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Paysandú, Jueves 01 de Diciembre de 2016

Ganan los violentos

Opinion | 24 Nov El próximo domingo se juega un nuevo clásico del fútbol uruguayo entre Peñarol y Nacional. Como se suele decir, un clásico nunca es un partido más. Es un campeonato aparte. El encuentro que todos quieren jugar; y todas esas frases hechas que suelen mencionarse en estas circunstancias desde el punto de vista futbolístico y del ánimo de los jugadores. Pero, es cierto, no será un partido cualquiera. Por primera vez en la larga historia del fútbol uruguayo podría disputarse sin la habilitación de la tribuna Olímpica del estadio Centenario. Ante la probable ausencia de la Policía, la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) tomó la determinación de mantener sin público la tribuna más grande del escenario futbolístico más importante del país durante el choque entre tricolores y aurinegros.
Los graves hechos de violencia que se suceden desde los últimos años han desembocado en este punto, donde todo parece indicar que no hay soluciones a la vista y, peor, que no existe voluntad política de los dirigentes del fútbol para solucionarlo. Los violentos --que son los menos, pero que aprovechen las tribunas que son tierra de nadie para delinquir-- siguen ganando. Primero fue la separación de hinchadas. Uno para la Amsterdam, otro para la Colombes. Luego el pulmón en la Olímpica, porque esa tribuna de convivencia ya se había degenerado en enfrentamientos. Después, la Olímpica solo para el que oficiaba de local.
A fines de octubre, una persona fue herida de dos balazos --en un brazo y en una pierna-- en la Amsterdam y debió ser internado en el Hospital de Clínicas, cuando se jugaba el partido entre Peñarol y Rampla Juniors. También hubo una pelea donde quedó otro hincha herido tras una golpiza. Todo por diferencias internas dentro de la hinchada aurinegra. Ese encuentro se suspendió al cabo del primer tiempo y Peñarol perdió luego los puntos. Al partido siguiente lo jugó a puertas cerradas y el siguiente no se habilitó la Amsterdam. Los malandros, pese a que no estaban en su feudo, igual delinquieron en la Olímpica.
Antes, durante los festejos del aniversario de Peñarol a fines de setiembre, unos 15 simpatizantes de Nacional arremetieron a balazos contra un grupo de parciales aurinegros que celebraban en la plaza de Santa Lucía, Canelones. Uno de ellos murió al cabo de un mes. La Justicia procesó a 12 de esos hinchas, en una movida casi inédita en estos sucesos de violencia. Muchos son detenidos, se les conocen sus antecedentes, saben que son delincuentes de primera, pero luego los largan. Vuelven a las calles a sus andanzas y, por supuesto, retornan a la tribuna como si tal cosa.
Estos dos acontecimientos apenas son una pequeña parte del prontuario de incidentes que han protagonizado, fundamentalmente, los hinchas de los clubes grandes. La cuestión es que ahora, una vez más, lo futbolístico queda en segundo plano y se está a la espera si el presidente Tabaré Vázquez ordena la presencia policial en el estadio Centenario de Montevideo. Lo paradójico también es que el propio Ministerio del Interior emitió ayer un comunicado en referencia a la decisión de Peñarol y Nacional de jugar el clásico del domingo sin hinchada en la Olímpica. Le parece un error. Cuando fue esta misma cartera la que reiteró, el martes, la determinación de no enviar efectivos para custodiar la seguridad en esa tribuna.
Sin embargo, en un comunicado, el ministerio explica que, con la finalidad de buscarle una salida al tema, la Policía sugirió “hacer una separación con una infraestructura física que permitiera el acceso a la Policía, de forma que las hinchadas no tuvieran contacto visual entre ellas”. La puerta de acceso a esa separación estaría clausurada y sería custodiada por un grupo de la Guardia Republicana “para una respuesta inmediata en caso de incidentes”.
La cartera, en el texto, brinda tres posibilidades para que los clubes puedan manejarse ante esta coyuntura: “habilitar solo la tribuna para hinchada locataria, cederla exclusivamente para la hinchada visitante, compartir la tribuna con pulmón cubierto por la empresa de seguridad privada, habilitar la Olímpica exclusivamente a familias con hijos o invitar a escolares a que presenciaran el espectáculo promoviendo un clima de paz y convivencia”.
“La Policía siempre prestará las garantías necesarias para la seguridad de los asistentes a un espectáculo privado masivo como lo es un partido clásico. Su participación se encuadra en el acuerdo asumido oportunamente con la AUF y la Intergremial”, continuó el Ministerio del Interior. A su vez, pidió que todos asuman sus respectivas responsabilidades como corresponde. En los días previos, por ejemplo, tanto Nacional como Peñarol se manifestaron en contra de compartir la tribuna Olímpica, que tiene una capacidad para unos 20.000 espectadores.
Haya o no intervención del presidente Vázquez, estén o no los efectivos policiales en esas gradas, la cuestión de fondo es sumamente preocupante. La violencia parece dominarlo todo. Ya el público --el hincha sano-- que asiste a los clásicos va con mentalidad de que debe cuidarse, de que en cualquier momento le puede pasar algo. Es agotador. Esta realidad es totalmente diferente a lo que sucede cuando juega la selección en el Centenario, donde abundan las familias, los niños y los abuelos. Ojalá se retorne a ese estadio de cosas para el fútbol local.


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