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Paysandú, Sábado 11 de Febrero de 2017

Exhibieron en la Eemac 20 años de investigación en riego

Rurales | 11 Feb La tradicional jornada de riego, que en la víspera retornó a la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía, permitió celebrar veinte años del desarrollo de la investigación en riego de cultivos dentro de la estación agronómica sanducera y diez años de la creación del Grupo de Desarrollo del Riego.
Durante toda la jornada, el ingeniero agrónomo Luis Giménez y su equipo de trabajo explicaron los resultados obtenidos en los grandes temas y se visitaron los cinco experimentos en desarrollo en soja y maíz, proyecto financiado por el Fondo Innovagro de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANNI).
Ante un buen número de productores y técnicos, varios de ellos provenientes de Argentina, además de la presencia del subsecretario del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), actualmente ministro interino, ingeniero agrónomo Enzo Benech, Giménez presentó dos áreas grandes de trabajo, siendo uno de ellos el manejo del agua de riego, con dos ensayos de riego deficitario controlado, uno en maíz y otro en soja, procurando evaluar el manejo del agua en el cultivo.
El profesional aclaró previamente que el riego en Uruguay es una tecnología “cara y de elevados costos”, debido a “las inversiones, ya que los equipos vienen del exterior y los precios son de afuera. Pero también es caro el costo directo, dado que el costo energético cada vez que prendemos una bomba para regar cultivos es alto”.
Por un lado, señaló que la investigación pasa por el riego deficitario. Significa “entregarle al cultivo menos agua que la que requiere e investigar qué sucede con los rendimientos cuando entregamos menos agua”. Es regar porcentualmente menos –en vez de un 100% brindarle 75% o el 50% del agua que requiere– y evaluar qué pasa con los rendimientos. La segunda forma es regar en diferentes etapas y no durante todo el ciclo del cultivo. “Se riega en el período crítico para determinar el rendimiento y en el resto del ciclo no se riega para ahorrar bastante agua”.
La segunda área investigada en el manejo del cultivo son las distintas prácticas de manejar con riego y en secano para la soja. En este caso, Giménez mostró tres experimentos durante la jornada. El estudio de la distancia entre hileras y el grupo de madurez. “Hay dos distancias entre hileras, de 20 y 40 centímetros, y una variedad del grupo de madurez 4, o sea, corto para nuestro país, y una variedad del grupo de madurez 6 y medio, que es intermedio para nuestras condiciones”, explicó.
“A veces son muy evidentes las diferencias visuales en lo que ocurre en condiciones de riego y secano; este año --según las precipitaciones hasta enero-- prácticamente no hay diferencias”, afirmó. Al observar el balance hídrico, “tenemos 290 milímetros en la Eemac desde la siembra el 10 de noviembre hasta la fecha y desde el 23 de diciembre en adelante no hubo deficiencia hídrica, solo corregimos el riego en la primera quincena de diciembre”.
También comentó que se evaluó la fecha de siembra por grupo de madurez: “Se analizan tres fechas de siembra para sojas de primera: noviembre, diciembre y enero. Con dos materiales genéticos, uno de grupo de madurez 4 y otro de grupo de madurez 6”.
Las fechas de siembra del grupo de madurez “son prácticas de manejo en condiciones de secano de las más importantes. Elegir una buena fecha de siembra y un buen grupo de madurez son prácticas de manejo que tienen alta repercusión en los rendimientos y en la productividad”, dijo.
“Estamos estudiando qué es lo que sucede en las condiciones de riego. Además, consideramos el padrón de extracción de agua de los cultivos; otro de los elementos de la patología experimental es medir semanalmente el agua del suelo, desde la superficie a un metro treinta, evaluando qué es lo que pasa con el consumo de agua con fechas de siembra tardías y muy tardías, como pueden ser las de enero”, sostuvo el técnico.

