Paysandú, Martes 07 de Febrero de 2017
Opinion | 07 Feb En la jornada anterior el presidente Tabaré Vázquez inició junto a seis integrantes de su gabinete ministerial una gira oficial de dos semanas que comprende visitas de la delegación a países como Alemania, Finlandia y Rusia, acompañado en esta oportunidad por una nutrida delegación empresarial.
Fuentes de gobierno consideraron que el objetivo central de la gira europea es renovar y ampliar los lazos diplomáticos y comerciales con esos países, incluyendo el largamente buscado acuerdo comercial con la Unión Europea dentro del ámbito del Mercosur, que precisamente no tiene ningún acuerdo comercial con ningún otro bloque en todo el mundo.
Asimismo, 2017 está signado como un año en el que el mandatario se habrá de constituir en viajero, por cuanto ya ha anunciado una agenda internacional intensa, con giras que prevén visitas al continente africano y asiático, llegando hasta países como Angola, Australia, Indonesia y Vietnam.
La agenda presidencial contempla en esta gira de febrero una reunión con la canciller alemana, Angela Merkel, quien en la actualidad es, probablemente, la jefe de Estado líder de Europa continental; un encuentro con el mandatario ruso Vladimir Putin, cuestionado políticamente por sus detractores pero indudablemente posicionado como uno de los líderes globales; y una visita a la planta de UPM en Helsinki, Finlandia, una nación desarrollada, con modelos de inversión fuera de fronteras y un sistema educativo envidiable.
El viaje del mandatario uruguayo ha sido precedido por declaraciones de la canciller germana, precisamente, quien el sábado, en su habitual videomensaje, se refirió a Uruguay y a la llegada de Vázquez señalando que "su visita es muy importante, porque nuestro potencial no se ha explotado".
Naturalmente, en el mundo de la diplomacia tales expresiones se inscriben en un marco de elemental cortesía y la vaguedad que significa dejar abierta la puerta para lo que pueda pasar en el plano de las relaciones comerciales bilaterales, sin compromisos previos de ninguna naturaleza, sobre todo si se tiene en cuenta la asimetría entre las economías de uno y otro país.
De todas formas, la recepción que Merkel prepara para este miércoles podría ser relevante para poner en la agenda, una vez más, el acuerdo de asociación económica entre el Mercosur y la Unión Europea, habida cuenta de que Alemania no solo es el país más importante del Mercado Común, sino que es el principal impulsor del acuerdo.
No puede ignorarse que tras dos décadas de proceso, está actualmente sobre la mesa la incertidumbre del factor Donald Trump que, quiérase o no, podría tener de alguna manera un efecto catalizador en la negociación, desde que el rebrote de proteccionismo con el mandatario norteamericano como abanderado y la salida de Gran Bretaña de la UE tras el Brexit pueden tener un efecto acelerador en los contactos, con el protagonismo de naciones en las antípodas de estas posturas de encierro de la economía.
En 2016, durante la presidencia pro témpore de Uruguay en el Mercosur se aceleraron las negociaciones que habrán de continuar este mes en Bruselas, lo que da la pauta de que la reunión con Merkel a pocos días de que se vuelvan a reunir las partes puede resultar auspiciosa para apuntalar un proceso especialmente complicado y en el que tanto desde el Mercosur como de países de la UE --caso específico de Francia-- se han opuesto trabas en defensa del sector agrícola, fundamentalmente.
Durante la última visita de un presidente uruguayo a Alemania el tema estuvo sobre la mesa. "La Unión Europea tiene un interés estratégico en llegar a un acuerdo de asociación con Mercosur", dijo ese día Merkel en una conferencia de prensa conjunta con el expresidente José Mujica.
Pero han pasado cinco años y cuatro meses desde que tuvo lugar ese encuentro y desde entonces ambos bloques regionales no solo tuvieron problemas notorios para avanzar sino que han sufrido inestabilidad interna.
Otro punto neurálgico en las gestiones de la delegación encabezada por Vázquez es la búsqueda de inversiones en otro período de incertidumbre, porque tanto en Alemania como en Finlandia y Rusia habrá encuentros con autoridades de esos países en las áreas de infraestructura, logística y portuaria, tres sectores que el gobierno busca expandir y para lo que necesita inversiones, sin olvidar el punto clave de la tercera planta de celulosa que se procura concretar con la finlandesa UPM. No puede obviarse que una gira de estas características, dentro de las posibilidades y el escaso margen de maniobra que tiene el país, es parte indisoluble y necesaria de una respuesta a los desafíos que implica para un país pequeño y vulnerable como el nuestro la ola proteccionista que comienza a invadir el mundo y que ha sido lanzada “oficialmente” por las primeras medidas de Donald Trump en la primera potencia mundial.
"Si vemos como las economías mundiales comienzan a protegerse ferozmente, los países que más sufren son los pequeños con mucha producción excedentaria como el Uruguay", reflexionó el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, quien precisamente ha traído a colación un punto que a menudo no es tenido en cuenta o es ignorado a propósito por los abanderados de regímenes populistas centrados en el encierro de la economía y el proteccionismo: los nuevos impuestos y aranceles con que se pretende proteger a las fuentes de trabajo locales "los pagan los consumidores".
Tampoco son deseables “encierros” regionales como el que ha tenido Uruguay en el Mercosur o bilateralismos a ultranza, como hemos tenido con Brasil o Argentina alternativamente, en determinados períodos, por lo que una ventana abierta al mundo es el mejor antídoto contra vulnerabilidades, dependencias y ataduras que causan a la larga más perjuicios que beneficios.
Y si no que lo diga México, que ha construido durante décadas una fortísima relación comercial con Estados Unidos, y construido una economía altamente dependiente de las inversiones de su país vecino, en base sobre todo a mano de obra barata y especiales condiciones tributarias para las empresas, que Trump amenaza con borrar de un plumazo.
El miércoles, México anunció un acuerdo para acelerar negociaciones con la Unión Europea y modernizar su acuerdo comercial vigente desde 2000 --y que tuvo intercambios por 53 mil millones de euros en 2015--, así como su intención de negociar un tratado de libre comercio con el Reino Unido.
Asimismo, se volcaría hacia China como alternativa al gran mercado de Estados Unidos, que le será más reticente, lo que se enmarca en una apertura por fuera de la relación bilateral en la que ha sustentado el despegue de los últimos años.
Bueno, ese es el mundo de hoy, que no ofrece certezas sino oportunidades que hay que buscar con apertura de mercados y de mente, sin condicionamientos ideológicos ni solidaridades que no existen. Porque como dejara en claro el expresidente José Mujica en un acto reciente del Frente Amplio, Uruguay tiene que tener una “economía abierta” debido a su necesidad de importar y de vender “mucho al exterior”, un factor determinante, a su juicio, para que luego se puedan impulsar otras políticas en el país.
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