Paysandú, Sábado 21 de Enero de 2017
Rurales | 21 Ene Sin antecedentes en la investigación nacional y con muy pocos datos a nivel internacional, se desarrolla en la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía, por el ingeniero agrónomo Luis Giménez, el primer ensayo de fertilización nitrogenada en procura de la sustentabilidad del cultivo de soja en condiciones de riego.
El investigador y docente de la Eemac explicó a EL TELEGRAFO que la soja es una leguminosa “y, por lo tanto, fija nitrógeno atmosférico, pero el balance de nitrógeno es negativo” y fundamentó que, además de fijar, “extrae nitrógeno del suelo”.
En relación con la sustentabilidad, “todos tenemos muy claro que la realización de más de 2 o 3 cultivos de soja trae problemas, básicamente por la erosión del suelo, pero poco se ha investigación en relación con la extracción de nitrógeno”.
Por tal motivo, explica que en cada tonelada de soja que “nosotros subimos al barco para exportar el grano a China, u otros clientes del mercado asiático, estamos perdiendo 75 kilos de nitrógeno. Parte importante se fija biológicamente, que es aproximadamente el 50 a 60 por ciento. Pero otra parte se extrae del suelo y no fertilizamos, por lo tanto, el cultivo extrae mucho nitrógeno”.
Cuando se habla de rendimientos en secano de 2.000 o 2.300 kilos por hectárea, “esas extracciones de nitrógeno pueden ser compensadas por una buena rotación. Si rotamos con gramíneas y posteriormente con pasturas, no hay grandes desbalances en relación con el nitrógeno y podemos agregar cantidad de nitrógeno. Pero cuando hablamos de rendimientos de riego –que son factibles, potenciales y evaluados a nivel nacional--, con 5.000 o 6.000 kilos de grano, estamos extrayendo entre 350 y 400 kilos de nitrógeno por hectárea”, sostiene el profesional.
Entiende que si la cuenta es la misma, “que se fija biológicamente un 50% de eso, 200 kilos de nitrógeno del suelo pueden ser extraídos por el cultivo de soja, de 5.000 kilos por ejemplo”. Aquí “se complica la sustentabilidad del sistema. No podemos estar tres años sacando 200 kilos de nitrógeno por hectárea porque es imposible volver a incorporar ese nitrógeno al suelo con una rotación normal de nosotros”.
Es aquí en donde Giménez pretende “evaluar qué es lo que pasa si fertilizamos en diferentes etapas. Si fertilizamos con nitrógeno, la fijación biológica del nitrógeno atmosférico se inhibe. Si fertilizamos un cultivo cualquiera como trigo, maíz o sorgo, la fertilización clásica se hace con urea, si la hacemos en soja, se inhibe la fijación biológica y el cultivo absorbe el nitrógeno que nosotros fertilizamos”.
Sostiene que “si utilizamos distintas estrategias de fertilizar, por ejemplo, de forma tardía para --de alguna manera-- no inhibir la fijación biológica y atraer el nitrógeno atmosférico, también como un componente importante de consumo de nitrógeno de la soja, quizás podamos ayudar a no extraer tanto nitrógeno del suelo y lograr una práctica de manejo que ayude a la sustentabilidad del cultivo, que es muy importante en la economía del país”.
JORNADA EN FEBRERO
Este tema y los avances de la investigación que se lleva adelante en la Eemac serán analizados en la jornada de riego de cultivos de soja y maíz que tendrá lugar el viernes 10 de febrero, a partir de las 8.30 en Facultad de Agronomía.
Se celebran veinte años del desarrollo de la investigación en riego de cultivos dentro de la estación agronómica sanducera y diez años de la creación del Grupo de Desarrollo del Riego.
