Paysandú, Jueves 02 de Marzo de 2017
Opinion | 25 Feb Programa de computación diseñado para realizar determinadas operaciones que se consideran propias de la inteligencia humana: así se suele definir la inteligencia artificial. Que robots, máquinas o computadoras hagan tareas típicas de los humanos es el gran sueño de los científicos y de gente común y corriente que, por ahí, espera el día de contar con un aparato que limpie, cocine, friegue, tienda la cama, barra y hasta piense por él en la casa. Pero no lo piense como algo muy alejado. La realidad es que la inteligencia artificial sigue rompiendo límites y ahora hasta gana al póker. ¿Hasta dónde queremos que alcance esta tecnología? ¿Dejaremos que lo hagan todo? ¿Que dominen todo?
Esta semana, el diario argentino La Nación informó que una computadora se impuso al póker a un grupo de jugadores expertos y aseguró que hay quienes creen que, al ritmo de los algoritmos, las tecnologías implicarán una nueva modalidad de producción económica. En primer lugar, las máquinas supieron jugar al tradicional “piedra, papel o tijera”, gracias a una aplicación que aprende la estrategia consciente e inconsciente del jugador en este esquema y a partir de la mano 30 o 40 empieza a ganarle sistemáticamente. Luego, las computadoras se sumaron al ajedrez, en 1997, cuando Deep Blue de IBM le ganó al campeón mundial ruso Garry Kasparov.
Con el póker pasa otro tanto en la actualidad. Un programa diseñado por científicos de Canadá, de Estados Unidos y República Checa logró una actuación excelente (superior a la de los campeones humanos) en una competencia híbrida que tuvo lugar en el casino Rivers de Pittsburgh, Estados Unidos. Tras algunas semanas, el sistema Libratus jugó unas 120.000 manos de póker contra varios de los profesionales más experimentados del mundo, con resultados que superaron las expectativas, relató La Nación. Para superar a los humanos en el póker, se optó por lo que se conoce como deep learning (aprendizaje profundo).
“Cuando Deep Blue le ganó a (Garry) Kasparov, alguien programó la estrategia de juego. En algún sentido, alguien le contó al sistema previamente la solución a aplicar según un árbol de movimientos. En el caso del póker, solo se le dice a la máquina cómo cambiar el comportamiento cuando pierde, pero no cómo se gana. La diferencia entre ambas cosas es todo”, dijo Pablo Polosecki, un científico argentino que trabaja en Nueva York para la firma IBM. “Es muy notable lo del póker. Es un problema difícil porque la información que tiene el jugador es incompleta (no sabe las cartas del oponente) y eso lo distingue de otros juegos, como el ajedrez. Se le suma, además, el fuerte ingrediente social que tiene el juego entre humanos, donde la capacidad de leer y simular emociones juega un rol que una máquina por ahora difícilmente pueda explotar”, añadió.
Hace poco, la revista Nature señaló que con deep learning se puede reconocer el cáncer de piel con la misma precisión que la del dermátologo más experimentado. ¿Prescindiremos de los médicos? “Hablando de profesiones, los médicos no van a desaparecer, pero su tarea va a cambiar y temo que ciertos roles en salud, como los del radiólogo que hace su informe de las imágenes, sí están en riesgo de ser reemplazados. En Estados Unidos la combinación de aprendizaje profundo y otras tecnologías ya resultó en autos y camiones que se manejan solos, y se discute qué pasará con los tres millones de camioneros y otros varios millones de taxistas y choferes de ómnibus. Diría que por el lado del timing, la tecnología ya está, básicamente; las barreras son más regulatorias y de costos que otra cosa, y los próximos cinco años van a ser interesantes”, señaló Carlos Diuk, doctor en Ciencias de la Computación y científico de datos en Facebook.
De acuerdo con los expertos, la inteligencia artificial aportará a la humanidad sobre tres elementos: en primer lugar, como una nueva fuerza de trabajo; como complemento laboral, como los médicos, educadores o asistentes sociales; y por intermedio del autoaprendizaje de los algoritmos inteligentes. “La inteligencia artificial es un nuevo factor de producción que trasformará por completo las bases del crecimiento de la economía”, subrayó Mark Purdy, experto global de Accenture y autor del estudio “¿Por qué la inteligencia artificial es el futuro del crecimiento?” En su investigación, Purdy afirma que la inteligencia artificial tiene la capacidad de duplicar la tasa de crecimiento de las economías desarrolladas (que representan el 50% del PBI) de acá a 2035 y de aumentar la productividad laboral en el mismo período un 40%.
Los avances en este sentido han sido brutales. El cine y la literatura también han alimentado la fantasía de que la inteligencia artificial supere a la humana, cosa que a su vez genera cierta incertidumbre. El popular buscador de Internet Google ya ha comprado una empresa de inteligencia artificial y ha desarrollado el primer auto autónomo, que ya ha recorrido 1,6 millones de kilómetros sin conductor. Los ingenieros de Facebook no se quedan atrás y han ideado un algoritmo que permite reconocer un rostro con éxito el 97% de las veces, aunque haya sido mal captado.
“No sé qué pasará dentro de cientos de años, pero todo este tema del que se habla, la singularidad, la trascendencia, que habrá máquinas con consciencia y cualidades mejoradas con respecto a la inteligencia humana en cuestión de 30 o 40 años no tiene sentido... Nunca he visto un argumento científico que lo apoye”, comentó, por su parte, Ramón López de Mantarás, director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial de España. Quiso decir. Los humanos son los que hacen las máquinas, estas aún no resuelven por sí mismas, solo lo hacen hasta tanto quieran los humanos.
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