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Paysandú, Domingo 26 de Febrero de 2017

Seguimos en stand by...

Opinion | 26 Feb ¡A pintarse la cara que llegó carnaval! Hay que buscar entre el armario de la abuela alguna ropa para el disfraz, pedirle a mamá sus cosméticos y a prepararse. Ya es carnaval. Y habrá que ir a 18 de Julio a vivirlo en grande. Después ronda de tablados y a disfrutar de una pizza, un chorizo al pan, alguna fría, entre amigos y con Momo como cómplice.
Unos días locos de diversión, precisamente cuando el almanaque se pone el antifaz y desde los barrios los vecinos caminan hacia el centro, en familia, para asomarse a ese mundo de fantasía. Qué lindo Paysandú. ¡Llegó carnaval!
¿Cómo? ¿En serio? ¿Que ya terminó? ¡Ah, qué detalle! Paysandú vivió todo su carnaval antes de carnaval. Más o menos como llegar a la Luna antes del lanzamiento del Apolo 11. O llamarse licenciado antes de tener el título.
Mientras una interesante cantidad de argentinos llega a la ciudad, tantas veces preguntando “qué se puede hacer”, cuando muchos disfrutan de los feriados de carnaval, en Paysandú el carnaval ya es historia. Muy probablemente porque los carnavaleros se fueron de licencia a otros lugares donde, en lugar de adelantar el calendario, se hacen las cosas con criterio turístico. Y por aquí o por allá, disfrutan de los (otros) carnavales.
Artigas, y solamente en los últimos años, se ha convertido en uno de los grandes carnavales de desfile del país; Ciudad de la Costa comienza el camino para convertirse en el gran carnaval de Llamadas del Sur; Melo sigue creciendo, con una inversión este año de nueve millones de pesos (más de 300.000 dólares) y sus hoteles están totalmente completos; y La Floresta vuelve a convocar con su fiesta de excesos y mucho dinero en gira.
Del lado argentino, en Entre Ríos los hoteles están completos al 95% y Gualeguaychú sigue atrapando a miles y miles de personas que pagan casi 400 pesos uruguayos para ver sus desfiles.
En Paysandú, en tanto, el pobre carnaval está en una etapa de CTI, sin inversión desde la Intendencia, sin apoyo del comercio ni la industria (que no ven retorno alguno), sin respaldo del público (que se va, se va y se sigue yendo). En todas partes, crecen los carnavales de desfile, pero en Paysandú nos contentamos con uno solo de ocho cuadras de extensión, en una calle en penumbras y con entrada prohibida a la alegría. Así y todo, es el único evento de Momo que realmente atrae público.
Por lo demás, tenemos un concurso de carnaval de entre casa, en el que los grupos tienen que buscar ganar algún otro certamen para poder financiarse. Eso sí, lo hacemos antes de que el almanaque indique que es carnaval para que ni por equivocación se pueda fomentar el turismo, lo que por cierto hacen muy bien en otras partes de la región, donde por estos días el comercio del sector hace dinero y del bueno. Y ahora que llegó el carnaval, ahora que muchos tienen asueto, lo miramos por TV.
La falta de impulso turístico no se verifica solamente en el carnaval, sino que cruza todas las fiestas populares del departamento, incluyendo los Festejos de la Ciudad, el Encuentro con el Patriarca y, por supuesto, la Semana de la Cerveza.
La celebración de cada junio podría servir para el retorno de sanduceros de otras partes del país al menos, pero no hay atractivos, no hay un programa con “cosas para hacer”. El Encuentro con el Patriarca, si no se hace la cabalgata directamente, se queda sin público. De nuevo, no hay una organización que convierta un acto esencialmente patriótico en turístico.
Y la Semana de la Cerveza, aunque ha pasado más de medio siglo, no encuentra un perfil propio, aunque sí es cierto que ha tenido varios, desde aquellos tiempos en que Docta Producciones traía a los grandes del folclore argentino hasta un perfil internacional en el marco del cual se presentaron Chayanne y José Luis Rodríguez. Actualmente el perfil podría definirse como comodín. Este año se va a pagar a una productora más de 400.000 dólares para que programe el escenario mayor del anfiteatro por solamente cuatro días. Y viendo las grillas propuestas, queda claro que si fuera por contratación directa, no sería necesaria una inversión de esa magnitud, Con bastante menos, se podría lograr mucho más. Bastante más.
Resulta claro que contratar productoras hace innecesario un comité organizador integrado por personas que conozcan del mercado de artistas, de los posibles artistas internacionales en zona. A modo de ejemplo, estará en abril en zona Daddy Yankee, cuyo cacheté muy probablemente sea superior a lo que se llevará la productora por programar cuatro días. Pero sin duda habría miles de personas trasladándose a Paysandú, dispuestas a pagar lo que hubiera que pagar.
No hay una inversión importante; solamente invertimos cuando perdemos 350.000 dólares. De otra manera, jugamos al empate. Y a tener personas “de confianza” en los puestos clave de organización, poniendo por encima esa cualidad a la capacidad propiamente dicha. Pues no, las dos deberían ir de la mano. Además, esta Administración se ha mostrado hasta ahora excluyente: si no se es confeso frenteamplista, no se puede aportar sapiencia y capacidad ni para organizar una carrera de hormigas rengas.
Todo eso hace un combo que repercute negativamente en las pretensiones turísticas del departamento y especialmente de la ciudad capital. Así las cosas, no se trata de seguir hablando, escribiendo y pensando en lo imperfecto de nuestras propuestas turísticas, en los errores de concepto y de organización. Hay que ir a más, desde el primer ciudadano del departamento hasta el más humilde.
Hay que dejar de hablar de turismo y hay que atraer turistas. Si lo pudo hacer aquel Colón de calles de tierra, donde se alquilaban las mismas casas donde vivían los colonenses, que en verano armaban la carpa al fondo, resulta difícil comprender por qué ni siquiera carreteamos por la pista en busca del despegue turístico. Ya basta de pensar en las cosas atractivas que tenemos. Hay que andar, hay que permitir que los que conocen actúen y que los que tienen ideas puedan exponerlas y tener la chance de concretarlas. Como dijo José Machín, no le quiten el futuro a los soñadores.


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