La mañana se destinará a realizar un repaso de los resultados logrados a lo largo de los veinte años de investigación en cultivos regados en el predio de la Facultad de Agronomía en Paysandú, por lo que habrá una parte de salón. “Se explicarán los resultados obtenidos en los grandes temas y luego se visitarán los cinco experimentos en desarrollo en soja y maíz”, proyecto financiado por el Fondo Innovagro de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANNI), expresó Giménez.
“La intención es poner sobre la mesa lo que se ha investigado y las ideas que el equipo tiene para continuar desarrollando investigación”, agregó. Durante la tarde, se pondrá foco en los aportes en el tema que ha realizado el referido grupo durante su década de actividad como tal. Se realizará un balance del trabajo y se compartirán las perspectivas; se destinará un espacio para analizar el estado de situación en el riego de cultivos y pasturas. Posteriormente se compartirá información sobre lo que el grupo ha logrado sobre riego tecnificado, se identificará lo que resta por hacer y reflexionará cómo se visualiza esta tecnología en los próximos años.
DOS ÁREAS DE TRABAJO
El ingeniero Luis Giménez señaló que “hay dos áreas grandes de trabajo: la primera es el manejo del agua de riego, con dos ensayos de riego deficitario controlado, uno en maíz y otro en soja. El objetivo principal es evaluar el manejo del agua en el cultivo.
Aclaró que el riego en Uruguay es una tecnología “cara y de elevados costos” y explicó que viene por un lado de “las inversiones, ya que los equipos vienen del exterior y los precios son de afuera. Pero también es caro el costo directo, dado que el costo energético cada vez que prendemos una bomba para regar cultivos es alto”. Por un lado, la investigación pasa por el riego deficitario. Significa “entregarle al cultivo menos agua que la que requiere e investigar qué sucede con los rendimientos cuando entregamos menos agua”. Es regar porcentualmente menos (en vez de un 100% brindarle 75% o el 50% del agua que requiere) y evaluar qué pasa con los rendimientos. La segunda forma es regar en diferentes etapas y no durante todo el ciclo del cultivo. “Se riega en el período crítico para determinar el rendimiento y en el resto del ciclo no se riega para ahorrar bastante agua”.
SEGUNDA ÁREA
La segunda área investigada en el manejo del cultivo es las distintas prácticas de manejar con riego y en secano para la soja. En este caso, Giménez indicó que presentarán tres experimentos durante la jornada. El estudio de la distancia entre hileras y el grupo de madurez.
“Hay dos distancias entre hileras, de 20 y 40 centímetros, y una variedad del grupo de madurez 4, o sea, corto para nuestro país, y una variedad del grupo de madurez 6 y medio, que es intermedio para nuestras condiciones”, explicó.
“A veces son muy evidentes las diferencias visuales en lo que ocurre en condiciones de riego y secano; este año --según las precipitaciones hasta enero-- prácticamente no hay diferencias”, afirmó.
Al observar el balance hídrico, “tenemos 290 milímetros en la Eemac desde la siembra el 10 de noviembre hasta la fecha y desde el 23 de diciembre en adelante no hubo deficiencia hídrica, solo corregimos el riego en la primera quincena de diciembre”.
También comentó que se evalúa la fecha de siembra por grupo de madurez. “Se analizan tres fechas de siembra para sojas de primera: noviembre, diciembre y enero. Con dos materiales genéticos, uno de grupo de madurez 4 y otro de grupo de madurez 6”.
Las fechas de siembra del grupo de madurez “son prácticas de manejo en condiciones de secano de las más importantes. Elegir una buena fecha de siembra y un buen grupo de madurez son prácticas de manejo que tienen alta repercusión en los rendimientos y en la productividad”, dijo.
“Estamos estudiando qué es lo que sucede en las condiciones de riego. Además, consideramos el padrón de extracción de agua de los cultivos; otro de los elementos de la patología experimental es medir semanalmente el agua del suelo, desde la superficie a un metro treinta, evaluando qué es lo que pasa con el consumo de agua con fechas de siembra tardías y muy tardías, como pueden ser las de enero”, sostuvo el técnico.
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