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Paysandú, Miércoles 11 de Enero de 2017

Secreto a voces

Opinion | 11 Ene A mediados de 2014, el Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual Comercial y No Comercial de la Niñez y la Adolescencia (Conapees) publicó “Un secreto a voces. Percepciones sobre la explotación sexual comercial en Montevideo Oeste”, un libro que plantea la realidad de este flagelo en esa zona capitalina, donde es “natural” que hombres de 40 años estén con jóvenes de 15 a manera de “noviazgo”.
Allí se recoge el testimonio de los vecinos, que son elocuentes en torno a las edades de las menores sometidas a este delito, y vinculan –en algunos casos-- a sus familiares más cercanos: “Conozco chiquilinas que salen de la escuela y empiezan a prostituirse. Hay unas mellizas que se paran en el estadio Tróccoli o en la ruta, las dos con su madre”.
Asimismo, se presentan formas sutiles de explotación con relaciones permitidas bajo acuerdos dentro del hogar para que las adolescentes salgan con esos hombres mayores. Hay al menos “más de 50 relatos en los que se pueden detectar diferentes modalidades de explotación sexual, en diversos ámbitos, espacios geográficos y con distintos perfiles de personas explotadas y de explotadoras”, admite la publicación.
Por eso visitaron Villa del Cerro, Casabó, Santa Catalina, Cerro Norte, Maracaná, Las Torres, Paso de la Arena y Los Bulevares, o sea, la totalidad de la zona oeste de Montevideo. De acuerdo con los testimonios, existen mayores desmotivaciones ante la inexistencia de un liceo en esos barrios y por eso se detecta un elevado abandono en el primer año de Secundaria, al tiempo que se incrementa la cantidad de población que solo tiene Educación Primaria, o la falta de espacios públicos para compartir el tiempo libre.
“Un secreto a voces” también detalla el testimonio de quienes vieron en la Terminal del Cerro “cómo una madre con una hija que iba a la escuela esperaba a un hombre. Estaba con dos niños y a la niña la empujaba con su cuerpo y se la iba arrimando al hombre alcohólico. Estuvo así mucho tiempo, hasta que un tío de ella y la abuela tomaron cartas en el asunto”.
A esto se suman las experiencias registradas en cantinas, fiestas privadas, circuitos vinculados a las drogas o almacenes a distintas horas del día y se intercambian objetos de bajo costo como viajes en taxi, recargas de celulares o un surtido de comestibles, es decir, “la vivienda y la comida por sobrevivencia”, de acuerdo con los relatos recogidos en la publicación oficial.
Al menos tres años después, surgió en la víspera la noticia de la detención de funcionarios de la empresa de ómnibus capitalina Cutcsa, enmarcada en la investigación por explotación sexual de menores, a raíz de una denuncia presentada por INAU y que, según el Departamento de Investigación de Delitos Especiales (DIDE) de la Policía, los trabajadores accedían a mantener encuentros con adolescentes de 16 y 17 años.
Tal como lo señaló el informe de la Conapees, se trata de un distrito caracterizado por una población mayoritariamente joven que no estudia ni trabaja, residente en una zona que cuenta con emprendimientos industriales y comerciales de importancia, tales como el Parque Tecnológico Industrial, iniciativas asociadas a la logística portuaria y zonas francas, además de las obras que se realizaron para la regasificadora de Gas Sayago.
Durante las entrevistas, se constató que no se desconocía la existencia de este problema, y a pesar de que la Conapees concretó talleres de sensibilización en torno al asunto, no se registró la participación de adolescentes. El coordinador de la investigación y presidente de la citada comisión, Luis Purtscher, sabía de lo que hablaba cuando se refería a la presencia de trabajadores jóvenes, quienes consumían sexo pago ante un mayor poder adquisitivo en comparación a los residentes en esa área.
Aunque la pobreza extrema --aún no solucionada--, la desprotección, falta de afecto y el abuso intrafamiliar se visualizan como las causas de un problema mayor, los entrevistados reconocieron “la autonomía de las adolescentes” hacia una práctica que se adoptó como una opción –entre tantas-- con actitudes de provocación callejera.
Ante la afirmación basada en el lugar común que apunta a “la existencia de una crisis de valores”, se mira de reojo lo que ocurre puertas adentro, con mayores que consienten estos acuerdos económicos o matrimonios arreglados y que, en algunos casos, se utilizan como salida a otros hechos de violencia doméstica.
Todo estaba allí en el relato, el consentimiento y la naturalización de un submundo, donde nacen, crecen, tienen sus hijos a edades tempranas y se desarrollan entre el embrutecimiento y la indiferencia de una sociedad complacida con resultados económicos basados en la comparaciones con otra épocas.
Mientras tanto, por allí también pasan las noticias y aunque la claridad sea escasa al momento de medir la prosperidad, igualdad, equidad o mejores indicadores económicos, estas adolescentes atraviesan por un contexto diferente al que plantean los gritos de una tribuna desesperada por presentar una temporada exitosa, basada exclusivamente en el incremento de ingresos de algunos sectores. Eso sin medir otras variables que no tocan –siquiera tangencialmente-- a estas comunidades u otras, como los cinturones de las ciudades que se expanden y crecen con casi 600 asentamientos distribuidos en la totalidad del territorio nacional, pero concentrados en la zona metropolitana conformada por Canelones, Montevideo y Maldonado.
Para esto existe la justicia. Para demostrar que hay otras realidades que deambulan en su mínima expresión, mientras transcurre un día cualquiera. La punta fue un hecho simple: la detención de guardas y choferes de una línea de transporte departamental de pasajeros.


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