Paysandú, Miércoles 11 de Enero de 2017
Opinion | 07 Ene En un año que pintaba complicado por la baja de los precios de las materias primas, con un dólar en descenso y con el aumento de impuestos, el sector agropecuario logró mantenerse a flote, aunque quedaron lejos aquellas temporadas de buen crecimiento. Un área que continúa clave para el país debería contar con mayor respaldo estatal y dejar de lado aquella teoría de que al campo hay que sacarle mucho, porque da mucho. No son pocas las empresas y los productores que han optado por disminuir su plantilla o invertir menos, no solo por las expectativas de mercado, que vienen a la baja, sino porque las señales del gobierno no resultan alentadoras, como el ajuste fiscal.
Un excelente informe de Blasina y Asociados para el diario El Observador asegura que en los dos últimos años, en una tendencia que seguramente continúe en 2017, el agro en su conjunto no ha progresado sostenidamente, al igual que buena parte de los años de 1980 y de 1990, pese a que algún rubro sí lo hizo. “Un crecimiento neto prácticamente nulo, con el impulso de los lácteos, las oleaginosas y la cebada, y un estancamiento de la ganadería, tanto en vacunos como en ovinos, del trigo y los cereales de verano, que siguen bajo una presión intensa en los mercados internacionales”, detalló el reporte.
De forma inesperada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó a principios de diciembre la previsión de crecimiento económico en Uruguay en 2016 a 0,7%, frente al 0,1% estimado en octubre, y destacó su “resistencia” ante los problemas de sus vecinos: Argentina y Brasil. En concreto, en el último tramo del año pasado, la actividad económica del país mejoró su desempeño por tercer trimestre consecutivo debido a una mejora generalizada de los sectores de la economía del país. En los tres meses cerrados a setiembre, el Producto Bruto Interno (PBI) aumentó 2% interanual, lo que implicó una aceleración respecto al dato previo de 1,4%, según los datos publicados el jueves por el Banco Central del Uruguay (BCU). Mejoró la inversión y el consumo.
De cualquier modo, el balance del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) espera un crecimiento cero para 2017, que sería mejor que el decrecimiento registrado en 2016, pero que obliga a pensar estrategias para crecer y avanzar en la diferenciación de los productos; porque crecer con materias primas no diferenciadas en un país caro, al lado de gigantes exportadores de granos y carne como Argentina y Brasil, será realmente difícil. “En el arranque del año, lo que juega a favor es el clima que ha traído lluvias que permiten sortear satisfactoriamente el mes más caluroso y, por lo tanto, más riesgoso del año”, indicó el texto de Blasina.
La Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) estima que en 2017 el PBI del sector agropecuario permanecería estable. El estudio “Situación y perspectivas de las cadenas agroindustriales 2016/17”, presentado en diciembre, elaborado por la economista de Opypa Ángela Cortelezzi, especialista en el área Indicadores Sectoriales y Estudios Económicos, destaca que la economía uruguaya registró un crecimiento de 0,7% en el primer semestre de 2016 en comparación con igual período del año anterior. Los datos del PBI agropecuario recién se conocerán en marzo de este año.
De acuerdo con Blasina, el sector más destacado en la previa del 2017 es, “sin duda”, el de los lácteos, que logró sortear un período muy adverso y se apresta a cosechar los frutos de la resistencia y a saldar los pasivos generados durante los últimos dos años. Cuenta con el aliciente de un marco favorable de precios en el exterior que da la casi certeza de que los precios locales, al menos, no pueden bajar.
“Pero la resistencia en 2015 y 2016 no fue sin daños. La cantidad de productores lecheros sigue bajando, muchos abandonaron por no encontrar un recambio generacional y tener que afrontar una situación de costos elevada. De los U$S 800 millones que recibieron los productores por remisión de leche, pasaron a U$S 500 millones este año. Una caída muy fuerte, pero que en los últimos tres meses tuvo una recuperación”, añade.
Blasina afirma que otro factor de sostén en 2017 será la soja, que se encamina a recuperar producción y precio respecto a un mal 2015/2016. El año pasado, la producción fue arrasada por la sequía de febrero primero y las lluvias que azotaron durante todo abril. Si las condiciones son normales en lo que queda de este año, la producción de soja volverá a los 3 millones de toneladas y será un factor principal en el repunte de las exportaciones que se esperan para este año.
En tanto, la ganadería no se ha presentado tan alentadora, pese a algunos buenos números. En 2016 hubo un crecimiento de la producción de la carne. “Si se miran las cifras fríamente, el stock de ganado vacuno superó los 12 millones, la faena y la producción de carne subieron.” Pero, teniendo un mejor posicionamiento del producto, “no se ha logrado evitar una caída en el precio de exportación de la carne”.
El informe de Blasina concluye que, en conjunto, el agro transita un delicado equilibrio. Una sequía externa puede volver a encender el precio de los granos y de toda la agricultura, mientras que una sequía local puede quebrar la resistencia que hasta ahora el agro mantiene. A Dios rogando y con el mazo dando, dice el refranero popular. También se puede pedir al gobierno un desahogo impositivo para que el sector no pare de crecer.
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