Paysandú, Lunes 05 de Diciembre de 2016
Opinion | 04 Dic Esta semana la Intendencia Departamental firmará una carta de intención con el Fondo de Desarrollo (Fondes) para asegurar la anunciada operación de compra-venta del predio de la antigua Paylana, sobre el extremo oeste de avenida Salto, con vistas a la concreción de un complejo habitacional y la instalación de un polo educativo como objetivos centrales del proyecto.
La operación involucraría un monto aproximado a un millón y medio de dólares, cantidad inferior al valor catastral, y a la vez requiere una mayoría especial de la Junta Departamental, teniendo en cuenta que el plazo de pago de ocho años trasciende el período de la actual administración.
En principio, el proyecto involucra cuatro manzanas del padrón 5.083 para construcción de viviendas, un sector para unidades habitacionales del tipo reciclado, la instalación de ocho empresas --una de exempleados de Cotrapay-- y un polo educativo terciario, en el marco de apostar a una transformación de una zona exclusiva de fábricas a un destino residencial, como se prevé en el nuevo esquema urbanístico y territorial de la ciudad.
Es plausible que las autoridades departamentales hayan tenido voluntad política y visión de desarrollo a mediano y largo plazo para promover una iniciativa que EL TELEGRAFO había lanzado al ruedo a fines de abril de este año, e incluso desde esta página editorial a mediados de junio, habida cuenta de la necesidad de incorporar predios adecuados para viviendas de interés social y emprendimientos de carácter educativo, productivo, de servicios, que puedan adecuarse a una zona residencial, con todos los servicios. Por cierto, no solo no abundan sino que son una rareza y pueden contarse con los dedos de la mano en nuestra ciudad.
Es por todos conocida la historia del emprendimiento textil que se desarrollara desde la década de 1940 en ese predio, durante la era de las grandes fábricas que marcaron un antes y después en Paysandú, pero que por imperio de la circunstancias, de la evolución industrial, de la globalización, y el escenario de costos internos exacerbados terminó resultando inviable y quedaron por el camino cientos de familias.
Pero lejos de seguir llorando sobre la leche derramada, proponíamos adaptarnos a los tiempos y atender necesidades del departamento, de la ciudad, de nuestros conciudadanos en otras áreas, como la vivienda de interés social, la educación en la que se apoya el futuro de las siguientes generaciones y la posibilidad de generar fuentes de trabajo de otra envergadura, pero haciendo pie en nuestra realidad actual y la tónica de estos tiempos.
Es así que dábamos cuenta que hasta el 8 de julio el Fondes, a través del Instituto Nacional de Cooperativismo (Inacoop) recibía expresiones de interés en el proyecto de explotación del predio e instalaciones de ese padrón urbano ubicado en el corazón de la antigua zona industrial, hoy desbordada por el avance de la ciudad a lo largo de las décadas.
Decíamos hace pocos meses que tras la disposición de un predio específico al sur de la ciudad, en la zona de Casa Blanca, para el Parque Tecnológico Industrial de Paysandú, era hora de que el gobierno departamental dirigiera esfuerzos a promover alternativas para aprovechar la gran oportunidad que aparecía a la vista con este extenso predio desaprovechado.
Debe tenerse presente que la zona industrial en sí misma está enclavada en un área de convivencia conflictiva desde el punto de vista urbano, al coexistir áreas de uso industrial con las de uso residencial, y si bien es impensable el traslado de grandes emprendimientos que aún existen en esta zona, deben promoverse acciones que faciliten un desarrollo urbano ordenado, y sobre todo reciclar un esqueleto edilicio y estructuras inutilizables en un predio de muy buena ubicación, servicios y conexiones a la medida de un exigente emplazamiento urbano.
De la realidad de una planta industrial vacía podremos pasar en poco tiempo a destinar cuatro manzanas a fines urbanos, a captar inversión que siempre implica realizaciones, fuentes de empleo durante la construcción y reciclaje de recursos en el medio local, como valor agregado a la idea.
Paralelamente, también el Fondes se reencontrará con dinero de fondo perdido y destinarlo eventualmente a financiar emprendimientos de otro perfil en el propio parque industrial u otro sector de la ciudad alejado del área urbana, llegado el caso, con oportunidades laborales para muchas familias que quedaran al margen del camino con la desaparición del emprendimiento frustrado que siguió a la emblemática textil.
La Intendencia Departamental de Paysandú, que es la institución que debe gestionar la ciudad y su ordenamiento, actual y futuro, en este caso se ha situado a la altura del desafío y, para poder materializarlo, necesita mayoría especial en la Junta Departamental. Teniendo en cuenta la trascendencia del proyecto, descontamos que los votos estarán y que cada representante departamental asumirá la responsabilidad de levantar la mano para sumarse a una cruzada de interés general, que no debe medirse en eventuales réditos políticos.
Y cuando se señala la pertinencia de incorporar viviendas de interés social, debe tenerse presente que estamos en plena zona urbana, a solo unas cuadras del centro y menos de 300 metros de la costa, que es el área de esparcimiento de los sanduceros y paseo turístico por excelencia, y por lo tanto no encajan los conocidos “palomares” y viviendas de precaria construcción que aún existen en otras zonas de la ciudad.
En el caso de las cooperativas de vivienda, hay tipologías de muy buena concepción y barrios que constituyen un significativo aporte urbanístico, de la misma forma que unidades que construyen inversores privados que trabajan con programas de financiación del propio Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente.
Por lo tanto, en el marco de estos lineamientos es de esperar que en poco tiempo esa zona quede transformada e integrada a la ciudad, aportando no solo en el aspecto social sino también urbanístico y arquitectónico, con optimización de los espacios y sin nuevas improvisaciones ni parches.
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