APOYO MINISTERIAL
“Llegamos acompañando al grupo interinstitucional de riego que viene trabajando desde hace varios años”, señaló a EL TELEGRAFO el ministro interino, Enzo Benech. Agregó que desde la cartera “siempre se ha apoyado el desarrollo del riego, especialmente en áreas en donde no hay historia de riego”. Sostuvo que el riego se ha desarrollado muy poco en el país. “La excepción es el arroz y algún cultivo de secano”, pero entiende que el riego “es imprescindible si queremos seguir desarrollando el Uruguay productivo”. Se refirió a la “planificación diferenciada” del ministerio, “procurando apoyar especialmente a los pequeños productores para que logren acceder en alguna escala a través del asociativismo o la conformación de grupos, para acceder a los beneficios del riego”.
Destacó que se ha concretado apoyos “desde el punto de vista financiero desde el Banco de la República. También desde nuestra Dirección de la Granja apoyos específicos, y algunos que aún están funcionando”, aunque “no es sencilla y se necesita de una inversión fuerte y que la gente conozca para que se den pasos firmes”.

FERTILIZACIÓN NITROGENADA
Sin antecedentes en la investigación nacional y con muy pocos datos a nivel internacional, Giménez se refirió en la jornada al primer ensayo de fertilización nitrogenada en procura de la sustentabilidad del cultivo de soja en condiciones de riego. El investigador y docente de la Eemac explicó a EL TELEGRAFO que la soja es una leguminosa “y, por lo tanto, fija nitrógeno atmosférico, pero el balance de nitrógeno es negativo” y fundamentó que, además de fijar, “extrae nitrógeno del suelo”.
En relación con la sustentabilidad, “todos tenemos muy claro que la realización de más de dos o tres cultivos de soja trae problemas, básicamente por la erosión del suelo, pero poco se ha investigado en relación con la extracción de nitrógeno”. Por tal motivo, explicó que en cada tonelada de soja que “nosotros subimos al barco para exportar el grano a China, u otros clientes del mercado asiático, estamos perdiendo 75 kilos de nitrógeno. Parte importante se fija biológicamente, que es aproximadamente el 50 a 60 por ciento. Pero otra parte se extrae del suelo y no fertilizamos, por lo tanto, el cultivo extrae mucho nitrógeno”.
Cuando se habla de rendimientos en secano de 2.000 o 2.300 kilos por hectárea, “esas extracciones de nitrógeno pueden ser compensadas por una buena rotación. Si rotamos con gramíneas y posteriormente con pasturas, no hay grandes desbalances en relación con el nitrógeno y podemos agregar cantidad de nitrógeno. Pero cuando hablamos de rendimientos de riego –que son factibles, potenciales y evaluados a nivel nacional–, con 5.000 o 6.000 kilos de grano, estamos extrayendo entre 350 y 400 kilos de nitrógeno por hectárea”, sostuvo el profesional.
Entiende que si la cuenta es la misma, “que se fija biológicamente un 50% de eso, 200 kilos de nitrógeno del suelo pueden ser extraídos por el cultivo de soja de 5.000 kilos, por ejemplo”. Aquí “se complica la sustentabilidad del sistema. No podemos estar tres años sacando 200 kilos de nitrógeno por hectárea porque es imposible volver a incorporar ese nitrógeno al suelo con una rotación normal de nosotros”.
Es aquí en donde Giménez pretende “evaluar qué es lo que pasa si fertilizamos en diferentes etapas. Si fertilizamos con nitrógeno, la fijación biológica del nitrógeno atmosférico se inhibe. Si fertilizamos un cultivo cualquiera como trigo, maíz o sorgo, la fertilización clásica se hace con urea. Si la hacemos en soja, se inhibe la fijación biológica y el cultivo absorbe el nitrógeno que nosotros fertilizamos”.
“Si utilizamos distintas estrategias de fertilizar, por ejemplo, de forma tardía para, de alguna manera, no inhibir la fijación biológica y atraer el nitrógeno atmosférico, también como un componente importante de consumo de nitrógeno de la soja, quizás podamos ayudar a no extraer tanto nitrógeno del suelo y lograr una práctica de manejo que ayude a la sustentabilidad del cultivo, que es muy importante en la economía del país”, afirmó Giménez.


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