Paysandú, Jueves 02 de Marzo de 2017
Rurales | 02 Mar “El estrés calórico es un factor que afecta a los animales tanto desde el punto de vista productivo como del bienestar animal”, manifestó el ingeniero agrónomo Danilo Bartaburu y subrayó que la incidencia negativa en verano en las condiciones de Uruguay “es moderada, dado que el animal puede recuperar su equilibrio térmico durante la noche”.
El profesional sostuvo que, en condiciones pastoriles, “el acceso a sombra y buena disponibilidad de agua y el manejo de la alimentación son las medidas prácticas a utilizar para paliar el efecto negativo del estrés calórico y así respetar las normas básicas de bienestar animal”. El estrés calórico se genera cuando el animal “sale de su rango de confort, lo que afecta su productividad, debido a la incidencia de factores como la temperatura ambiente, radiación solar (directa o indirecta) y el calor corporal del animal, como resultado de los procesos de fermentación ruminal”, señaló el jefe de la regional Litoral Norte del Instituto Plan Agropecuario. Manifestó a EL TELEGRAFO que “entre rangos normales de temperatura ambiente, que oscilan entre 15 y 25 °C para las razas británicas y algo superior para las razas cebuinas, los animales se encuentran en situación de confort térmico”.
“La temperatura corporal de los vacunos es de 38,6 °C y, para mantenerla, pone en funcionamiento mecanismos normales y pasivos desde el punto de vista del gasto energético”, aclaró. “Por encima de los rangos de confort, el animal pone en juego otros mecanismos de pérdida de calor que le provocan gasto energético, como el aumento de la velocidad (o tasa) respiratoria, perdiendo calor a través de un mecanismo evaporativo”.
El profesional estableció que la velocidad normal de respiración de un vacuno “es de 40 respiraciones por minuto y puede llegar en situaciones de alto estrés calórico a jadear a 120 respiraciones por minuto, presentando situación de jadeo de perro”, con lengua afuera. En esta situación, el animal reacciona tratando de disminuir la carga calórica, bajando la cantidad de consumo de alimentos, aumentando notablemente la ingesta de agua para mantener el balance hídrico y, finalmente, si estos mecanismos de pérdida calórica puestos en funcionamiento no fueran suficientes, aumentando de temperatura corporal entre 1– 1,5 °C, en casos extremos puede producirse la muerte del animal”.
CÓMO AFECTA LA PRODUCCIÓN
De acuerdo con algunos estudios, se puede decir que se reduce la producción de leche entre un 5% y un 10%. “Teniendo en cuenta la ganancia de peso, medida en terneros durante un verano, el impacto negativo del estrés calórico fue de un 15%. Aunque no existen estudios en Uruguay, el exceso de calor puede afectar la reproducción, tanto en rodeos lecheros como de carne. Recordemos que el período de servicios de los rodeos de carne en nuestro país coincide con los meses del verano”, dijo Bartaburu.
Los impactos del estrés calórico “son moderados y a la vez de fácil solución, debido a que durante la noche tienen posibilidad de recuperar su equilibrio térmico y enfrentar el nuevo día en condiciones normales”.
CÓMO DETECTARLO
La forma práctica de observación es a través de la medición del ritmo respiratorio. “Un animal en condición de equilibrio térmico respirará a una tasa de 40 jadeos por minuto, mientras que animales en condición de estrés calórico duplican y hasta triplican este valor”. Sostiene el técnico que es común ver en verano en el campo “animales que --en ausencia de sombra y en horas después del mediodía-- se ubican en la cercanía de la aguada (bebedero o tajamar) y presentan una respiración agitada. Ello se agudiza si los animales son sometidos a arreo o trabajo en corral”.
MEDIDAS
Para Bartaburu, existe un sinfín de medidas que podemos tomar para disminuir el efecto del estrés calórico sobre los animales, por ejemplo, facilitar el acceso a sombra, aclarando que, “sin duda, en condiciones pastoriles, esta es la medida más importante”.
Expresó que las sombras naturales son las más adecuadas, pero en su defecto, la sombra artificial mediante mallas también es efectiva. En ambos casos, las sombras deberían respetar algunos criterios generales: deben ser altas, para permitir la circulación rápida del aire (mejorar la ventilación); deben respetar un mínimo de tres metros cuadrados por cabeza adulta, dos por animal de recría y un metro cuadrado por ternero. Por supuesto, que superar estos valores mejora la condición de bienestar de los animales”.
También, deben tener una densidad de cobertura importante. Así, mientras la sombra generada por el eucalipto es rala, la de anacahuita o paraísos es densa. Tratándose de sombra artificial, con malla de sombra, debe tener una intersección de 80%. La sombra debe estar ubicada algo distante de la aguada, a los efectos de generar varios polos de atracción para los animales, distribuidos en el potrero (agua, sombra, saleros, etcétera). Para el caso de tambos, debe asegurarse la sombra en los corrales de espera de la sala de ordeñe”.
El jefe de la regional de la institución agregó que se debe “evitar los arreos y trabajos de corral. En los horarios de mayor incidencia de estrés calórico, se debe evitar realizar movimientos con los animales, que sí deben hacerse temprano en la mañana o a la tardecita.
Debe asegurarse la disponibilidad de agua, en cantidad y calidad adecuada, a los efectos que el ganado pueda mantener un adecuado balance hídrico.
MANEJO NUTRICIONAL
Toda medida que apunte a mejorar la digestibilidad (calidad) de la dieta que comen los animales redundará en un beneficio, por ejemplo la suplementación proteica de animales que comen pasturas de baja calidad. Bartaburu entiende que “se debe asegurar la disponibilidad de sales minerales, pues en condiciones de estrés calórico, aumenta notablemente la pérdida corporal de determinados minerales”.
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