Paysandú, Jueves 01 de Diciembre de 2016
Deportes | 30 Nov Tragedia. No cabe otra palabra para describir la situación: el avión que trasladaba a Medellín a la delegación del brasileño Chapecoense para disputar la primera final de la Copa Sudamericana, que debía desarrollarse hoy ante el Atlético Nacional cafetero, se estrelló cuando tan solo faltaban 50 kilómetros para llegar a destino. Fue en la madrugada colombiana, y el mundo se paralizó: el accidente aéreo dejó como saldo nada menos que 71 fallecidos y solo seis sobrevivientes, tres de los cuales son futbolistas.
La delegación había partido desde Brasil rumbo a Bolivia, donde se subiría en Santa Cruz de la Sierra a un vuelo charter de la empresa Lamia. Al mismo avión que, por ejemplo, en la última doble fecha de las eliminatorias viajaron las selecciones de Argentina y Venezuela.
Todo era fiesta: el humilde equipo brasileño ya había hecho historia al clasificar a la final. Así lo dejaron ver los jugadores en los videos que subieron en las redes sociales.
La delegación era nutrida. Estaba compuesta por jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y periodistas, a quienes se sumaba lógicamente la tripulación de la aeronave tipo Bae Avro RJ85 con matrícula LMI 2933.
A solo 50 kilómetros del destino final, en el cerro El Gordo, cerca del municipio de La Unión, en el departamento de Antioquia, el avión se precipitó a tierra y se estrelló, en medio de complicadas condiciones climáticas.
Nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió, aunque las especulaciones son muchas. Dentro de las informaciones oficiales, se señaló que el avión estaba esperando la autorización para aterrizar, y sobrevoló la zona. La prioridad para aterrizar la tuvo un avión que realizaba un vuelo de cabotaje, que tenía una pérdida de combustible.
Solo instantes después, el piloto del avión que trasladaba a la delegación de Chapecoense informó a la torre de control del aeropuerto José María Córdoba avisó que tenía problemas generalizados en el sistema de energía de la aeronave. Y no se supo nada más. El avión desapareció de los radares.
Nadie sabe a ciencia cierta qué sucedió. El avión, según se dice, estaba en condiciones. Las especulaciones hablan también sobre que la nave se quedó sin combustible, teniendo en cuenta que tras estrellarse no se incendió.
Otras dicen que tras la falla total del sistema eléctrico, el piloto vació el combustible del avión con la intención de que, tras el accidente, al menos hubiera sobrevivientes. Pero todo se aclarará tras las pericias y el estudio de lo que contentan las denominadas cajas negras, ya encontradas.
Tras el accidente, rápidamente se puso en marcha el operativo de rescate. Se llegó al lugar, se iniciaron las tareas pero la lluvia obligó a ceder durante un par de horas.
La imagen que circuló por los medios era tétrica. Hasta que comenzaron a llegar las noticias de que había sobrevivientes.
El comunicado de la Aeronáutica Civil (Aerocivil) colombiana identificó a los seis sobrevivientes como Alan Ruschel, Jackson Ragnar Follmann (tuvo que ser amputado) y Helio Hermito Neto (futbolistas), la azafata Ximena Suárez, el técnico de la aeronave Erwin Tumiri (ambos bolivianos y sin riesgo de muerte) y el periodista brasileño Rafael Henzel.
También había sido rescatado el arquero Danilo, pero falleció cuando era intervenido quirúrgicamente.
El mundo no podía creer que la antesala de una fiesta se transformara en tragedia.
En la ciudad de Chapeco, los futbolistas que no viajaron con el plantel se trasladaron al club, incrédulos.
Y los hinchas comenzaron a llegar a su escenario para homenajear multitudinariamente a los fallecidos, y a transmitir fuerzas a sus familiares. Y en diferentes partes del mundo se homenajeó a quienes murieron en este horroroso accidente.
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