Paysandú, Sábado 11 de Marzo de 2017
Opinion | 09 Mar El aumento en la producción de energía renovable ha colocado a Uruguay a la vanguardia en Latinoamérica y el mundo. Esto ha sido posible a partir del impulso gubernamental y consenso político para el desarrollo de una política energética con carácter de política de Estado, que permitió alcanzar importantes metas de incorporación de energías renovables a corto plazo y ofrece atractivas ventajas impositivas para la inversión en el rubro.
Asimismo, las condiciones geográficas y naturales favorables para la generación eólica y solar --así como las interesantes oportunidades de producción de energía a partir de biomasa en el sector agroindustrial-- constituyen un excelente complemento para aumentar la capacidad de generar energía hidráulica, que históricamente ha aprovechado los principales cursos de agua del país a tales efectos. A partir del cambio normativo aprobado en 1997, que estableció la libertad de generación de energía, se habilitó el ingreso de privados a esta etapa del mercado eléctrico y tanto el gobierno como los actores privados han realizado importantes inversiones en el sector, totalizando --según información de Uruguay XXI-- más de U$S 7.000 millones entre 2010 y 2015. En este sentido, es destacable que el modelo uruguayo de asociación público-privada para la inversión en el sector demostrara ser sumamente exitoso, incluso con réplicas en varios países.
El nuevo diseño energético para Uruguay creó oportunidades no solo para aquellos que desean generar energía a partir del viento para su propio consumo, también la generación eólica a gran escala mediante la instalación de parques eólicos conectados a la red de transporte de energía eléctrica. De manera bastante rápida, distintas zonas del país comenzaron a cambiar su fisonomía con la instalación de dichos parques eólicos.
Las inversiones realizadas por nuestro país resultan muy relevantes comparadas con otros países. El último informe de la REN 21 ubica a Uruguay en el quinto puesto mundial en relación con el nivel de inversiones en energías renovables como porcentaje del Producto Bruto Interno. En particular, se destaca la incorporación de la energía eólica a la red eléctrica.
Paralelamente, en los últimos años se ha registrado un importante aumento en la demanda de energía derivado fundamentalmente del aumento de los ingresos de los hogares y la generalización de la utilización de nuevos elementos de confort. Mientras que en el ámbito productivo, el aumento de la utilización de energía por aumento de la capacidad productiva de las empresas existentes y el surgimiento de nuevos emprendimientos han influido en la demanda energética. De acuerdo con las previsiones oficiales, en los próximos años la demanda energética continuará creciendo fuertemente.
Según estudios de prospectiva realizados por la Dirección Nacional de Energía, la demanda crecerá a una tasa anual de entre 2,5% y 3,3% hasta 2035, aunque este ritmo también depende del grado en que se logre implementar las medidas de eficiencia energética.
Para complementar los cambios en la matriz energética, reducir las emisiones y asegurar el autoabastecimiento energético por un período de tiempo prolongado, el gobierno también está ejecutando políticas por el lado de la demanda. En este sentido, el Plan Nacional de Eficiencia Energética establece las líneas de acción necesarias para promover la disminución eficiente de la demanda energética a nivel nacional y, en ese marco, el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) puso en marcha la operación de los certificados con un valor equivalente a los ahorros realizados al respecto, lo que permite obtener un ingreso monetario adicional a los beneficios inherentes a las acciones de eficiencia.
En 2016, un total de 47 empresas e instituciones públicas respondieron a la convocatoria del ministerio y presentaron proyectos que comprendieron a más de 120 establecimientos industriales, comerciales, de servicios y organismos públicos, con la aprobación de 129 medidas de eficiencia energética en 105 establecimientos distribuidos en todo el territorio nacional.
El beneficio total de los certificados en esa convocatoria ascendió a más de 1,3 millones de dólares --el 60% del monto total otorgado en CEE corresponde a proyectos en el Interior del país-- implementándose proyectos de mejora en la iluminación, ventilación y refrigeración de ambientes, conservación de alimentos, calentamiento de agua, enfriamiento de proceso, generación solar fotovoltaica y de vapor, entre otros. Según lo informado por el Ministerio de Industria, los ahorros energéticos anuales de las medidas de eficiencia energética aprobadas son equivalentes al consumo medio anual de electricidad de 22.400 hogares o 67.000 habitantes, similar al consumo de la ciudad canaria de Las Piedras.
Indudablemente, la diversificación de la matriz energética y el ahorro energético tienen múltiples beneficios, no solo para las cuentas públicas, también en otros aspectos: la reducción de la vulnerabilidad del sector eléctrico del país frente a las condiciones hidrológicas derivadas de la ocurrencia o no de lluvias y en lo que respecta a la dependencia de la fluctuación de los precios internacionales del crudo o las contribuciones positivas al medio ambiente mediante la reducción de gases de efecto invernadero, entre otras. La diversificación de la matriz también ha resultado un buen negocio, dado que cuando hay superávit de generación, suele venderse energía a los países vecinos.
A pesar de todo esto, las mejoras no se han traducido en beneficios significativos para el usuario a través de precios más bajos. En este sentido, únicamente se cuenta con algunos incentivos de ahorro energético a nivel domiciliario, como planes de uso de energía solar, cambio de termotanques y planes de cambio de tarifas para quienes consuman menos de 230 kW o la denominada tarifa “inteligente”.
En cuanto a precios de electricidad en el hogar, seguimos siendo el país más caro en la región y el último ajuste tarifario que entró a regir en enero pasado hizo que el país ampliara su brecha respecto a los países vecinos. Indudablemente, ya es hora que las mejoras que nos sitúan a la cabeza de la innovación energética en Latinoamérica y en uno de los primeros lugares del mundo se traduzcan claramente en el bolsillo de la gente.
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