Paysandú, Jueves 22 de Diciembre de 2016
Opinion | 15 Dic Hoy el gobierno realiza el lanzamiento de “Verano querido”, la campaña de prevención y reducción de riesgos que se desarrollará en la ya inminente temporada estival, enfocada fundamentalmente en el fomento de conductas preventivas en materia de seguridad vial e incendios, entre otros asuntos referidos temas a los que es necesario prestar atención durante el verano y las vacaciones.
En los próximos días, con el advenimiento de las fiestas tradicionales y, posteriormente con el inicio de las vacaciones estivales, comenzará a incrementarse notoriamente el tránsito en las rutas y la cantidad de veraneantes y campamentistas en las diferentes zonas del país.
En este sentido cabe recordar la necesidad de ser cautelosos al circular por rutas nacionales así como desarrollar conductas responsables para evitar incendios. Como es sabido, casi la totalidad de los accidentes se deben a causas humanas, no fallas mecánicas y, cuando a la ya considerable cantidad de vehículos que circulan por las rutas nacionales se agrega un gran contingente de turistas desplazándose por las mismas, las posibilidades de ocurrencia de siniestros pueden incrementarse. Por eso, prestar atención a cuestiones elementales como conducir descansado, tener en cuenta las señales indicadoras de velocidades máximas y evitar los adelantamientos incorrectos, además de usar los implementos de seguridad correspondientes, son recomendaciones ya sabidas por todos aunque no siempre se llevan a la práctica.
Lo mismo ocurre con las quemas y fogatas al aire libre, las cuales están prohibidas hasta abril del año próximo al entrar a regir el pasado 1º de diciembre el decreto 436/007 que establece también el mandato de mantener limpios los predios y de extremar el cuidado en el uso de fuegos artificiales.
Esta medida tiene como fin prevenir los incendios forestales durante el verano, cuando la probabilidad de que ocurran aumenta debido a las altas temperaturas y la baja humedad, entre otros factores.
Desgraciadamente, en temporadas anteriores, fundamentalmente en el Este del país se han desatado grandes incendios que representan no sólo un motivo de preocupación para los lugareños y residentes temporales, sino que también han determinado severas pérdidas económicas para los afectados, así como importantes inversiones en recursos, logística y personal capacitado para dar respuestas y tratar de apagarlos. Sin embargo, no hay causas naturales que provoquen incendios en Uruguay, sino que su inicio se asocia a conductas negligentes en el uso del fuego, accidentes y en un muy pequeño porcentaje debido a intencionalidad.
La existencia de legislación que establece sanciones a las responsabilidades de inicio de fuegos es un elemento que desalienta la acción y tiene efectos disuasorios. En este sentido, cabe recordar que el Código Penal establece que quien encienda una llama, poniendo en peligro la seguridad de personas o bienes de los demás, o lesionando esos derechos, será castigado con penas de 12 meses a 16 años de cárcel. De esta manera, el incendio culpable (por negligencia, imprudencia, incumplimiento de las leyes o reglamentos) es castigado con seis meses de prisión a seis años de cárcel. Además, deberán ser reparados todos los daños y perjuicios que se ocasionen.
En cambio, otros temas de relevancia preventiva en esta época del año no cuentan con penas legales y deben apelar a la responsabilidad social y la conciencia ciudadana. Un claro ejemplo es la campaña contra el mosquito aedes aegypti, que trasmite enfermedades como el dengue y chikungunya, actualmente diseminadas en el continente latinoamericano –lo que comprende a países vecinos-- aunque aún no se han afincado en Uruguay.
Como es sabido, todas las personas que no hemos tenido exposición previa al virus y que vivimos en zonas donde el mosquito trasmisor está presente somos susceptibles de ser infectadas si se registran casos importados o autóctonos. Como esta especie de mosquito se encuentra dispersa en toda nuestra región, es altamente probable que los brotes se extiendan a más países, incluido el nuestro ya que tenemos el vector y las condiciones climáticas que favorecen su reproducción. Una vez que el virus esté presente su diseminación y contagio será rápida ya que no hay vacunas ni cura ni medicamentos específicos y el tratamiento es solo para aliviar los síntomas.
La única manera de prevenir la llegada del dengue, zika y chikungunya a Uruguay es eliminando los criaderos de mosquitos y evitando las picaduras. En este contexto, lo que pueda hacer cada uno de nosotros en nuestro entorno para evitar la formación de criaderos de mosquitos, resulta crucial en una nueva batalla contra estas enfermedades emergentes y peligrosas. Una vez más, el asunto está fundamentalmente en manos de los ciudadanos, en lo que cada uno de nosotros haga o deje de hacer. La experiencia indica que aunque hemos tenido suerte, aún no estamos haciendo todo lo necesario, por lo que es necesario repensar nuestras prácticas cotidianas en relación a la necesidad de prevención. La información sobre cómo actuar ya la tenemos, resta ponerla en práctica en forma efectiva. Algo bastante simple que deberíamos recordar como parte de nuestra responsabilidad ciudadana.
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