Paysandú, Lunes 23 de Enero de 2017
Opinion | 17 Ene A partir de una flota piloto de UTE, los autos eléctricos han ingresado tímidamente al parque automotor uruguayo, de forma similar a lo que ocurre en otros países, con punto de partida en experiencias en naciones desarrolladas con hincapié en la racionalización del uso de combustibles fósiles como el petróleo y acciones preventivas contra la contaminación del medio ambiente.
Desde hace tiempo, sobre todo a partir de la crisis del petróleo de los años 1970, cuando el combustible triplicó sus precios, la sustitución del impulsor por excelencia de motores de explosión y de calefacción --que ha reinado durante más de un siglo-- ha sido motivo de intensas investigaciones y experiencias, con el resultado de que se ha logrado incorporar energías renovables en forma creciente. Una muestra de ello es palpable en Uruguay, donde se ha logrado una significativa generación eléctrica a partir de recursos renovables y que en determinados períodos ha llegado a ser del 100 por ciento de la demanda. a partir de la hidrolectricidad, la energía eólica y la biomasa, así como la solar, como las más importantes.
Pero en el caso de los vehículos autoimpulsados, la innovación ha sido mucho más lenta, más allá de que se ha incrementado sustancialmente la eficiencia de los motores y la aerodinamia, así como los materiales de construcción; en tanto sigue la investigación y las experiencias para lograr el sustituto ideal del petróleo.
En los vehículos eléctricos, sin dudas el peso y duración de las baterías, así como el reabastecimiento han sido los mayores obstáculos, además de su elevado precio, tanto por su construcción como por su falta de masificación.
Pero podría decirse, aún con mucho de riesgo en el juicio, que la incorporación del auto eléctrico parece estar cada vez más cerca y con ello el servicio público colectivo pasaría a contar cada vez más con ómnibus eléctricos, por ejemplo. En Uruguay, desde las primeras pruebas que UTE realizó con taxis eléctricos en Montevideo, la tecnología comienza a ganar adeptos entre los privados. En ese contexto, la firma Autoventas anunció la inauguración en La Barra de Maldonado de un local comercial que permitirá a particulares recargar las baterías de esos vehículos, transformándose en el primer punto público que ofrece esa posibilidad en el departamento fernandino.
Actualmente, el ente energético cuenta con un punto público de recarga rápido para autos eléctricos en la inmediaciones del Palacio Legislativo, en Montevideo, además de los que tienen en sus domicilios los propietarios de los cuatro taxis que hoy circulan 100% con esa tecnología.
A la vez, la Intendencia Municipal de Montevideo acaba de instalar otro punto de recarga para el auto oficial eléctrico que utilizará el jefe comunal, Daniel Martínez, en tanto se prevé que este año en capital e Interior se cuente con nuevos puntos para la recarga rápida de vehículos eléctricos. Paralelamente, Autoventas ofreció sus instalaciones para que UTE recargara el modelo Renault Kangoo eléctrico que incorporó hace tres años a su flota.
Hay aspectos a tener en cuenta de acuerdo con el escenario actual, que naturalmente no es inamovible, pero que determina que para estos emprendimientos deba tenerse un margen de acción y de visión del riesgo para recuperar el capital. Por lo pronto, tenemos por un lado que el costo de la recarga total de una batería --que suele tener una autonomía de unos 120 kilómetros-- ronda los 40 pesos y demanda un tiempo de unos 45 minutos.
El Sistema de Alimentación de Vehículo Eléctrico (SAVE) es equivalente a una estación de servicio para un vehículo a combustión a nafta o gasoil. La gran mayoría de los automóviles y utilitarios eléctricos pueden prescindir de este aparato porque pueden conectar su vehículo a un enchufe tipo schuko, aunque la desventaja es que el tiempo de recarga es mayor (entre 6 y 8 horas). En cambio, el SAVE permite que la recarga de baterías se haga en un tiempo sensiblemente menor. En Uruguay, la firma Prosepac ofrece un SAVE estándar para domicilios particulares a un costo de U$S 900, y otro con una sistema de lectura de tarjeta electrónica para empresas a U$S 1.200. En la Unión Europea ya se exige a nuevos edificios y casas que tengan un espacio destinado para esos aparatos.
Según se indicó, los mayores fabricantes de autos de Europa están recurriendo a la capacidad industrial del continente para construir una red de estaciones de carga ultrarrápidas, en un intento de avivar la demanda de vehículos eléctricos y romper el dominio de Tesla en el mercado. Es así que BMW, Volkswagen, Ford y Daimler planean construir en Europa alrededor de 400 estaciones de carga de última generación que puedan recargar un auto eléctrico en cuestión de minutos y no horas. La larga espera que supone recargar las baterías es una de las principales desventajas de los autos eléctricos respecto a los vehículos convencionales con tanques de gasolina, que pueden rellenarse en unos segundos.
Debe tenerse presente que hasta ahora, los conductores de autos eléctricos han tenido que dejar los autos enchufados durante horas en una estación de carga para viajar entre diferentes ciudades, lo cual hace poco atractivos los trayectos largos.
Precisamente, el problema radica en los aspectos prácticos, que a su vez irían de la mano de la masificación para generar un circuito virtuoso en el sentido de que a la demanda se agregue la oferta y viceversa, haciendo que las inversiones en estaciones de recarga y la construcción de vehículos resulte rentable dentro de un plazo más o menos razonable.
Un desafío clave es poder acordar una estandarización en cuanto a baterías, que permitiera eventualmente reemplazarlas en las propias estaciones de servicio, lo que ahorraría tiempo y contratiempos de espera, pero naturalmente ello requeriría disponer en carreteras de una red cada determinados kilómetros que permitiera maximizar la carga, para no entregar la batería a media carga, por ejemplo, si el camino a recorrer sin estaciones excediera el consumo previsto.
En el marco de la primera muestra de movilidad eléctrica, el presidente de UTE, Gonzalo Casaravilla, anunció el lanzamiento de una primera red de recarga nacional del Sistema de Alimentación de Vehículos Eléctricos en Uruguay (SAVE). La red irá en una primera etapa desde Colonia al Chuy y dispondrá de puestos de recarga cada 60 kilómetros en las carreteras principales, cerca de lugares específicos como estaciones de servicio o supermercados. Casaravilla comentó que se trata de la primera "ruta verde" de América Latina y en una segunda etapa se extenderá a las rutas nacionales de todo el país.
Un paso interesante, pero lejos estamos aún de la masificación que se requeriría, sobre todo porque es impensable que Uruguay marque rumbos en una tecnología que evoluciona en los países desarrollados, y por lo tanto es tomador de los pasos que se vayan dando, más allá de modificaciones requeridas según nuestras características y necesidades, como se ha hecho en la energía eólica, donde se han captado inversiones que han potenciado el uso del recurso. Tenemos un antecedente interesante, que no es fácil de extrapolar al caso que nos ocupa, aunque con el aliciente de que podríamos seguir en la línea de sustituir las importaciones de petróleo, incorporar energías renovables y contribuir a la salud medioambiental y de las finanzas públicas, lo que no es poco decir.
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