Paysandú, Sábado 10 de Diciembre de 2016
Opinion | 06 Dic En convocatoria que tuvo lugar en el edificio de la vieja terminal de ómnibus, autoridades y fuerzas vivas sanduceras protagonizaron una jornada con mesas de discusión en el marco de “El Paysandú que queremos”, un foro para presentar inquietudes, ponencias y naturalmente muchas ilusiones lanzadas como ideas a ser consideradas.
En este caso, como debe ser, el liderazgo está a cargo del gobierno departamental, que es además canalizador de inquietudes y gestor ante los organismos nacionales e internacionales con posibilidad de apoyar proyectos que surjan en nuestro medio, tanto desde el punto de vista técnico como financiero.
Naturalmente, una visión de desarrollo en el mediano y largo plazo tiene que ver con muchas condicionantes, y en este caso Paysandú no parte de cero ni mucho menos, sino que tiene tras de sí un pasado y bastante de presente industrial, luego de la instalación de los grandes emprendimientos fabriles a fines de la década de 1940. Varios de ellos aún subsisten con serias dificultades en un mundo que ha cambiado, donde los competidores en los mercados internacionales trabajan con menores costos y tienen más avances tecnológicos, procesan grandes volúmenes y tienen incluso firmados tratados preferenciales que tienden a desalojarnos de los grandes mercados.
Pero el apoyo en el pasado y la vocación de evolucionar no puede hacernos perder de vista que el escenario es diferente al de hace más de medio siglo, y que es preciso encontrar líneas estratégicas y de acción para encontrar las vetas en las que es preciso poner énfasis para llevar a cabo los proyectos.
Porque este “Paysandú que queremos” también debe conciliarse con el Paysandú “que podemos”, sin que ello signifique renunciar a ninguna alternativa a priori, pero sí pensar con los pies sobre la tierra y sobre todo no convertir este foro en un ámbito meramente deliberativo.
Sabemos que esa no es la intención de las autoridades ni de quienes participan, pero es preciso identificar hasta dónde va la sustancia y dónde empieza la espuma, sobre todo en un mundo cambiante donde lo que hoy puede aparecer como una brillante oportunidad, mañana puede ser un rotundo fracaso porque lo que se pensaba como una maravilla pocos años antes, quedó obsoleto.
Aludiendo a esta convocatoria y los trabajos desarrollados en las respectivas mesas, la directora general de Promoción y Desarrollo, Margarita Heinzen, dijo que en abril o mayo del próximo año se realizará un foro que tomará como base el resumen de lo discutido en esta oportunidad.
Consideró que la idea de la Intendencia Departamental es la de conectarse con alguna ciudad que ya haya pasado por un proceso de reconversión, y explicó en este sentido que “queremos ver si podemos invitar a alguna ciudad que haya vivido un proceso como el que estamos iniciando para que nos vengan a contar como lo hicieron, qué prácticas les dieron resultados”.
Expuso además que en esta modalidad de trabajo de World Café como instancia de reflexión comunitaria, en la que participaron dos centenares de personas, lo más destacable es que el departamento “tuvo la oportunidad de escucharse, pensar y planificar colectivamente su futuro”, tomando en cuenta “lo que ocurre en la región”.
El intendente Guillermo Caraballo, a su vez, en el mismo sentido, reflexionó que no se trata de pensar en lo que es posible hacer, sino que “la pregunta virtuosa es cuestionarnos sobre qué es lo que podemos hacer en el contexto nacional, regional a internacional”, habida cuenta que “no existe un desarrollo de Paysandú sin atarlo a la suerte de lo nacional y lo regional”, por cuanto resulta fuera de toda lógica “pensarnos como si fuéramos una isla”.
Explicó que ante este escenario el desafío del “Paysandú que queremos” no termina en encontrar dos o tres ideas novedosas, sino en “estar atentos a las oportunidades que históricamente van surgiendo”, sin dejar de tener en consideración que “se fue apagando aquel Paysandú de la época dorada, industrial, resultado de esa combustión política, económica y social que nacieron de definiciones políticas nacionales y de una predisposición social local”.
Es cierto, no puede despegarse el departamento de lo nacional y lo regional, y más allá de las características propias, e incluso con mucho know how todavía valedero --producto de la actividad de emprendimientos que han quedado vigentes, técnicos, talleres--, debe considerarse que a nivel local son muy limitados los estímulos para inversiones en áreas de interés, si no se cuenta a la vez con el apoyo del gobierno nacional y un escenario regional que haga las veces de catalizador, previa identificación de las áreas prioritarias.
Más allá del papel de organismo directriz y de gestión, el ejecutivo departamental y los organismos de apoyo nacionales en el marco de una visión global, los protagonistas de sentar las bases de este desarrollo y el Paysandú que queremos son los actores privados, los inversores, los que aportan el riesgo y el esfuerzo, y que solo lo harán si detectan la posibilidad de obtener rentabilidad que les permita un retorno de la inversión en determinado plazo.
No se trata solo del deseo --por todos compartido-- de que esos planes se hagan realidad, de ir hacia un Paysandú mejor, reconvertido a los tiempos, con objetivos bien definidos, sino de dar los pasos para encontrar caminos viables, sustentables, compartiendo el concepto de Caraballo de que esos ámbitos de propuestas “no representan la renuncia a nuestra responsabilidad de adoptar decisiones”, y que “las visiones de mediano y largo plazo para un departamento requieren liderazgo público, pero deben ser colectivas”.
“Aterrizar” ideas para el mediano y largo plazo implican que no hay mucho lugar para “genialidades”, pero sí que se requiere convicción sobre las áreas prioritarias y la dirección en la que van el mundo y la región, donde no hay certezas, mas mucha incertidumbre, teniendo en cuenta además que nadie va a “rifar” dinero por si la pega.
Pero sí es posible y es necesario contar con planes directrices, ordenamiento territorial y capacidad de gestión en los organismos responsables, políticas de Estado cuando se trata de procesos que trascienden un período de gobierno. Y se requiere certeza jurídica, logística adecuada y conexiones con la región y el mundo, que den por lo menos mínimas garantías para los emprendedores que identifiquen las oportunidades.
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