Paysandú, Miércoles 25 de Enero de 2017

OPINIÓN

SOLICITADA

Locales | 22 Ene TODOS LOS EXTREMOS
SON MALOS... ¡Y UNOS
PEORES QUE OTROS!
Fui a comer a un restaurante que queda en la punta más lejana del puerto de Punta del Este. En donde arranca el muelle de los pescadores remodelado, con una vista espectacular hacia toda la bahía de Maldonado, desde el propio puerto hasta rematar el inmenso arco costero en la Punta Ballena. Un lugar verdaderamente de belleza singular, que como felizmente tantos otros, atrae a turistas locales o extranjeros.
Como la Península conserva las características tan preciadas de sus construcciones bajas, ese zona tiene una densidad de población mucho menor que el resto de la otra extensísima zona que se fue poblando con abundancia de edificios en altura, lo que da lugar a que esa densidad aumente exponencialmente lejos de allí. Por lo tanto la mayoría de los clientes del restaurante es más que probable que venga de lejos y en auto, siendo alguno de los ellos el que maneja.
Y allí empieza un problema.
El menú ofrece sofisticadas delicias con los frutos del mar, también parrilla y buenos postres.
Pero… luego de elegir una cazuela de mariscos, reparamos en que hay que comerla acompañándola con unos tragos de agua o de lo contrario un refresco con su consabido grado de inadecuado dulzor. Contraproducente con todo el menú ofrecido.
Un buen vino blanco o en su defecto una “cerveza sin alcohol”, imposible. Porque el mozo, baqueano, ayudando a los clientes, me avisa que esa cerveza tiene alcohol y que en la prueba de alcoholemia, a la que estaba tratando de aprobar, me iba a dar un 0,5 y con eso ¡ya soy trasgresor! porque hay “tolerancia 0”. O sea si un inspector me somete a una espirometría, me deja por lo menos seis meses sin libreta. Consecuencia: en ese hermoso lugar, ¡tuvimos que comer la cazuela brindando con agua! Como a la cena se iba a dar la misma situación en cualquier otro lugar, a la noche nos quedamos a cenar en casa. Como hace tanta gente, en perjuicio directo de bares y restaurantes. Limitando el disfrute de las oportunidades turísticas de ese lugar privilegiado del país y el derecho de gozar del mismo, incluyendo nuestra opción gastronómica. A los que no nos hemos excedido en la ingesta de alcohol, nos parece razonable limitarla, pero tampoco “la pavada”.
En Uruguay se empezó con el máximo de 0,8 %, se bajó a 0,3 y luego al drástico 0%.
¡No se puede fumar, no se puede salir a comer en un restaurante con vino o cerveza… pero se puede fumar marihuana! Bien dice un viejo dicho que “de lo sublime a lo ridículo, solo hay un paso”. Mujica y Vázquez impulsores de esto, han hecho y siguen haciendo un papel ridículo. Son dos verdaderos “disfrazados sin carnaval”, aplicando leyes de rigurosidad marcial en un país convertido en el reino del “más o menos” y donde todo se sigue “atando con alambre”. Dijeron que con el “0 alcohol” iban a disminuir los accidentes. Pero un día un señor que sabe mucho de tránsito y manejo, dijo en su programa en TV nacional, que la mayoría de los graves accidentes carreteros se producen por el pésimo estado de las rutas nacionales y que por lo general no se detectaba en ellos “ingesta de alcohol”. Vaya si tenía razón. Por eso en Argentina, recomiendan a sus turistas que no transiten por determinadas rutas de Uruguay para no exponerse al peligro de muerte. Reputadas como mortales están la Ruta 26 --¡cuando no!--, la Ruta 21, la Ruta 30 y la Ruta 15. Pero se podía agregar la Ruta 11, que atraviesa todo el centro de la ciudad de Canelones y por las calles de Santa Lucía atraviesa toda esa ciudad. Y muchas otras todas “huelleadas” provocando el mortal “planeo”, otras sin banquinas, llenas de pozos y con puentes viejos y angostos para “pasar de a uno”.
Volviendo al tema de Punta del Este, me quedé con la sensación de que allí el “0 alcohol” se debe controlar poco, porque vi pasar varias botellas de vino y cerveza a mesas donde sus comensales casi seguro que no habían venido a pié. Pero nuestros gobernantes necesitan que existamos “los nabos de siempre”, que cumplimos las leyes y pagamos impuestos. Los que merecemos vivir en un país donde un presidente no diga que lo político está sobre lo jurídico ni otro que no lo dice y lo practica. Un país donde el dinero se gane como contrapartida de un trabajo cuya realización generó riqueza. Donde se termine con aquello de que “el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo”. Ojala el 2017 traiga Libertad, Paz, Trabajo, Progreso y mucha Justicia vestida con sus mejores galas como son los sentimientos de caridad, equidad, solidaridad y gratitud, que es “la memoria del corazón”.
Ing. Ramón Appratto Lorenzo


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