haber esperado, porque él conocía bien los horarios de trabajo”, mencionó otra vecina de la cuadra. “Somos vecinos de toda la vida, esa casa era de los padres de ella, ya fallecidos, nos conocemos bien. Ese hombre, mayor que ella, no hacía nada; tenía pensión, creo, pero no se de qué. Era medio complicada la relación. Criaba perros y no se le conoce que hiciera algo más. Llegó a tener como 19 perros en la casa, que vendía y demás, ahora creo que les quedaban unos cuatro”, dijo una señora mayor sobre el comportamiento del homicida. Como si se tratara de una visión, otra dama que estaba en el grupo que dialogó con EL TELEGRAFO, mencionó que “ayer mismo le dije que tuviera cuidado con ese hombre, porque podía matarla”.
“No puedo creer que lo que le dije, por sentirlo así, haya pasado”, manifestó. “Ella estaba muy feliz, como liberada, tenía unos hijos maravillosos de su anterior matrimonio, todos gurises de bien. De verdad me apena mucho lo que pasó”, puntualizó.
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