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Paysandú, Sábado 31 de Diciembre de 2016

Desafío para las PYME exportadoras

Opinion | 30 Dic Según las últimas cifras proporcionadas desde la agencia de comercio exterior Uruguay XXI, Uruguay destinó en 2016 más de 500.000 dólares a un total de 230 pequeñas y medianas empresas (PYME) del país para mejorar su posicionamiento internacional, a través del programa Proexport.
Unas 103 nuevas compañías se adhirieron este año al programa, cifra que fue destacada durante un acto en el que se oficializó el cierre del proyecto Proexport, activo desde 2010 y que a partir de 2017 estrenará un nuevo ciclo.
De acuerdo con lo manifestado por el director del instituto de Promoción de Inversiones y Exportaciones Uruguay XXI, Antonio Carámbula, la idea del programa es colaborar con el proceso de internacionalización y, en este sentido, destacó la importancia de mantener el proceso exportador de las PYME, sobre todo, si se considera “que el 40% de las empresas en los primeros cinco años dejan de exportar y, al cabo de 15 años, menos del 20% de las micro, pequeñas y medianas empresas (miPYME) logran mantener ese estatus exportador”.
Los datos aportados por el director son reveladores de las dificultades que tienen los emprendedores para sostenerse en el mercado internacional y a medida que pasan los años, el proceso se vuelve más hostil: el 80% de estos emprendimientos desaparecen de escena al cabo de tres lustros de actividad.
Sobre la proyección del acceso de las pequeñas empresas uruguayas al mercado exterior, Carámbula dijo que “es muy importante para nosotros porque diversifica los productos y los mercados, sobre todo en materia de productos que están fuera de los tradicionales que exporta Uruguay, como la carne, la soja, la celulosa y algunos granos”, añadió.
Desde 2010 hasta la fecha, el programa Proexport apuntaló a más de 1.000 empresas con una inversión de más de 2.400.000 dólares y se realizaron más de 1.300 actividades de apoyo. Igualmente, Carámbula anunció que, a partir del 2017, Uruguay XXI junto con la Agencia Nacional de Desarrollo de Uruguay crearán un nuevo proyecto denominado “Proexport +”.
El programa “busca dar un apoyo más integral a las empresas, aumento en los montos y lo que estamos procurando es generar mayor capacidad en las empresas de manera que ese es el problema que vemos se revierta, que puedan sostenerse en ese proceso exportador durante más tiempo”, puntualizó.
Sin dudas, este programa es un instrumento que permite potenciar los esfuerzos para crecer en el marco de una competencia feroz que proviene de países que tienen una capacidad de producción de bienes y servicios en mayor escala, que atienden volúmenes de demanda significativos, no solo requerimientos puntuales de nichos de mercado, como es el caso de la mayoría de los emprendimientos de nuestro medio. Precisamente, se trata de hacerlos viables en sus proyecciones de mercado mediante asociaciones estratégicas y coordinación que permitan unificar control de calidad, volúmenes y oferta para allanarse a las exigencias de los compradores.
El apoyo de las agencias de desarrollo para estos exportadores asoma como vital. No se puede vender al mundo improvisando --bajo la cultura del “lo atamos con alambre”--, sino que es preciso atender normas internacionales en cuanto a la forma de producir aplicando controles de calidad y respetando el medioambiente, además de la uniformización del producto que se coloca, entre otros aspectos.
Como bien sostiene Carámbula, se trata de una alternativa o complemento fundamental para actividades exportadoras tradicionales sustentadas en la colocación de productos primarios, caso de la carne, de la soja, de la celulosa, entre otros, que salen sin procesamiento o solo con un tratamiento muy primario, que a la vez sirven para industrializar, generar fuentes de trabajo y valor agregado incluso para reexportación desde los países destinatarios.
El apoyo en materia de asesoramiento que se pueda generar a través del instituto que sustituirá a Proexport es fundamental en cuanto al mejor funcionamiento y sobre todo permanencia de las PYME exportadoras, en lo posible agrupadas sobre la base de intereses comunes. Y también para abaratar costos mediante la compra de insumos en conjunto o compartir recursos e infraestructura para funcionar con otras posibilidades. Es impensable disociar esta frustración en cuanto a permanencia de las PYME exportadoras en el mercado internacional de las condiciones que ofrece el país no solo a los exportadores, sino a todas las empresas en general en lo que refiere a costos, teniendo en cuenta la elevada presión tributaria, el pesado régimen de cargas fiscales y sociales cuando se trabaja en la legalidad y las pesadas facturas de los servicios estatales y energía, entre otros aspectos.
Por lo tanto, es significativo todo intento de potenciar el instrumento de apoyo a las PYME exportadoras, revisando procedimientos y mejorando la herramienta de acuerdo con la experiencia recogida. Desde el Estado se requieren otras respuestas que permitan abatir los costos de funcionamiento de los proyectos, donde el emprendedurismo, que existe, felizmente, es cercenado por la burocracia y el afán recaudador del Estado, lo que en los hechos es como pegarse un tiro en el pie para cualquier país que pretenda realmente dinamizar el motor de su economía.


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