Paysandú, Miércoles 22 de Febrero de 2017
Opinion | 18 Feb Días pasados se generó una polémica en torno al libro “Uy-siglo XX” escrito por Silvana Pera, donde la autora recrea la historia de Uruguay en el marco de vaivenes del siglo pasado. Arranca con las reformas batllistas y culmina con la Guerra Fría y el nuevo orden internacional. Además, compara al comunismo con la aldea de Los Pitufos, donde nadie pasa hambre y todos conviven de maravilla. En otra parte del texto, se asegura que el régimen comunista de la Unión Soviética mantenía una “democracia directa” de “poder popular”.
Las autoridades de la educación aclararon enseguida que este libro no circula entre las aulas de niños que asisten a escuelas públicas y que solo lo comparten algunas instituciones privadas. En tanto, el pasado martes 14, Índice Grupo Editorial --responsable de esta publicación-- emitió una carta, donde refiriéndose a la comparación del comunismo y Los Pitufos, “rechaza categóricamente cualquier intencionalidad de promover cualquier ideología a lo largo de este o cualquier otro libro”. Afirma que la comparación se sacó de contexto y que la imagen de Los Pitufos busca explicar “el concepto teórico” del comunismo. La carta explica también que Índice Grupo Editorial se trata de una editorial que comercializa textos en las instituciones privadas.
El punto es que parecemos no percatarnos del enorme mal que ha hecho el comunismo, especialmente a lo largo del siglo XX, tanto a nivel material como antropológico. El comunismo como concepción, y también en su puesta en práctica como en la Unión Soviética, China o Cuba, está lleno de errores; a su vez, carga con millones de muertos y es absolutamente contraria a un Estado de derecho y a la democracia.
Los países donde ha imperado el régimen comunista por años se caracteriza por hombres apocados, sin iniciativa, grises. A los cubanos al menos los salva su alegre idiosincracia. El daño antropológico en las naciones de Europa del Este o en las exrepúblicas soviéticas es monstruoso. El comunismo dejó en sus entrañas la amargura y en el aspecto material, un gran retraso. Cómo sufrió Alemania Occidental cuando debió acoplar a la Alemania Oriental, comunista, fundida y retrasada.
Pero todo estos datos son nada comparados a los muertos con que carga el comunismo, vinculados a pésimos manejos de la economía y de la distribución de la riqueza. En una excelente columna en el diario El País, el investigador y docente universitario Pablo Silveira desgrana las matanzas de los comunistas a lo largo del siglo XX. En Rusia, donde en 1917 triunfó el golpe de Estado comandado por Lenin, se desató una fuerte represión en los dos años siguientes, con un saldo de más de 10.000 fusilamientos. Superaba así los peores exceso del zarismo que entre 1885 y 1917, había ejecutado a 3.932 personas.
En ese primer tiempo de comunismo en Rusia, Lenin ordenó la confiscación de la tierra y las fábricas que pasaron a manos del Estado, con la consecuencia inmediata de una terrible caída de la productividad. Para 1922, había unos cinco millones de personas muertas debido al hambre. La resistencia tenía como consecuencia una brutal represión.
Entre 1930 y 1931 fueron deportados unos dos millones de personas a campos de concentración. Lenin tenía una especial zaña contra Ucrania. Primero deportó 270.000 ucranianos a Siberia y luego le requisó toda la semilla en manos de los campesinos y la que hacía falta para sembrar, mientras les bloqueó las carreteras y las vías férreas. El resultado fue que, entre 1932 y 1933, unos seis millones de ucranianos murieron de hambre. En la década de 1930 se contabilizaron en la Unión Soviética unos 7 millones de entradas a campos de concentración, que se tradujeron en un millón de muertes. También hubo unas 700 mil ejecuciones.
De su lado, Mao impuso el comunismo en China en 1949. La primera represión costó unos cuatro millones de vidas. Pero lo peor fue la hambruna generada entre 1959 y 1962, que provocó el deceso de entre 20 y 30 millones de chinos. Se asegura que Mao es responsable de unas 65 millones de muertes. Jamás un hombre en la historia de la humanidad fue responsable de tantas muertes.
“El libro negro del comunismo: crímenes, terror y represión” (1997) es una detallada publicación escrita por profesores universitarios e investigadores europeos y editado por Stéphane Courtois, director de investigaciones del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), organización pública de investigación de Francia. Este libro cifra en 100 millones los muertos por represión en los distintos regímenes comunistas. De ellos, dos tercios (65 millones de personas) perdieron su vida en China, especialmente durante las dos oleadas de represión masiva, La Revolución Cultural y el Gran Paso Adelante. Le sigue la Unión Soviética, con un genocidio de 20 millones de personas, a lo que hay que sumar otros dos millones de muertos a manos del gobierno en Camboya, otros tantos en Corea del Norte, 1,7 en África, 1,5 en Afganistán, un millón de personas en la Europa del Este y varias decenas de miles en Iberoamérica. El comunismo no es broma.
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