Paysandú, Miércoles 18 de Enero de 2017
Locales | 12 Ene PORQUE CREO EN LA ÚNICA
JUSTICIA, LA DE MI DIOS
17 de setiembre. Nos avisan desde Azucitrus --un compañero de mi hijo Jesús, que estaba trabajando con él— que venía muy mal al Sanatorio Comepa, ya que había sufrido un accidente laboral. Acudimos al lugar de inmediato, averiguamos en Urgencia y nos dijeron que había fallecido. A continuación, una doctora dijo que iba a la morgue del HEL para la autopsia. Nos lo entregaron recién en el velatorio.
En el velatorio, uno de sus compañeros, Vargas, le comentó al padre que esto le podía haber sucedido a cualquiera, porque los cables eléctricos estaban bajos y no los repararon, pese a que ya conocían la situación. Estaban cosechando y bromeando cuando, en un momento, Vargas y el otro compañero sintieron la explosión y vieron caído a mi hijo Jesús, con la escalera encima. Tocó con la escalera de hierro los cables y sufrió la descarga; fueron estos dos compañeros los primeros en socorrerlo, le sacaron la escalera y trataron de reanimarlo. A continuación, le avisaron al capataz, que estaba más retirado del lugar. Más tarde, cuando consiguieron una camioneta de la empresa, lo condujeron a Paysandú. El capataz exhortó a los compañeros a declarar bien. Al mes después de lo ocurrido, fue el electricista a arreglar.
2 de diciembre. Con la ayuda del Espíritu Santo, que está en mí y me da sabiduría. Porque no estoy solo, él es mi consuelo. Bueno, pido justicia. «Padre, solo tú conoces las cosas; mi hijo, Jesús Eduardo Nicolás Torres Correa, estaba trabajando en la empresa Azucitrus desde hacía más de tres meses en cosecha. Llevaba consigo la herramienta y escalera de caño de cuatro metros que recuesta al árbol para arrancar la fruta».
El 17 de setiembre, próximo hora 18, los padres, Gladys y Eduardo, recibimos un llamado en el celular de una persona que informó que Jesús venía hacia Paysandú (a Comepa) en un vehículo de la fábrica Azucitrus, porque había sufrido un accidente laboral y que su estado era grave.
De inmediato, nos trasladamos a Comepa. Tras enterarnos de que había fallecido, nos atendió una doctora que nos contuvo, con explicaciones de lo que queríamos saber, no nos permitieron verlo, porque iba a la morgue para autopsia en el Hospital. Nos dejaron, por la Virgen María, en esa entrada como dos horas en la calle hasta que salió la forense López. Nos informó que había sufrido una descarga eléctrica al tocar un cable de una línea de UTE y la muerte había sido por la descarga eléctrica que le afectó el lado derecho de cerebro; le entró en el hombro e hizo un recorrido hasta la planta de los pies. La descarga le afectó los pulmones y el corazón, por lo que la muerte fue fulminante.
Los padres comenzamos una investigación. Los compañeros de trabajo dijeron que el accidente ocurrió porque mi hijo tocó un cable eléctrico con la escalera; se escuchó el estruendo que lo arrojó al suelo, donde quedó, marcado por la descarga. Al verlo caído, con la escalera encima, intentan reanimarlo, pero fue inútil. Como mencionamos antes, sus compañeros dijeron que eso podía sucederle a cualquiera, por el mal estado de la línea eléctrica.
El parte policial registra que habían dicho, mediante consulta de los encargados de la línea eléctrica a un encargado de Azucitrus si había o no gente trabajando para energizar, pero estos últimos contestaron que no. Para mí, como padre, y para su madre, el dolor es permanente. Para ellos, no es así.
Pero sé que ellos, que tienen dinero, tienen familia, hijos, eso me preocupa. Dios hace justicia; en algún pasaje, su palabra sobre los ricos, sobre que en la Tierra quedan pocos que creen en la justicia de Dios, es para reflexionar. Mi hijo tiene tres hijos de seis, cuatro y dos años.
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