Opinion | 05 Feb Cada comunidad tiene su propio ritmo. Paysandú también, por supuesto. Y demora más o menos tiempo en reconocer a sus mejores hijos, a aquellos que por una razón u otra, por la causa que sea se han destacado y han impulsado más allá de fronteras el nombre de la ciudad, del departamento.
Y los hay muchos. En el deporte, por ejemplo. Entre tantos, Guillermo Douglas y Juan Antonio Rodríguez, colosos del remo; Ana María Norbis, la notable nadadora, solo para nombrar dos. También hubo un presidente que había nacido sanducero, Juan Lindolfo Cuestas. Las hermanas Luisi a principios del siglo XX fueron paradigma de la mujer emancipada. Paulina se convirtió en 1908 en la primera uruguaya egresada de la Facultad de Medicina con el título de médica cirujana; Clotilde fue en 1911 la primera mujer abogada de Uruguay; en tanto Luisa, Elena y Anita Luisa se distinguieron como maestras. Músicos también, por supuesto. Tantos. Desde Alfredo Gobbi a Los Iracundos, pasando por Aníbal Sampayo.
Unos han tenido mayor reconocimiento que otros, esa parece ser una ley de la vida sanducera, pero todos sin dudas han dejado muy en alto esta tierra adonde hace más de dos siglos, José Artigas estableció su cuartel general en Purificación, cerca de la hoy Meseta de Artigas.
Todos estos sanduceros --y muchos más-- merecen ser recordados y considerados por las nuevas generaciones. Hace pocos días, el 1º se conmemoró el vigésimo octavo aniversario del fallecimiento de Eduardo Franco, voz líder y compositor de Los Iracundos. Al mismo tiempo el vigésimo aniversario de la inauguración del busto que lo recuerda en avenida España.
Los Iracundos ciertamente llevaron el nombre de Paysandú por toda América y algunos países europeos. Asimismo, los sanduceros o latinos en general que fueron emigrando a otras tierras, llevaron su música hasta los confines del planeta.
Aunque a nuestro “ser sanducero” cueste entender, Los Iracundos realmente fueron un grupo de enorme impacto en todo el continente americano, del mismo modo que The Beatles lo fueron para todo el mundo anglófono.
Hoy Paysandú tiene un busto a Eduardo Franco, el teatro de verano lleva su nombre y la avenida a su frente lleva el nombre de Los Iracundos.
No obstante, cada vez que llegan visitantes atraídos por la “tierra de Los Iracundos” se sorprenden por las escasas referencias al grupo que hay en la comunidad, por los pocos o nulos recuerdos que pueden adquirirse. Se sorprenden por encontrarse con una ciudad de espaldas a lo mejor de su historia musical. Si conocieran mejor, no se sorprenderían tanto. La casa de Gobbi se desmorona lentamente sin que nadie haga nada para preservarla. Y eso que llevó el tango a París en 1900.
El año pasado surgió la idea, impulsada por EL TELEGRAFO, de un monumento a Los Iracundos --a todo el grupo--, que se ubicará en la zona balnearia de la ciudad. Probablemente el proyecto lleve hasta dos años más, pero está en camino y será sin dudas un gran tributo –merecido-- a estos grandes de la música que jamás ni abandonaron ni olvidaron a Paysandú.
Pero todavía hay algo más que puede hacerse en torno a Los Iracundos, en la medida que no solamente su música no debe olvidarse, sino que han muchas personas en diferentes países que bien podrían venir a Paysandú si fueran debidamente convocadas e interesadas.
En el mundo anglófono, en Liverpool, Inglaterra, se realiza la International Beatle Week (Semana Beatle Internacional), cada agosto, en pleno verano boreal. Decenas de bandas de todo el mundo se dan cita en la ciudad --en el histórico Cavern Club-- y compiten por el título de mejor banda Beatle del año.
Hay además conferencias, exposiciones, proyección de películas, concursos, todo en torno a los “fabulosos” Beatles. Y miles de personas concurren cada año, para vivir a pleno el homenaje a una música que no se olvida y a una generación sin par.
Aquí, del otro lado del Atlántico, en este Paysandú que tiene tantas cosas para generar turismo pero le cuesta siquiera poner primera, arrancar, nacieron Eduardo y Leonardo Franco, Juan Carlos Velázquez, Juan Zabalo, Jesús Febrero y Hugo Burgueño (también José María Brunini, el séptimo iracundo). Y además aquí formaron el primer grupo, Blue Kings y luego fueron estableciendo las bases de Los Iracundos y de una serie interminable de éxitos, giras y fama.
Pues bien, hay una fecha clave en la historia del grupo, el 10 de octubre de 1961, cuando en el teatro Florencio Sánchez se presentaron por primera vez. Su presentador --y primer manager-- fue Juan José Oberti, quien aun vive en la ciudad.
Esa fecha puede perfectamente generar cada año una “semana Iracundos”, convocando a bandas que hacen su música en diferentes países, para una competencia en el teatro Florencio Sánchez, a cantantes no profesionales para presentarse en la peatonal de 19 de Abril (hoy ya indiscutiblemente ganada para los peatones) en espectáculos que puedan comenzar a media tarde, aprovechando el primaveral clima de octubre.
También puede convocarse a especialistas para que brinden conferencias, llamar a concursos de dibujo y pintura, convocar a los poetas para que escriban inspirados versos, interesar a cineastas para estrenar sus producciones iracundómanas.
En octubre, además, en pleno año lectivo, los estudiantes de Primaria y de Secundaria pueden ser convocados a participar, porque en definitiva enseñarles la música de Los Iracundos será ni más ni menos que asegurar que seguirá presente y vigente.
Una semana --o unos días al menos-- dedicada total y completamente a Los Iracundos. Cada octubre, recordando su debut en la ciudad.
Ciertamente además del impulso de la Intendencia Departamental de Paysandú, será necesario interesar a agencias de viajes para que establezcan paquetes de turismo que puedan ser adquiridos por los fanáticos que Los Iracundos tienen en todas partes.
La “semana Iracundos” --no hay dudas-- brindará oportunidades de negocio turístico a todo el sector y además al comercio en general en ventas en otros sectores.
Pero, más allá de los bienvenidos beneficios económicos, lo principal será que la música que nos hizo famosos en buena parte del mundo siga viva, reafirmando nuestro orgullo sanducero y haciendo honor a esos coterráneos que fueron siempre nuestros vecinos, en tanto para el mundo eran estrellas de la música de baladas y pop latino.
Sanduceros por siempre. Iracundos por siempre.